17 de enero de 2018

Dubái - Burj Khalifa


En lo más alto del mundo (todavía)

Una vez relajados y descansados tras nuestra llegada a Dubái y al hotel Burj Al Arab, que nos lo hemos tomado con mucha calma, salimos del mismo y en taxi vamos hasta la visita concertada a las 12 de la mañana, el impresionante y bello edificio Burj Khalifa, aunque una visión completa de él no la tenemos hasta que salimos precisamente de él, ya que el taxi nos dejó en una de las entradas al Dubai Mall y no paseamos por los alrededores en busca de mejores vistas o ángulos, directamente fuimos al mostrador de entradas.

El edificio tiene una altura de 828 m, en la actualidad es el más alto del mundo, se construyó en 2010 con un diseño del arquitecto Adrian Smith que recuerda a una típica flor del desierto, una hymenocallis o spider lily, por lo que tiene forma de “Y”. El proyecto original fue diseñado para construirse en Australia con una altura menor, 570 m, que ya lo convertía en el edificio más alto del mundo, pero al descartarse la opción australiana se llevó a Dubái, inmerso en plena emergencia urbanística y constructora, con un altura inicial de 600 m, medida que se fue incrementando cada vez más hasta llegar a la que presenta.

Está compuesto por tres elementos que arrancan de un núcleo central y que van girando de forma helicoidal, llegando sólo el elemento central a alcanzar la altura total del edificio. Para su diseño se tuvo en cuenta el impacto del viento, y durante su construcción se sometió la fachada a diversos análisis para controlar los cambios de presión y temperatura en su estructura debido a su gran altura. 


Por internet compramos las entradas para las 12 de la mañana, que incluían el acceso a un lounge en la planta 148 y a los dos miradores de las plantas 124 y 125. Lo primero que descartamos fue el subir a la hora de la puesta de sol, que es lo más típico, cambiándolo por una mala comida y una supuesta buena cena en el restaurante Al Muntaha del hotel Burj Al Arab. Atravesamos el mall, ¡qué grande es por Dios o por Ala!, llegamos hasta el mostrador, donde canjeamos nuestra reserva por dos tickets, tras lo cual nos llevaron a una sala, ya que todavía faltaban unos cinco minutos para la hora de visita, donde nos ofrecieron un té y unos dátiles (lástima que no me gusten nada). Esto es una visita VIP sin colas y con detalles. Poco a poco van llegando los visitantes del turno y los dátiles comienzan a desaparecer de la bandeja.



Una extensa caminata por pasillos del edificio nos lleva a un ascensor para acceder al lounge de la planta 148, situado a 555 m de altura, donde fuimos obsequiados con una bebida y unos pequeños (mínimos en tamaño y cantidad) canapés; ya no es tan VIP. 


A disfrutar de las vistas, que se tratan principalmente de los edificios de la ciudad, y de las grúas de los nuevos edificios que están por llegar. En otras ocasiones desde los miradores de edificios he intentado identificar los edificios que vemos, pero como en esta ocasión no vamos a pasar junto a ellos, pues no me he tomado el trabajo de hacerlo, será cuando nos presentemos con más conocimiento.









La avenida Sheikh Mohammed Bin Zayed y sus carriles de circulación, que no sé si el algún momento se colapsarán por el tráfico, pero no me parece que esto pueda ocurrir.


Impresiona ver los nuevos canales de agua que surgen en la ciudad, mientras el resto del mundo anda en sequía crónica o en inundación agobiante. 


También vemos parte de las islas artificiales del golfo, aunque yo pensé que se vería todo con más nitidez y claridez, pero se necesita otro ángulo para ello (o ninguno de los dos estábamos con la lucidez como mirar y encontrarlas, porque desde esta altura todo tiene que estar a la vista). 



Tras una visita con calma por el mirador bajamos al piso 125, que en realidad se trata de este piso y del 124, el primero con un mirador-cristalera cerrado, y el segundo con mirador-cristalera abierto. Ahora estamos a 456 m de altura. 


Las vistas son las mismas que desde el lounge, quizás esos veinte pisos hace que parezcan más cercanas (sugestión, pura sugestión). 






Detalle de las fuentes de Dubái, que si la visita al Burj Khalifa coincide con su funcionamiento, a pesar de la altura puede resultar curioso el verlas. 


Detalle de las avenidas y autopistas que cruzan la ciudad, que más ciudades querrían para ellas. 


Desde la terraza exterior se tiene una buena vista de la forma de la parte superior del edificio, con los tres elementos que lo componen. 


Hemos realizado una visita tranquila y relajada por los miradores, sin prisas, así que decidimos darla por finalizada. En la planta inferior volvemos a atravesar pasillos en los que ahora nos podemos detener ya que no seguimos a una embajadora del edificio como en la llegada, y en estos pasillos cuentan la historia del edificio con paneles, y resultan interesantes. 


El edificio se despide de nosotros y nosotros de él. 


Posiblemente el comprar la entrada con acceso al piso 148 compensa en los días de gran afluencia de visita o en las horas punta de la misma, porque es una gran ventaja el acceso prioritario, la salida prioritaria, el tener las vistas con más tranquilidad, con menos público y más tiempo; por las vistas, pues ya lo he dicho, las mismas, 100 m no se notan tanto. Nos queda pendiente una visita al mágico atardecer si se tiene suerte, y en caso de tener que volver a hacer una escala larga y forzada, nos lo pensaremos; y además también nos falta tener mejores vistas y fotografías del edificio en sí, que no nos hemos esforzado nada de nada en obtenerlas.