3 de febrero de 2015

Canadá - Ville de Québec - Basse Ville - Maison Chevalier - Place Royale - Èglise Notre Dame des Victoires


De origen real 

Desde la rue Sous Le Fort parte la rue Notre Dame, y desde ella la pequeña rue Cul de Sac, una calle en curva que nos recuerda precisamente por esta forma al Bloody Angle (el callejón sangriento) en el Chinatown de New York, pero esta pequeña calle canadiense no te desborda la imaginación como la neoyorkina.  



La calle desemboca en el cruce de la Rue du Marché Champlain con el Boulevard Champlain, ambas con muchos locales de restauración, que dado el buen tiempo tenían sus terrazas en total ocupación. También se puede llegar aquí directamente por la rue Notre Dame o descendiendo por la escalier Cul de Sac que parte de la rue du Petit Champlain.


En la Rue du Marché Champlain se encuentra la Maison Chevalier, formada realmente por tres casas, Chesnay, Frérot y Chevalier, restauradas en la década de 1960 y que en la actualidad alojan el Centre d’interpretation de la vie urbaine de la Ville de Québec.

La casa Chesnay fue construida por el comerciante del mismo nombre en el siglo XVII. La casa Chevalier fue construida por el comerciante de este nombre en 1752, como casa particular, almacén y oficina de negocios, convirtiéndose en albergue a finales del siglo XVIII con el nombre de London Coffee House. 


Volvamos hacia atrás por la rue Notre Dame, pasando su cruce con la rue Sous le Fort



La calle conduce a la place Royale, la plaza más importante de la Basse Ville, un patio adoquinado rodeado de las antiguas residencias de los comerciantes ricos de principios del siglo XVIII, con tejados apuntados y contraventanas. Es la plaza canadiense con la historia más larga, con aproximadamente 400 años, siendo el lugar donde Samuel de Champlain instaló el primer asentamiento tras la fundación de Québec Ville, construyendo él mismo su casa en 1608 en este lugar, que fue derribada dos años más tarde para la construcción de una iglesia y el establecimiento de un mercado. Sin lugar a dudas, una plaza muy coqueta. 


Tras varios incendios sufridos en la ciudad, Champlain promulgó una ley por la que todas las casas se construirían de piedra y además habría escaleras de emergencia en los tejados, tejados que ahora son metálicos. 


En el casi centro de la plaza se colocó en 1686 un busto del rey Luis XIV, razón por lo que es llamada royale. El rey envió con las ursulinas dos naves con mujeres, huérfanas y prostitutas, para que los soldados las eligieran como esposas; estas mujeres fueron llamadas las “chicas del rey”, y con estos matrimonios comenzó el poblamiento de Canadá, y sus hijos son los llamados canadiens


En place Royale se instaló la cuarta Batterie Royale, y tras la conquista inglesa de la ciudad en 1759, la plaza volvió a sus orígenes comerciales. En la plaza se encuentra el que seguramente sea muy interesante de visitar Centre d’Interpretation de Place Royale.

En el pavimento hay un círculo de piedras negras que marcan el lugar donde se encontraba el fuerte de madera construido por Samuel de Champlain


La plaza está presidida por la sencilla y bonita Èglise Notre Dame des Victoires, la iglesia más antigua de Norteamérica, diseñada por orden de Monseñor Laval, primer obispo de Québec, en el lugar donde se localizaba el jardín de la casa de Samuel de Champlain

 

Originalmente la iglesia fue consagrada al niño Jesús, y en 1690 fue rebautizada con su actual nombre tras la retirada de las naves del capitán inglés Phipps, que habían asediado la ciudad durante cinco días. En la batalla por la ciudad entre franceses y británicos en 1759, la iglesia quedó totalmente destruida y tuvo que ser reconstruida.



Victoria se convirtió en Victorias en 1771 después de que un ataque naval dirigido por al británico almirante Walker fracasara por una violenta tormenta. Fue declarada monumento histórico en 1759. 


En 1888 Jean M. Tardivel pintó una serie de frescos sobre la historia de la iglesia y de la ciudad; además hay reproducciones de obras de Rubens y Van Dyck. 



