30 de diciembre de 2011

Australia - De Darwin a Melbourne (en avión)


De norte a sur

Por la noche, después de cenar, toca maleteo otra vez, mañana volamos a Melbourne, y la teoría es que allí puede hacer frío, no como en Sydney que fue casi verano siendo final de invierno, esta ciudad se encuentra más al sur y suele tener más precipitaciones, con lo que hay que separar la ropa de verano de la de invierno…menudo trajín con la vestimenta. 

Melbourne se encuentra a 3.140 km de Darwin, la distancia más larga del viaje. Vuelvo a recordar aunque sea pesada con ello, que hay que tener en cuenta que esto son distancias kilométricas en avión y casi en línea recta, que si se viaja en coche hay que sumar cientos de km más. 

Fuente: mapas.owje.com

Esta mañana no toca desayuno, nos recoge otro amable conductor australiano a las 5.15 h para tomar el vuelo de las 7.15 h y no nos apetece llevar la caja de desayuno con nosotros. El aeropuerto ya es un caos de gente, tanto en facturación como en la sala de espera de los vuelos domésticos, que los internacionales tienen otra sala y también se la ve llena. El aeropuerto de Darwin es bastante caótico, pequeño e incómodo para la cantidad de pasajeros que circulan por él. 
 
Hoy volamos con Jetstar, una compañía lowcost que nos sorprende por el espacio entre asientos del Airbus A321 en el que viajamos. Como low cost que es la comida y la bebida son de pago, hasta voy a echar de menos sentirme como un pavo, pero pagar por sentirme como tal me parece tremendo, así que con el mal café del aeropuerto me doy por satisfecha. 

Durante el viaje el sol me va dando de lleno por la ventanilla y aparte de incómodo no me deja ver el paisaje desde arriba, así que con tristeza la cierro, si pido ventanilla es porque me encanta y distrae ver a través de ella, aunque de vez en cuando hecho una ojeada, pero en este vuelo viajamos por encima de las nubes y no se ve nada, esto no es tan increíble como lo fue Planeta Australia. Son 4 h 10 m de vuelo y para distraerme me veo la película Australia, todo el viaje recordando escenas y tramas que ya era hora de volver a ella, pero no me da tiempo de terminarla. 

Sobrevolamos el verdor de los alrededores de Darwin. 


Y llegamos a la urbe de Melbourne. 


En Melbourne adelantamos media hora nuestros relojes, menudo descontrol con los horarios, ya no recordamos cómo empezó todo. Nos espera el conductor más agradable de todo el viaje, y los demás aparte de Tim, lo han sido, pero este melbournés que vivió en Alemania se lleva nuestro gran recuerdo, y si tuviéramos una bola de cristal hasta lo hubiéramos contratado de guía para los tres días de Melbourne, que normalmente en ciudades nunca los consideramos necesarios. Según nos lleva al hotel nos va enseñando la ciudad, los monumentos, y sobre todo practicamos este mal inglés que nos va dando tantos problemas en el viaje y que de repente, tal y como ocurrió con la señora de Melbourne también en el Bowali Visitor Centre parece que es más fluido, y es que no hay nada como estar relajado y en buena compañía que se esfuerza para que todo vaya bien. 

Llegamos al hotel sobre las 13.15 h y volvemos a tener suerte, podemos disponer de la habitación ya que la hora de entrada es a las 15 h, con lo que nos damos una ducha para desentumecer el cuerpo del madrugón y desperezarle para tener nuestra toma de contacto con la ciudad. 

Antes de desgranar la bonita ciudad de Melbourne haremos una excursión que es casi ineludible en sus alrededores, que nosotros hicimos al día siguiente de nuestra llegada y luego nos damos uno de esos paseos agotadores por la ciudad para rematar este viaje, para mantener un orden. 


28 de diciembre de 2011

Australia - Parque Nacional de Kakadu - Jabiru - Bowali Visitor Centre - Darwin


Algo sin hacer y sin ver, algo por lo que volver

Tras nuestro paseo por el East Alligator River y de camino para comer de nuevo vamos viendo gigantes hormigueros, es increíble la cantidad de hormigas que puede haber en esta región. La comida de hoy es un lugar perdido en este espacio inmenso que es el Parque Nacional de Kakadu, no solo es restaurante, también es una tienda donde suministrarse de artículos necesarios para los particulares que entran en sus coches al tiempo que una tienda de souvenirs. A la entrada aborígenes tienen sus pinturas a la venta, además algunos están trabajando en sus nuevas obras. 

La comida es de lo más raro, una ensalada con algo parecido a pollo, pero era mejor no preguntar y comer, y de postre una especie de arroz con leche, pero sin leche, porque yo creo que no era ni leche de coco…para dentro todo que hay que alimentarse. 


Otro “detalle” de nuestro guía conductor Tim, la teoría es que él es el responsable de que todo funcione, pero no se preocupó de nada, se sentó y se dispuso a comer, sin mirar cuanta gente estaba sin atender…posiblemente sea demasiado exigente, pero también creo en la responsabilidad de los trabajos, así como en la educación y hasta el momento con Tim no he visto ninguna de estas virtudes. 

La comida no fue espectacular, por no decir mal, y los baños ecológicos, por primera vez, un horror, tenían un olor tremendo, tal cual entré tal cual salí, y si moría con la vejiga llena tendría que ser así pero allí era imposible dejar nada sin tener un ataque de vómito (fina que habré salido, pero he pasado por lugares malos y este tenía estrellas para ganarse un premio).

Terminada la comida nos vamos hacia un pequeño aeropuerto en Jabiru, allí descienden dos pasajeros del autobús, son los afortunados que realizarán un viaje en avioneta sobre Kakadu. Este fue mi fallo, mi gran fallo, el no leer que existía esta posibilidad en Sydney, para intentar llevarlo contratado. Ayer por la mañana entendimos algo a Tim, pero al preguntarle nos dijo que no, que no era nada para nosotros, y hoy ya algo enfadada le reclamo, y me contesta, cosa que en ningún momento dudo, que no hay plazas y que por eso no podíamos hacer el vuelo…posiblemente su cometido es solo llevar y traer personas, y no ejercer de guía completo, que se molesta en ayudar a los turistas con sus deseos, su sueldo no incorporará estas responsabilidades, pero muy mal por toda la organización y Tim se queda definitivamente sin propina. 

Para hacer tiempo mientras vuelven los afortunados pasajeros de la avioneta Tim nos acerca a las minas de Uranio, solo las vemos por fuera aunque también organizan visitas guiadas. ¡Qué feo contraste el del paisaje con el río y la mina al fondo!, más sabiendo el material peligroso que contiene. No nos gusta nada lo que vemos para estar dentro de un parque natural, por mucha economía y flujo monetario que mueva la mina.


Desde hace tiempo los grupos ecologistas critican su impacto medioambiental, y a finales de la década de 1990 organizaron campañas para impedir la ampliación de la mina, que finalmente no se llevó a cabo pero por una razón menos ecológica, por la caída de la demanda mundial. 

La teoría, que siempre tiene sus fallos, es que la mina está rigurosamente controlada para asegurar que los valores naturales del parque no se vean dañados.



Para seguir haciendo tiempo a que la pareja del vuelo regrese Tim nos lleva al Bowali Visitor Centre, donde ofrecen información del parque, a cuya entrada se encuentra uno de los famosos termiteros, más bien una reproducción o eso me pareció.


En la tienda de regalos y souvenirs encontramos un manual para tocar el didgeridoo, ¡en español!, con lo que mi marido ya puede empezar a tocar y a darme serenatas...o mejor no.

Lo más curioso del centro son los carteles de los baños.


Mientras esperamos a los afortunados pasajeros del vuelo entablamos conversación con la señora que tan amablemente iba traduciendo al italiano en el paseo en barca por el East Alligator River, otra abuelita encantadora del país, que se esfuerza en hablarnos despacio para entendernos, y esto es con lo que me quedo en general de los australianos, las ganas de hablar y de que todo sea fácil. Ella es de Melbourne y al saber que sería nuestro próximo destino le dio algo de pena porque ella continuaba el viaje para otro lugar, estoy segura que nos hubiera invitado a una taza de té en su casa y nosotros hubiéramos aceptado encantados.

Vuelven los voladores, y como no podía ser de otra manera hablan maravillas del vuelo, del paisaje que se divisa desde arriba, incluso se pueden ver poblaciones aborígenes...definitivamente una lástima no haber podido realizar este vuelo.

Con el atardecer regresamos a Darwin. No dejo de pensar en África mientras contemplo el inmenso sol. 


Le damos un puntazo negativo para toda la organización de Kakadu, porque ya éramos conscientes del hándicap de hacerlo en inglés y lo asumimos, pero queríamos visitarlo (yo insistí mucho a mi marido la verdad), pero que no se hiciera ni el mínimo esfuerzo para que el resultado fuera todo lo óptimo posible es lo que terminó por enfadarme, menos mal que los dos bonitos días de paisajes, aprendizaje de cultura aborigen y la fuerza de Kakadu puede más que todo lo negativo. 
Tim se quedó sin propina, en ningún momento a los que no hablaban inglés (franceses, italianos, españoles) se acercó a preguntarnos si queríamos alguna explicación, si le entendíamos bien, posiblemente no le pagan lo suficiente o así lo creerá él, pero sabiendo que lleva un grupo multilingüe un poquito de esfuerzo se lo hubiéramos agradecido. 

Para la agencia australiana que gestiona el tour otro puntazo negativo, por no avisar (puede que Alda, nuestra guía en la primera parte del viaje, tuviera algo que ver y pasara del tema, que no lo descarto) de la posibilidad del vuelo en avioneta, incluso desde la contratación del viaje en Madrid, que sería lo más lógico. 

De todas formas, como conclusión, es que aunque sea en inglés, en aborigen o en finlandés merece la pena hacer la visita a Kakadu, y nosotros solo hemos podido conocer una mínima parte, que nos han quedado lugares muy interesantes donde ir, pero si pasábamos más tiempo aquí no podríamos ir a Melbourne, y esto nunca pasó por mi cabeza, de Australia no podíamos irnos sin visitar esta ciudad. 

Llegamos a Darwin, y podemos disfrutar del anochecer desde el pequeño balcón de la habitación, como muchos de los alojados en el hotel que están cámara en mano haciendo fotografías del puerto con un atardecer como si fuera una pintura. 


Nos quedamos sin conocer nada de esta ciudad, que ha resurgido dos veces como el Ave Fénix, la primera tras la Segunda Guerra Mundial, durante la cual los japoneses bombardearon la ciudad, siendo el único puerto de Australia que sufrió ataques continuados; la segunda tras el ciclón Tracy del día de Navidad de 1974, con vientos superiores a los 200 km/h. 

De nuevo al cine, uno de nuestros grandes referentes en viajes, la película Australia cuenta los bombardeos de la guerra, y la evacuación que se realizo en la ciudad. 


Bajamos a cenar al restaurante del hotel, es lo más cercano y conocido, ya que no hemos podido explorar nada de Darwin y así nos quedaremos desafortunadamente. La cena no estuvo mal, solomillo y salmón, pero a estos australianos les gusta hacer demasiado todo tipo de carnes y esto le quita la buena textura. De nuevo un shock con los vinos, y eso que evitamos la oferta que tenían por el miedo que nos producía. 


26 de diciembre de 2011

Australia - Parque Nacional de Kakadu - East Alligator River


Quai da ngalaringi nangami! (¡Bienvenidos a nuestro Tiempo de los Sueños!)

Tras la maravillosa visita a las pinturas y los paisajes de Ubirr hoy nos toca de nuevo un paseo en barca, en esta ocasión por el East Alligator River, y lo haremos con una compañía aborigen con guías aborígenes, Guluyambi Cruises


Hagamos este paseo acompañados de buena música con raíces aborígenes:


Uno de los aborígenes que trabaja en esta compañía posa para las mujeres turistas (o turistonas) que le están llamando guapetón, así que aprovecho para hacerle una foto rápida (pasando al segundo grupo de mujeres), y él nos demuestra que la vanidad humana no conoce de raza o de edad. Me pierdo y confundo entre lo que creen con las fotos que a la muerte se tapan y que en esta ocasión dejan en manos de los turistas que no respetarán esta creencia. 
Publico la foto porque entiendo que al posar da su consentimiento tácito y explícito, si su creencia fuera aborigen no hubiera posado tan feliz porque mi intención no es ser irrespetuosa con sus creencias. 


Ya en navegación pausada por el río por supuesto no faltan los animales, entre ellos los cocodrilos, este es su territorio más que de los humanos. 

 
Lo más sorprendente es ver a esos cocodrilos en el agua y  en las orillas y al tiempo ver como la gente está de pesca al lado con total tranquilidad (se supone que no hay ninguno cerca pero no me fiaría yo de estos animales)


Y no menos sorprendente es ver el camino del río por el que cruzan los coches. Cuando esta mañana esperábamos nuestro autobús vimos todoterrenos, y lo que es más, autobuses todoterrenos, preparados para salirse de los caminos asfaltados o de tierra más normales, e incluso para vadear ríos y pozas de agua (la excursión que realicen tiene que ser de lo más animada, divertida y diferente). 


La bella y la bestia, o la garza y el cocodrilo.



Se ve y se oye menos cantidad de aves que en la Yellow Water, pero alguna asoma, como el ya conocido King Fisher y un ave zancuda, de las cientos que pululan por este Territorio del Norte. 



Viendo esa arena apetece tirarse allí y darse un chapuzón, pero esto es algo que no se debe hacer, mirar el primer plano de la foto, camuflado entre los troncos asoma la cabeza de un cocodrilo, no muy grande en tamaño pero si come seguro que crece más y desde luego yo no quiero parar su crecimiento pero tampoco quiero contribuir a él. 



Podéis ver lo cerca que pasamos de ellos, mejor no sacar las manos fuera. 


No hay que desatender el paisaje, con las formaciones rocosas  que hablan de su creación.


Una foto doble o de ida y vuelta, pero no estaría yo muy segura caminando por ahí, aunque están a distancia del agua pero un resbalón puede resultar mortal de necesidad, si no es por un animal, es por un paro cardíaco del susto. 


El conductor de la barca nos va contando cómo viven los aborígenes, para que utilizan los materiales de la naturaleza: para instrumentos de caza y pesca, para la vida cotidiana, pero aunque su inglés no es especialmente duro nos perdemos la mayor parte de las explicaciones desgraciadamente, y afortunadamente una buena señora australiana (de Melbourne para ser exactos) va traduciendo poco a poco y a intervalos a un pequeño grupo de italianos en este idioma, y por aquí nos vamos enterando un poco más. 



Desde la barca, más con el objetivo de la cámara que con mis propios ojos, se pueden ver pinturas aborígenes en los abrigos rocosos, que hablan de la historia y la cultura de los aborígenes, como hemos visto en Nourlangie Rock y en Ubirr por partida doble.


Hacemos una parada, pisamos Arnham Land, que es territorio aborigen y cerrado al turismo si no se pide permiso y se paga por entrar, siempre en compañía de aborígenes, nunca por cuenta propia. Esta tierra abarca unos 97.000 km2  con una población de poco más de 16.000 habitantes, la mayoría de la etnia yolngu. 


 Subimos a la roca para disfrutar de las mismas vistas desde abajo, pero con mayor altura.



Hacia el interior se encuentra una billabong, la de Lady Kakadu, la creadora de esta región para los aborígenes, pero es un lugar sagrado y no se pueden hacer fotografías. Está escondida entre la vegetación, no es una billabong grande como la de Yellow Water, es más una pequeña laguna. 

Seguimos todos a nuestro guía conductor, nos va a enseñar sus instrumentos de caza, y además nos lo iremos pasando para poder apreciarlos mejor, son de madera y con algunos hay que tener mucho cuidado porque están muy afilados y es fácil cortarse. 



Después nos hace una demostración con una lanza y un lanzador de lanzas, valga la redundancia, aunque no consigue que llegue hasta la otra orilla y todos soltamos un ¡¡ohhh!! porque teníamos la seguridad que lo conseguiría. 


Uno del grupo le pregunta si él ha cruzado a nado este río, y con toda la tranquilidad contesta que muy a menudo y no creo que fuera por presumir o para tomarnos el pelo, sino que para ellos es natural bañarse en estas aguas…iba a meter yo un solo dedito. 


Volvemos hacia el embarcadero para emprender el camino de vuelta, ahora nos parece ver una cabeza moldeada en la roca, ¿no os parece un aborigen?


Se acaba nuestra exploración en tierra aborigen, y como nos ha ido ocurriendo durante todo el viaje, nos han quedado ganas de más, su concepción del nacimiento de la tierra y de su relación con ella nos ha impactado y nos gustaría conocer más y mejor sobre ello. 


22 de diciembre de 2011

Australia - Parque Nacional de Kakadu - Ubirr (2) - Mirador de Nardab



Emulando a Cocodrilo Dundee y encuentro con la Serpiente del Arco Iris

Después de disfrutar con el menú ilustrado en las piedras comenzamos a subir por las rocas, hay unas flechas indicando el camino más cómodo, pero de cómodo no tiene nada. 


Se llega a otro abrigo rocoso con nuevas pinturas, donde se ve un canguro y una persona, esta parece que tiene un didgeridoo a la derecha y una escopeta a la izquierda, supongo que más que escopeta será algún tipo de instrumento de caza de forma similar; aunque también es cierto que los aborígenes siguieron pintando en los abrigos hasta el siglo XX, aunque también podría ser un didgeridoo de repuesto... 


También hay un dibujo de una tortuga, por lo que parece de cuello largo.


A la izquierda de la tortuga, un aviso sobre cocodrilos y más figuras humanas que hablan sobre las leyes para vivir. 


Sobre las leyes de convivencia, a los niños se les enseña a respetar las leyes y el castigo que conlleva el quebrantarlas; estos dibujos recuerdan la historia de una joven que desobedeció los tabúes alimenticios comiendo barramundi (no sé porque no podían y si era un cuestión de sexo porque se trata de UNA joven), siendo castigada severamente, a lo que siguió una lucha entre clanes, en la que murieron muchas personas. Los mayores cuentan esta historia a los jóvenes con las lanzas apuntándoles.


Las dos figuras en tono más rojizo son las que hablan del aviso sobre los cocodrilos. Cuenta la historia de las hermanas Namargarn, que solían jugar junto a la desembocadura del río East Alligator, donde se escondían la una de la otra cambiándose por cocodrilos. Un día una hermana le dijo a la otra: “Vamos hermana, cambiémonos a cocodrilos y matemos a alguien, no importa que sea aborigen ni lo que diga la tribu”. 

Las hermanas viajaron hasta un manantial cerca de Point Farewell llamado Gungarn’derdi, donde se convirtieron en cocodrilos. Con esta forma las hermanas siempre saben donde están sus víctimas porque tienen poderes extrasensoriales tanto por encima como por debajo del agua por las escamas en su espalda, sobre el cuello. 

Las hermanas sujetan en sus manos cadenas (supongo que varas finas de madera) como las que suelen llevar las mujeres mayores aborígenes y con las que realizan formas de la vida salvaje y relámpagos, actividad en la que participan los niños para aprender más de su entorno. 


Muy curiosas e interesantes resultan estas historias aborígenes. 

Por detrás de este abrigo rocoso se continúa subiendo para acceder al mirador de Nardab, un camino de solo 250 m subiendo como cabras por las rocas, desde donde se contempla la llanura aluvial y donde Cocodrilo Dundee se sube para contemplar el paisaje. Que hable el paisaje por sí mismo:








Es increíble lo que la naturaleza puede provocar en el espíritu, y da lo mismo estar rodeado por cientos de turistas pululando por las rocas, es la sensación especial de estar allí viendo lo que vemos, que si no fuera por la excursión programada y el tiempo establecido en cada visita, una se olvidaría de todo allá arriba y se quedaría en paz. 


