31 de octubre de 2013

Chile - Isla de Pascua - Caleta de Hanga Roa - Plaza Hotu Matu'a - Cementerio de Hanga Roa



Camino del cementerio

Tras la comida seguimos el paseo por Hanga Roa, estamos en la avenida Te Pito O Te Henua, que conduce hasta la pequeña caleta de Hanga Roa (mirar mapa), en la que dan la bienvenida dos moái, que hemos visto continuamente en nuestras entradas y salidas de la ciudad para hacer las excursiones. 




En la caleta hay amarrados botes de pesca, que me pareció se pueden negociar para dar paseos por el océano, principalmente para llegar a los islotes Motu Kao Kao, Motu Iti y Motu Nui





Paseamos por el muelle, un pequeño paseo paralelo a la caleta en la que hay restaurantes, tiendas y locales donde alquilar excursiones marinas, así como de buceo con bombona, y por supuesto con los islotes de nuevo como protagonistas, así como también por la fauna marina y sobre todo por ver un moái hundido. Siempre encontraremos razones para volver a la isla de Pascua. 




Al final de la calle una pequeña explanada desde donde tener buenas vistas marinas. 



Además hay un lugar para tenerlas de un modo descansado, tipo paraíso del Pacífico, aunque para los pequeños de estatura resulta como un banco para gigantes, ya que nos cuelgan los pies. 





Lo importante no es tener los pies colgando o en el suelo, es el bonito paisaje frente a nuestros ojos. Esta isla tiene el efecto hipnotizador y calmante en todos sus rincones, es como un bálsamo para el stress, para el alma, al final será real el poder de la piedra magnetica de Te Pito Te Henua.








Aunque hay momentos que quieres que duren más emprendemos el camino de salida de la caleta. 




Pero antes de salir vemos a la gente arremolinada junto al muelle, e incluso algunas han bajado al transparente agua, y es que hay unas bonitas y grandes tortugas allí, disfrutando el baño, y que además están acostumbradas a los humanos porque se dejaban acariciar más o menos.





Volvemos a los moái de bienvenida de entrada a la caleta, la plaza Hotu Matu'a.
 


Hay dos moái más, creo que se trata del Ahu Tautira (información con dudas porque no está contrastada, ya que podría ser este ahu y el Ahu Riata), restaurado en 1981, ya que del ahu o plataforma se sacaron piedras en 1929, por sugerencia del padre Englert, para construir casas al estilo europeo. 




Hora de volver a decidir: a nuestra derecha el camino, pasando frente al ahu, lleva hasta otro pequeña caleta, Hanga Piko, un pequeño puerto de los pescadores locales, donde llegan los barcos del continente con suministros y los cruceros; nosotros tomamos el camino a nuestra izquierda, la avenida Policarpo Toro





Es una zona de viviendas, aquí ya no hay actividad turística, ni tiendas ni restaurantes (por lo menos a simple vista), ni siquiera turistas, solo estos dos con rumbo definido, que se topan con lo que suponemos el taller de un artista de la madera, que exhibe sus obras a la entrada (a lo mejor era un local de copas con estas llamativas esculturas como gancho). 






En la confluencia de la avenida Policarpo Toro con la avenida Petero Atamu se encuentra el cementerio (mirar mapa), que data de 1951 aunque ya se utilizaba como lugar de enterramiento desde principios del siglo XX. Aparte de por ser una referencia geográfica para el camino que estamos emprendiendo, llegar hasta aquí era premeditado ya que en las guías figura como un lugar a visitar, y aunque suene morboso (muy de Halloween aprovechando el día que publico la entrada, como una carambola ritual) por los cementerios tenemos una pequeña debilidad.

El cementerio tiene vistas a la ensenada de la bahía Cook, y resulta muy coqueto (posiblemente un término poco adecuado para un lugar como éste) con sus pequeñas y coloridas lápidas, nada de magnificencias ni mausoleos, solo la tonalidad de las flores, el mar y pequeñas estatuas ya sean cristianas, ya sean paganas,  o algo extrañas para nuestros ojos, como enanitos de jardín o globos. 




Continuamos el paseo junto a la costa para llegar a una zona con varios ahu.

29 de octubre de 2013

Chile - Isla de Pascua - Hanga Roa - Iglesia del Sagrado Corazón - Mercado de Artesanía



La ciudad de la isla

Hemos terminado con el tour contratado para hoy, tras nuestro paso por la cueva Ana Te Pahu, Ahu Akivi y finalizando en Puna Pau. En lugar de que nos dejen en el hotel a casi la hora de comer, pedimos que por favor lo hagan en la ciudad de Hanga Roa (mirar mapa), por la que hemos pasado únicamente en vehículo, con lo que es hora de darnos un paseo por ella y conocerla un poco. 




Tras hablar con Rosita, nuestra guía, bajamos en la avenida Atamu Tekena, donde nuestra primera visita es a la Feria de Artesanía, donde empezamos la ronda de compras, aunque seguimos sin ver nada especialmente bueno o llamativo o sencillamente, acorde a nuestros gustos. 




Durante el paseo aparte de intentar conocer la ciudad, con aproximadamente 6.500 habitantes, miramos las posibilidades de restaurantes para comer, y seguimos con las típicas compras de turistas (que no falten nunca las camisetas, para regalo o para uso personal). 

Las edificaciones albergan casi todas un restaurante, una tienda, un local de arrendamiento de coches, una agencia de turismo para contratar excursiones… pocas viviendas parece que se encuentran en el centro de Hanga Roa. 




Al final de la avenida Te Pito O Te Henua se encuentra la iglesia del Sagrado Corazón, que originalmente era una construcción sencilla, y aunque ahora no es ostentosa, es el resultado de la remodelación realizada en 1982. Lo más llamativo y diferente es que su fachada muestra figuras de la imaginería rapanui, como el hombre pájaro o tangata-manu, peces, aves, tortugas y palmeras. 





A un lado de la entrada a la iglesia hay cuatro tumbas, una de ellas (a la derecha en la fotografía)  de Sebastian Englert, un cura capuchino que estudió la cultura de la isla. Junto a ella la tumba del primer misionero de la isla, Eugène Eyraud. Englert escribió el libro La tierra de Hotu Matua, sobre la historia, etnología, cultura y escritura rongo rongo, y el párroco recibió el sobrenombre de rey sin corona de la isla de Pascua por Thor Heyerdahl





En la iglesia se celebra el domingo de Pascua, en teoría con la llegada del párroco a caballo según mis fuentes, pero puede que esto ya no se mantenga en la actualidad. Los actos terminan con cánticos en rapanui, que tienen ritmos polinésicos, que sin duda merecen la pena escucharse, finalmente cristianos y rapanui unidos en lugar de enfrentados, o los segundos reprimidos por los primeros, aplicándose el refrán de que la fe mueve montañas. 




Lo que más destaca en su interior son las tallas de madera, en las que se mezclan los símbolos cristianos con los símbolos rapanui.



 



Una de las tallas que llama poderosamente la atención es la de un ángel como un hombre pájaro o tangata-manu… muy extraño, muy curioso, y muy satisfactorio de ver por la sintonía y respeto de creencias y ritos. 




Otra imagen es la de un sacerdote (puede que se trate de la representación de San Francisco de Asís, al que siempre se le representa con pájaros) con un pájaro en su mano, un gaviotín apizarrado o manu tara, del que buscan el primer huevo en el islote Motu Nui




En los terrenos que rodean la iglesia vemos las hojas que formaban el collar con el que nos recibieron a nuestra llegada a la isla, y efectivamente comprobamos que no son de plástico, aunque lo siguen pareciendo. 




Frente a la iglesia se encuentra el mercado de artesanía, donde entramos pero muchos de sus puestos estaban cerrados, era la hora de comer y todos tienen derecho, aunque alguna adquisición conseguimos hacer; tiene algo más de variedad que la Feria de Artesanía, pero también es demasiado típico tópico. 




Tenía la idea, y bastante entroncada, de comprar una talla de madera, un moái kavakava, una figura humana con una nariz y unas orejas enormes, el falo erecto y un físico escuálido con costillas prominentes, que según la leyenda fue tallada originalmente para ahuyentar dos fantasmas que miraban al rey Tuu-ko-ihu mientras dormía al pie de un barranco. Desde entonces para combatir a los demonios se colocan figuras a la entrada de la casa. Mi marido no sucumbió a la idea de tener una de estas esperpénticas figuras en casa, y yo al verlas al natural tampoco me sentí muy proclive a su compra; pequeña no tenía sentido, y grande provoca demasiado miedo . Vosotros juzgáis. 




Continuamos nuestro paseo por la ciudad, entrando en cuanta tienda vemos abierta (nunca se sabe donde se puede encontrar la compra perfecta), que normalmente tienen casi todas lo mismo: camisetas, pareos, imanes, joyería, estatuas de piedra o madera imitando moái, etc, creo que en el made in mucho sería de China y poco de fabricación propia. 





Pasamos por la puerta de la Biblioteca Pública, escrita en la escritura rongo rongo, la escritura rapanui, de la que se sabe muy poco o casi nada. 




Se ha inventariado un alfabeto de 120 signos básicos y 1.200 signos compuestos que se encontraron en tablillas de maderas, incluyendo figuras de animales y humanas. Cuando en 1865 los europeos vieron las tablillas ninguno de los pascuenses que quedaban en la isla sabía leerlas. Hasta el momento los intentos para descifrar el rongo rongo apenas han dado resultados, lo que provoca más misterio en la historia de esta isla. 


Para complicar la cuestión, hay conjeturas sobre su procedencia, que van desde el valle de Indo, en Pakistán, hasta los Andes; en el caso de la primera, porque son sorpresivamente coincidentes en un número apreciado de símbolos, lo que no puede ser coincidencia ¿o sí?




La escritura rongo rongo la vimos a nuestra llegada a la isla, en el cartel de bienvenida del aeropuerto.



También pasamos al lado del cine, donde la película que proyectan no podía ser otra:




La película narra parte de la historia de la isla, concentrándose principalmente en el rito del hombre pájaro o  tangata-manu, y también muestra una gran parte de los lugares que os he ido enseñando. Aparte de un semifinal algo extraño y una “ida de olla” de los guionistas, creo que merece la pena su visionado. 


Nos hemos dejado de tiendas, es hora de comer y estamos buscando entre los locales recomendados por Rosita, nuestra guía estos días por la isla, donde sirven empanadas de atún, y en estas vemos a una de las compañeras del grupo, una alemana que reside en Venezuela desde hace muchos años, ella está terminando su comida pero nos sentamos en su mesa para compartir charla y compañía, aunque sinceramente nosotros por nuestra cuenta nunca hubiéramos elegido este local. 




Decidimos pedir una empanada de atún para cada uno, y ver que tal va la cosa, si nos gusta y si nos parece suficiente, porque tampoco queremos comer demasiado, la tarde se presenta para caminar y mejor no ir demasiado pesados. Sin ser una maravilla culinaria, la empanada está muy rica, y por supuesto llena de queso. Puede parecer poca comida, y en condiciones normales lo sería, pero entre el queso y la masa, la empanada llena un montón. Hago una mención especial al cocinero-camarero y supongo que propietario del establecimiento, un hombre de una gran y afable sonrisa.




Tras la comida continuamos el paseo por la ciudad de Hanga Roa.