Variada
comida birmana
Con la visita a Hsinbyume Paya finalizamos nuestra visita a Mingun, que nos ha sorprendido gratamente, a
pesar de la gran circulación turística (y eso que no estamos en verdadera
temporada alta) y del acoso de los vendedores. Pasamos por un sinfín de
monasterios y escuelas budistas, como en el viaje de ida, volvemos a pasar por
Sagaing y sus colinas salpicadas de incontables pagodas, el puente de Yadanabon…
Llegamos a Mandalay a la
hora de la comida, hoy nos toca en el restaurante de comida birmana Golden Palace.
La decoración y mobiliario del interior sigue la
tónica de austeridad, pero es uno de los mejores restaurantes en los que hemos comido en el
país, y además menos rústico que otros muchos que le seguirán en el resto del viaje.
Myo se encarga de
pedir por nosotros, no tenemos ninguna alergia y en principio ningún alimento
que no nos guste (yo tengo algunos pero siempre puedo hacer el esfuerzo de intentarlo hasta
que no pueda más, y además no creo que vaya a pedir vísceras –como me paso con el pato laqueado- o algo extraño).
Comenzamos con una
rica sopa de patatas y verdura, y es que si hay algo que siempre ha estado rico en las comidas
han sido los caldos, inmensamente sabrosos, supongo que por la buena verdura
que se cultiva en el país, y para mí, que me encantan las sopas, una bendición.
Como si se tratara de
una comida coreana con sus banchan, llegan todos los platos a la vez a la mesa. Por
supuesto nos sirven arroz en nuestros platos para acompañar, es el pan birmano,
y uno de los camareros está atento para servirnos más si queremos.
No puedo explicar en
qué consiste cada plato, porque Myo no se sentó con nosotros en la mesa, aunque
se lo ofrecimos porque es buena la compañía, pero al principio él prefería
mantener las distancias –la independencia
y los ratos a solas a todos nos viene bien-.
Berenjenas sofritas con
cebolla.
Una verdura parecida
a la acelga pero más ácida, y sobre todo un plato muy picante porque la guindilla
pululaba a sus anchas.
Algo parecido a los
chanquetes (si me dicen que son gusanos o grillos u otro tipo de insectos a lo mejor no los pruebo, pero la ignorancia nos hace atrevidos), rebozados y acompañado de cebolla también rebozada. Estaban ricos.
En el centro hay un
plato de verduras crudas (pepino, lechuga, zanahorias, hojas verdes, rabanitos morados…) para acompañar una salsa que podría tratarse de una
mezcla con pasta de gamba o pescado fermentada (salsa ngapi, que vimos en grandes cantidades en el mercado de Bagan), que resultaba
estar muy fuerte de sabor y sobre todo muy pero que muy picante, otra vez; con la pasta de este pescado se elabora la sopa mohinga, que tuve el atrevimiento de probar en el desayuno en el hotel Win Unity Resort de Monywa. El recuerdo
nos llevó a un restaurante en Hanoi, Cha Ca La Vong, aunque allí si fui capaz de
comerla porque no fue tan duro el sabor, pero en Myanmar no le he terminado de encontrar su punto atractivo, aunque siempre hay tiempo para cometer osadías.
Ensalada de berenjenas asadas con salsa de cacahuetes. Uno de los platos que más me gustaron
de la cocina birmana, sobre todo por el contraste de sabores y texturas.
Guiso de patatas, muy
rico, y es que cuando los fondos son buenos, las salsas y los platos resultantes son buenos.
Una pasta salsa para
acompañar, que tampoco recuerdo su sabor, por lo que seguramente la probé y no me gustó mucho, porque por regla general casi todas las salsas acompañantes son fuertes de sabor o picantes.
Pollo con verduras,
que en esta ocasión parecía más un pollo hervido de dieta, y por ello posiblemente el caldo estaba más
bien soso (¡pues ponle salsa!).
Salteado de maíz, sencillo pero pega bien con todos los platos.
Curry de pescado; de las pocas ocasiones que nos hemos atrevido con el pescado como plato principal.
Curry de cerdo, que
esta ocasión se trataba de panceta, pura grasa para el colesterol, pero que
estaba para hacerse un bocadillo… si tuvieran pan claro. Estaba buenísimo, para chuparse los dedos.
De postre unos plátanos con un buen variado de diferentes alimentos. Nos enamoramos de la cajita lacada en la que los presentan: un surtido extraño de
hierbas, cacahuetes o garbanzos fritos, jengibre (muy amargo) y otros
elementos. Tanto nos gustó la caja, que también nos presentarán en otras ocasiones, que la compramos en un taller de lacados en Bagan
Unos caramelos de tamarindo (con un sabor entre dulce y amargo).
Unos dulces como
orejones o ciruelas pasas, que no probé porque no me gustan.
Para finalizar nos
obsequian con dos bolsas de caramelos de tamarindo.
La comida ha
resultado muy buena y variada, y si sois de buen diente no os quedaréis con
hambre, porque aunque los platos no son muy grandes, si resultan contundentes.
Su precio, con cerveza y agua incluidos, 16.500
kyats, que en comparación con otros lugares es algo más caro, teniendo en
cuenta que a partir de ahora la mayoría de las ocasiones comeremos con Myo y
pagaremos por él (aunque siempre con descuento porque es guía), y creo que
nunca llegamos a sobrepasar los 14.000 kyats, pero también es verdad que el
local, su limpieza y su comida tienen que tener un plus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario