22 de marzo de 2011

Japón - Tokio - Shinjuku - Oficina del Gobierno Metropolitano y Rascacielos


Contacto Tokio

El viaje a Japón corresponde a agosto del 2008, nuestro primer viaje largo y organizado, en un tour, una prueba de fuego en todo. El vuelo lo hacemos con KLM vía Amsterdam, con once horas y media desde allí hasta Tokio, que al final se nos hizo pesado, sobre todo porque el espacio entre las butacas era realmente pequeño para tanto tiempo. 

En el avión hay que rellenar papeles de inmigración, tal cual como en EEUU, con preguntas del mismo estilo, que rayan en la absurdez porque nunca dirías “si, soy malo y vengo a hacer cosas tremendas". En el aeropuerto al presentar estos papeles, tal cual como en EEUU, te toman las huellas de los dedos índices y toman una fotografía de nuestra cara cansada por el vuelo.

Nos toca entrar en las estadísticas y nos abren una maleta para hacer un pequeño registro. Lo curioso es que en dos ocasiones se dirigen a mí para preguntarme el motivo de ir a Tokio, como si pudiera ser una inmigrante ilegal, aún viendo que voy acompañada por un hombre, al que no le preguntan nada...extraño, ¿pensarían que iba sola y el hombre solo era un conocido eventual aeronáutico?. 

En el aeropuerto nos espera nuestro contacto para el traslado contratado, que en esta ocasión se diferencia porque nos acompaña hasta la cola del Limousine Airport Bus, que nos llevará hasta el hotel. Es el transporte que se puede tomar desde el aeropuerto por todo el que llega y pasa por hoteles concertados, los más utilizados, y por las estaciones de tren. Con nuestro contacto ni japonés ni español, inglés cada uno a su modo y estilo. 


El aeropuerto está lejos de la ciudad, la autopista de acceso lleva tráfico pero no hay atascos que harían el trayecto más pesado, aun así lleva más de dos horas el llegar al hotel.

 
En el país de los dioses es el título de un libro de Lafcadio Hearn, un greco-irlandés que se afincó en un pueblo de Japón, Matsue, y se enamoró del país y de una autóctona. El comienzo del libro creo que refleja bastante bien lo que se puede esperar de Japón: 

"No deje de anotar sus primeras impresiones lo antes posible -me dijo un amable profesor inglés al que tuve el gusto de conocer después de mi llegada a Japón-, son evanescentes, ya sabe, una vez que se hayan apagado no volverán a usted; y sin embargo, de todas las sensaciones extrañas que pueda experimentar en este país, ninguna será más fascinante que esas primeras impresiones". 1890-1904.

Vamos teniendo las primeras impresiones de la ciudad a través de la ventanilla del autobús, y si ya sospechábamos que iba a ser grande, es increíblemente grande. Parezco una mosca pegada al cristal del autobús, y eso que no he pegado ojo en casi dos días, entre la noche de hacer la maleta y la noche de vuelo, pero no quiero perderme esta primera visión y sentir como Lafcadio.


Nuestro hotel, Keio Plaza, está en la zona de Shinjuku, nombre que significa "posada nueva" y que proviene de las tabernas que florecieron aquí a finales del siglo XVII, cuando la zona se convirtió en la posta más cercana a Edo (antigua capital del imperio japonés) a lo largo de la carretera que iba a los Alpes japoneses. La localidad creció rápidamente y llegó a incluir un enorme distrito de ocio ilícito, que comenzó a renovarse con la construcción de la estación en 1885.

Lo primero al entrar en la habitación del hotel es la sorpresa del baño, ¡¡¡sí, tenemos un inodoro hipermoderno!!!, con sus chorritos de agua limpiadores y con su borde calentito para los días fríos, no vaya a ser que uno se constipe; es tan moderno, que al sentarte ya suelta un chorrito de agua para inspirarte las ganas.

Como no es cuestión de comenzar a  andar mucho, y habrá que ver como se siente la ciudad y como se puede mover uno por ella, yo ya tenía la idea que no iba a ser nada fácil hacerla andando como siempre, nos damos una vuelta por los alrededores, y lo primero que visitamos es la Oficina del Gobierno Metropolitano de Tokio, dos torres de 243 m de altura diseñadas por Tange Kenzo en 1991, inspirado en las catedrales europeos para unos y en chip electrónico para otros; yo no me decanto por ninguna opción. Fueron apodadas como la torre de los impuestos, por su elevado coste de construcción de un billón de dólares. 

Realmente el complejo de la Oficina del Gobierno Metropolitano o Ayuntamiento consta de tres edificios: el Tokyo Metropolitan Building N.1 (las torres), el Tokyo Metropolitan Assembly Building (debajo en la plaza, el de la foto semicircular) y el Tokyo Metropolitan Main Buiding N.2 (estaría a la derecha en la foto).


La plaza de los Ciudadanos, a la entrada del edificio, es semicircular y muy amplia, lo que permite que la visión del edificio del Gobierno sea perfecta. Es una obra preciosa, y como se reflejan la una en la otra y los edificios de alrededor en ellas una composición artística bonita de contemplar.


Subimos a una de las torres, entrada gratuita, la que nos pilla a mano izquierda según se entra, para contemplar la ciudad desde arriba, y disfrutamos enormemente. Estamos en una zona de negocios y hay multitud de rascacielos de oficinas a nuestro alrededor. En teoría a primera hora de la mañana, cuando la contaminación todavía no es grande, el sol está detrás y el viento no soplan, se puede ver el Monte Fuji, pero nosotros no tenemos ninguno de estos requisitos, con lo que vemos la amplia ciudad y los edificios cercanos.


En primer término el Edificio Sumitomo, detrás el Edificio Mitsui de tonalidad negra, por detrás un edificio que en su base termina en curva es el Edificio Sompo Japan, uno de los emblemáticos de la zona, el edificio marrón es el Edificio Shinjuku Center y el que se parece al "pepino" de Londres o a la torre Agbar de Barcelona es el Cocoon Tower


Las tres torres corresponden al Park Hyatt Hotel, aunque no estoy segura si es solo una de las torres y el resto corresponden a oficinas u organismos.

Al salir del edificio pasamos a una especie de "cafetería" de los alrededores para ver si podemos comer algo, pero entre que no nos entendemos y que lo que vemos no nos convence, volvemos al hotel para ver si hay algo abierto, y como no estamos por empezar con las pruebas culinarias acabamos en el restaurante italiano del mismo, todavía es pronto para entrar con la comida japonesa.