En un conjunto de piedras me voy directa a jugar, forman un agujero triangular por donde asomar la cabeza, voy completamente decidida a hacerlo pero según me estoy tirando por el suelo y arrastrándome para asomarme me voy fijando que entre las rocas hay muchas telarañas, así que me levanto escopetada, en Australia existen multitud de especies de arañas, entre ellas una de las más mortales…


Un pensamiento sobre la cultura de los aborígenes: ellos pertenecen a su tierra, y su alma nace de la tierra y vuelve a ella después de su muerte. Este pensamiento es de los más universales, la única y sustancial diferencia es el respeto con que los aborígenes tratan a la tierra, no como algo a explotar salvajemente, sino como un ser al que cuidar y proteger, al que devolver lo que te da amablemente…es otro mundo y así lo conocí en el libro Las voces del desierto de Marlo Morgan. 

Bajamos del mirador y nos dirigimos hacia otra pared con pinturas, donde se desgrana algo más del Tiempo de los Sueños.


Durante la creación del paisaje donde nos encontramos Garranga’rreli lo visitó como la Serpiente Arco Iris, y se dibujó en la pared como recuerdo para las personas. Cuando se habla de ella a las jóvenes aprenden sobre la pubertad y como comenzar su vida como adultas. 

La Serpiente del Arco Iris es muy conocida en el norte de Australia, como uno de los antepasados más poderosos de la creación. Los aborígenes recuerdan su poder durante los meses de la estación de lluvias cuando el arco iris aparece en el cielo.

Alrededor de esta pintura se ha colocado una línea de silicona, aunque también parece ser que se ha colocado una capa muy fina sobre la propia pintura, como medida para proteger las pinturas (esta técnica se ha utilizado en casi todas las pinturas que hemos visto) ya que al utilizar pigmentos naturales muy solubles son muy sensibles al agua y con las lluvias irían desapareciendo. 


La Serpiente vive tranquila en los cursos de agua, pero puede ser molestada por algunos ruidos, especialmente por el llanto de los niños. Un día la Serpiente oyó los llantos y gritos de un niño de un campamento aborigen, Ulbu, que lloraba porque quería comerse unas raíces dulces, y cuando llegó la noche por error le dieron raíces amargas, con lo que sus gritos fueron más fuertes y continuaron hasta por la mañana. 

De repente se levantaron frías ráfagas de viento, que eran una señal de que el arco iris aparecería. La Serpiente salió del campo, atrapó a la gente con su cuerpo, y se los comió, incluido el niño. 

Por ello, no es normal ver a los niños aborígenes llorando sin consuelo. 

Son como nuestras fábulas, con moraleja y todo. 

Otra de las pinturas es un aviso sobre la salud. Los huesos, las juntas de los huesos, de la persona del dibujo han sido hinchados por Miyayima, una enfermedad que se puede contraer si se molestan las piedras de un lugar sagrado que se encuentra río abajo, cerca del East Alligator River. 


Una de las razones por la que los aborígenes están tan preocupados por la protección de sus lugares sagrados es que si se molesta alguno de ellos puede ser extremadamente peligroso para todo el mundo, con lo que no solo es autoprotección sino que miran por toda la humanidad.


Si fuera por Tim no nos hubiéramos enterado de nada, él iba a su ritmo, y ya se dedicaba especialmente a sus clientes hablantes en inglés, el resto éramos como un rebaño; menos mal que los paneles nos explicaban lo que veíamos. Y así, con paciencia allí y aquí traduciendo estos paneles desgranamos algo más del Tiempo de los Sueños; allí los compartimos con turistas italianos, que andaban más perdidos que nosotros. Pero en esto de los viajes, la máxima es llegar y ver.

Terminada la visita de esta zona de Ubirr nos volvemos al autobús, por un paisaje  con vegetación bastante seca. En la zona nuevamente hay otros caminos más largos para recorrer, y visto el paisaje que hemos visto tanto desde abajo como desde arriba estoy segura que merecerá la pena hacerlo, aunque habrá que tener cuidado con los cocodrilos y mantenerse en los senderos.