Del techo cuelga un exvoto, la maqueta del barco Brezé, el barco en el que llegó el Marqués de Tracy y los soldados del Regimiento de Carignan en 1664, que originalmente fue colgada en la catedral por el marqués y que fue trasladada a esta iglesia en 1955. La maqueta es considerada un símbolo de buena suerte para las travesías oceánicas, así como lo fue para las batallas que se libraron contra los iroqueses. Exvotos de barcos también se encuentran colgados en la Chapelle Notre Dame de Bonsecours de Montréal.


El altar simboliza la ciudad fortificada de Québec, por eso tiene la forma de un castillo (aunque sin querer ser sacrílega, en la primera visión me parecen tres torres de tartas de boda). 


Cada 3 de enero se bendicen en la capilla de Santa Genoveva unos panecillos; santa que es la patrona de París y que se suele invocar para la protección contra el hambre. 


Salimos de la iglesia y continuamos por la rue Notre Dame hasta salir a la conocida côte de la Montagne


En la fachada de la Maison Soumand hacia el parque de la Cetière destaca un mural de 420 m2, La Fresque des Québecois, inaugurado en 1990, del estilo que vimos al final de  la rue du Petit Champlain; en este caso se mezcla la historia con la actualidad. Aparecen Samuel de Champlain, las ursulinas, lord Dufferin, una puerta de la muralla, que comunica la Ciudad Alta con la Ciudad Baja, el escudo de armas de la ciudad... Además hay guiños hacia las estaciones con sus colores. 


En la parte inferior, bajo la puerta de la muralla hay un simpático detalle, un grupo de tres niños jugando al hockey, el deporte nacional; uno es un amerindio –que no recuerdo el equipo que representa-, otro representa al equipo de la ciudad, y el tercero, con una carga irónica es un niño más pequeño, representa al equipo de Montréal, rival del equipo de la ciudad de Québec. 


Desde place Royale sale la rue de la Place, donde se encontraba de forma parcial otra de las esculturas-instalaciones pertenecientes a Les Passages Insolites, Piscine Hors-Terre, obra de Plux5 y The Collectif de la Fourchette; digo parcialmente porque sólo estaba el techo, faltaban las sillas azules típicamente playeras que forman parte de ella. 


La rue de la Place es perpendicular a la rue Saint Pierre, que desemboca por uno de sus lados en la rue Sous le Fort y por otro a la côte de la Montagne


Por la Rue Sous le Fort volvemos a salir a la escalier Casse Cou, pero en lugar de subir por ellas, y no porque realmente pensemos que nos vamos a romper el cuello ni porque sean empinadas ni muchas, sino porque ascender por ella significa que luego hay que subir por la empinada côte de la Montagne, decidimos tomar el funicular que evita el esfuerzo. 


El funicular llega hasta la Terrasse Dufferin y desde él se tienen vistas sobre la Ciudad Baja, de la animada rue du Petit Champlainn y de la orilla de Lévis, localidad situada frente a la ciudad de Québec. 



Una vez que salimos a la Terrasse Dufferin lo primero es buscar, elegir, y consensuar con la pareja con la que estamos paseando por la ciudad, un lugar para cenar, siendo la elección una creperie junto al Château Frontenac, situada en la rue Saint Louis, Le Petit Chateau. Como tienen una terraza en el patio interior y la temperatura es muy buena, decidimos cenar al aire libre, con la compañía de un chaissoneur, que vende sus cd’s (que siempre estaba allí, por la mañana y por la noche, poco descanso tiene). 


El local está especializado por supuesto en crêpes, además de fondues y raclettes, decantándonos por las primeras. Una de ternera picante (creo que llamada mexicana) y una tipo brunch, con jamón, bacón, huevos y salchichas; la primera mejor que la segunda, pero ninguna especialmente buena como para tener el local en consideración para una segunda oportunidad. En definitiva, uno de esos lugares situados en el centro turístico que cumple la máxima escrita y no escrita de no tener una buena calidad (para no ser tan estricta, diré que era aceptable "por los pelos").



El recorrido de calles, por la que es un placer caminar descubriendo sus rincones: