31 de octubre de 2018

Myanmar - Vuelo de Bagan a Heho

Vuelo exprés

Hoy salimos de Bagan por vía aérea, la ventaja es que el hotel está situado muy cerca del aeropuerto, por lo que el traslado es corto. Quedamos con Myo a las 8 de la mañana, aunque o bien a él o bien al conductor se le pegaron las sábanas y llegaron con algo de retraso (pero nada preocupante, es que como siempre suelen estar antes, el detalle nos llamó la atención). 

El edificio del aeropuerto es bastante nuevo, con arquitectura típica del país. 


Un aeropuerto moderno y un mostrador antiguo, sin pantalla en la que leer los vuelos. Volamos de nuevo con Yangon Airways, y los asientos hoy son free, o sea, corre y pilla sitio. 


El aeropuerto es un pasillo ocupado por los mostradores de las compañías aéreas, un mostrador para el canje de moneda y algunas tiendas. En este espacio esperamos unos veinte minutos. 


Myo nos avisa que vamos a entrar a la sala de embarque; en estos momentos te sientes afortunada de tener un guía birmano porque muchos viajeros sin ellos cada vez que hay movimientos de gente se dirige a la puerta de embarque sin saber a qué van, y allí les dejan pasar o no. 


Desde la sala vemos el movimiento de carga de maletas en los vehículos destinados a la labor, y esperamos que las nuestras vayan en ese maremágnum (creo que es mejor no ver nada y tener la zozobra natural, porque si ves como se quedan en tierra y no puedes hacer nada, el síncope es peor). Se producen varias llamadas en birmano, y si las dijeron en inglés nadie lo entendió, porque de nuevo se produce la misma situación caótica, los viajeros se levantan con sus boarding pass a la puerta de salida y algunos son rechazados, ese no es su vuelo.

En un momento dado, Myo nos avisa que ahora sí, que han anunciado el vuelo, y la entrada por la puerta es un jaleo, nada de colas para entrar, todos al batiburrillo por donde se pueda. Subimos a un autobús con asientos para llegar al avión, y luego subimos a éste. 


Comenzamos a volar sobre Bagan, pero la vista que tenemos sobre su llanura de templos no es muy buena del todo, vemos algunas y sobre todo destaca la torre Nam Myint, pero no vemos la gran inmensidad que pueblan la zona, una pena porque hubiera estado bien. 



Nos ofrecen una bebida, y alguno de nosotros se está aficionando a la Mirinda, parece que la infancia le puede. 


Tras unos 45 minutos alcanzamos el destino, creo que la programación del vuelo ha cambiado, porque nuestra información era de hora y media vía Mandalay y ha sido trayecto directo y en la mitad de tiempo, pues mejor así. 



Aterrizamos con normalidad en una pista llena de baches, ahora descendemos a pista directamente. 


Entramos como por la parte trasera del aeropuerto, donde estaba la torre de control –las letras que lo señalan están borrosas en la parte superior- porque este edificio es más antiguo y menos moderno que otra construcción aledaña. 


Colocan las maletas facturadas en el suelo, nada de cintas de equipaje, controlando las que van en grupos, que para eso las marcan, y si el grupo es grande y con guía, éste está al pendiente. 


Pasamos el trámite de registro de entrada de pasajeros pasaporte en mano y ya estamos listos para emprender un nuevo periplo por otra zona del país, con otro joven conductor (muy jóvenes han sido en general), pero ahora las maletas no caben todas en el maletero y tenemos que llevar una en el asiento de atrás, entre nosotros, y eso que les dieron vueltas para intentarlo. Por carretera emprendemos viaje al estado Shan, a la localidad de Kalaw, donde realizaremos un pequeño y muy gratificante trekking, pero antes de llegar haremos una parada en las sorprendentes cuevas de Pindaya.
 

29 de octubre de 2018

Myanmar - Bagan - Izza Gawna Pagoda - Winido Temple

Últimos templos y visitas

Terminada nuestra visita al monte Popa y sus posibilidades, volvemos a Bagan, la primera intención era quedarnos en el hotel, yo ya no pido más templos para visitar –y nos quedan un montón, seguramente entre ellos muchos interesantes-, pero decidimos que quedaran pendientes, preferimos que nos dejen a la entrada del hotel, donde hay algunos templos por los que hemos pasado todos los días de entrada y salida que nos han gustado, Izza Gawna Pagoda, construido en 1237 con un sikhara de estilo hindú, que recibe el nombre de un monje poderoso. 


El templo ha sido devastado por el terremoto de 2016 y está cubierto con andamios, además las escaleras de acceso están inclinadas. Al fondo asoma la fea torre mirador de Nam Myint



Su interior resulta coqueto, con una imagen dorada de Buda en su santuario. 



Todavía se conservan algunas pinturas en su interior, que parecen calcos de pequeños Budas. 



En el exterior destaca su decoración con estuco, muchos adornos vegetales y cabezas de makalas u ogros. 


Alrededor hay más estupas, que ya sabemos que nunca están solas, algunas de nueva factura y otras antiguas con todo el poder del paso de los años.



Paseamos entre ellas y descubrimos nuevas imágenes de Buda. 


Salimos a la carretera que conduce al hotel, y menos mal que no está muy transitada, así nos evitamos esquivar vehículos de dos o cuatro ruedas, y sobre todo el polvo que pueden levantar y hacernos tragar. 


A nuestro paso surgen más pagodas, y es que si hay más de dos mil, tienen que estar por todo la llanura. Lo mejor es la sensación de pseudoexplorador que tenemos y la tranquilidad al estar solos entre estas pagodas. 




Caminando desde Iza Gawna llegamos al complejo de Winido Temple


El conjunto fue construido a mediados del siglo XIII, y en primer lugar accedemos al templo de mayores dimensiones. 




En los santuarios hay imágenes de Buda, y en las paredes rastros de su decoración, con algunas pinturas. 




Desde la terraza de este templo vemos el bonito conjunto del resto de pagodas y estupas. 



Paseamos entre ellas, y la verdad es que es gratificante, y eso que el sol estaba cayendo con toda su fuerza, y en este paseo nos aparece un joven que nos ofrece abrirnos el templo para acceder, pero sin saber si realmente es una entrada legal preferimos no aceptar, aunque es posible que sea el llamado keymaster, el guardián de las llaves, un puesto que en Bagan se utiliza para dar empleo y mantener los templos – y creo que nos perdimos unas bellas pinturas-. 



En una estapa la imagen de Buda, que en su parte trasera conserva apenas un poco de su decoración. 


Intentamos continuar el camino que lleva a los templos situados frente al bungalow del hotel, pero nos parece que nos llevará demasiado tiempo ir y volver, a no ser que nos dé por cruzar el estanque a nado, así que decidimos que mejor llegamos al hotel y volvemos a subir a la torre Nam Myint en espera de un atardecer más mágico y colorido que los que hemos tenido hasta el momento.


Izza Gawna y Winido Temple son dos templos menores, pero como veis siempre hay algo que los convierte en especiales, ya sea decorativamente, arquitectónicamente, por el paisaje alrededor, o sencillamente por la paz de la visita en solitario. 

Sus localizaciones:   


26 de octubre de 2018

Myanmar - Monte Popa Resort

Las mejores vistas

Después de la visita al monasterio Taung Kalat podemos emprender el camino de vuelta a Bagan, pero la alternativa que teníamos en caso de que yo me negara a subir las escaleras con los monos de perpetua compañía amenazante era ir al Popa Mountain Resort para al menos tener unas bonitas vistas, así que decidimos que comeremos allí, y así lo tenemos todo.

En el camino de entrada hay estatuas de elefantes, y en todo el recinto hay más imágenes de elefantes y también monos; los elefantes supongo que porque son los dos animales protectores a la entrada del monasterio, y los monos, pues no hace falta que diga nada. 




El día es fresco, lo que no quiere decir que haga frío, se agradece no sentirte en baño de sudor, e incluso el necesitar una camisa de manga larga; pero por supuesto decidimos que comeremos en la terraza, desde el salón interior no se tienen las mismas vistas, que son las que nos han traído hasta aquí. 


Cuando paramos en la carretera más o menos se tiene la misma vista, la diferencia principal es la tranquilidad (por lo menos el día de nuestro paso) y la abertura de paisaje que se tiene desde la terraza. Si os fijáis podéis ver las escaleras cubiertas que ascienden hasta la cima. 


Para comer pedimos dos platos que nos intercambiaremos, un beef stir fry (tiras de ternera salteadas con noodles) y un curry de gambas (nos da confianza el estar en el restaurante de un buen hotel y elegimos marisco), que nos aconseja Myo, por supuesto acompañado de su ración de arroz. 



De postre, el clásico plátano, que en esta ocasión, al ser restaurante de hotel viene troceado, y una ración generosa (sí, somos tres y hay cinco). 



El precio es más caro en comparación con los otros restaurantes locales donde hemos comido hasta el momento durante el viaje, pero es que las vistas también hay que pagarlas.

El hotel cuenta con una piscina, que los no clientes pueden utilizar por 10$, que incluyen una bebida, y en principio sin límite de tiempo. Habíamos venido preparados para utilizarla, pero la temperatura exterior no era adecuada, y tampoco la del agua, metí mi pie (una ventaja de ir en chanclas) y no era precisamente relajante o sopa de pollo como ha sido la tónica en todas las piscinas. Lo mejor de nuevo, las vistas del monasterio, creo que estar aquí al atardecer y por la noche debe ser maravilloso. 



Paseamos por sus jardines, donde destacan las bonitas y coloridas flores. 




Un bonito lugar para pasar la noche sin lugar a dudas, o por lo menos para tomar una bebida o una comida como hemos hecho nosotros. 


Volvemos a Bagan y pasamos por las plantaciones de palmeras y sus explotaciones agrícolas