9 de abril de 2019

Zimbabwe - Cataratas Victoria

El humo que ruge (Mosi-oa-Tunya)

Comenzamos el día a las 9 h, la hora a la que tenemos que estar en el salón del lodge Elephant Camp para reunirnos con nuestro guía Jameson, hoy vamos a conocer las míticas cataratas Victoria, uno de esos sueños de viaje que tenemos desde hace tiempo (realmente soy yo más la soñadora, afortunadamente él siempre me acompaña en mis sueños, y además me saca de mis pesadillas).

Pasamos brevemente por la ciudad de Victoria Falls, creada esencialmente para el turismo. A la entrada al Parque Nacional de las Cataratas Victoria hay unas cuantas tiendas en las que vimos objetos bonitos, pero no tuvimos tiempo para pararnos tranquilamente a curiosear y comprar, acto que tengo la seguridad de que hubiéramos realizado de ir por nuestra cuenta y no tener una agenda apretada. Lo que si cogimos en estas tiendas fueron dos impermeables largos y contundentes, nada de un plástico ligero, que suponemos tendremos (en nuestro caso será Jameson el encargado de hacerlo o no) que pagar a la salida.

El Parque Nacional de las Cataratas Victoria se sitúa en el noroeste de Zimbabwe, protege las orillas sur y este del río Zambezi, con una extensión de 23,4 km², unos 6 km por encima de las cataratas y unos 12 km por debajo de las cataratas.

Cuando en 1855 David Livingtone (sí, el famoso "doctor Livingtone supongo") vio por primera vez las cataratas escribió en su diario: “…imágenes tan bellas como esta deben de hacer que los ángeles miren desde lo alto…”, y las bautizó con el nombre de la reina de Inglaterra. Y nuestra primera visión en este parque es la de su estatua. 



Realizaremos un camino marcado por varios puntos, que suelen corresponder a miradores, siendo el número 1 el de la estatua, que curiosamente aunque no es de extrañar viendo el comportamiento humano en la vida cotidiana o en la turística, además tiene una advertencia, que debería una ser una prohibición en toda regla (si el aviso está, es que más de uno ha tenido la peregrina idea de realizar esta acción ilógica). 


Las cataratas están entre las siete maravillas naturales del mundo, y fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1989. Miden 1,7 km de anchura y en su altura máxima de caída alcanzan los 108 m (las cataratas de Iguazú son más anchas pero menos altas). Su caudal medio es de un millón de litros por segundo, que de marzo a mayo puede ser diez veces superior al ser época de lluvias. Cifras realmente espectaculares.

Las cataratas están situadas en Zimbabwe y Zambia, pero la mejor visión se obtiene desde el primer país, ya que desde el segundo es desde donde caen y es mucho más difícil verlas, menos el último tramo, las llamadas Eastern Cataract.

Vamos escuchando la fuerza atronadora del agua en su caída y de repente te encuentras con las cataratas, esta es llamada Devil´s Cataract. 


El tajo por el que se desploma el resto de las cataratas no se ve, se intuye y se oye, porque la fuerza con la que cae es tanta que levanta un humo acuoso que lo tapa todo, le da un ambiente lleno de misterio. Por esta neblina localmente las cataratas son llamadas Mosi-oa-Tunya, el humo que truena.


Hacemos una pequeña parada para ver uno de esos efectos de luz y agua que tanto nos gustan (no a nosotros solos, al mundo en general): el arco iris, aunque las fotos nunca capturaron lo que nuestros ojos veían. 


Volvemos sobre nuestros pasos pasando nuevamente por la estatua de Livingstone y bajamos hasta un mirador, previamente nos hemos colocado nuestros impermeables por indicación de Jameson, donde ahora sí vemos el tajo más nítido; nos llegan salpicaduras de agua, no tantas como para salir empapados si no estas mucho tiempo. 


Subimos y comenzamos propiamente el sendero, haciendo a partir de ahora diferentes paradas, teniendo en la primera una visión mejor de Devil’s Cataract y su caída. 



El sonido que nos envuelve:



Según vas andando la visión es cada vez más amplia, tanta como nuestra emoción. 


Para aquellos entusiastas de la flora algunos de los árboles están señalizados con sus nombres; como la Flacourtia Indica, cuyas hojas, raíces y corteza tienen varios usos medicinales. 


Hay un momento en que no vemos agua cayendo, solo se ve la neblina que forma su caída, justo por la zona llamada Cataract Island, y se escucha el trueno de su fuerza. 


Tras unos cuantos pasos más vemos las llamadas Main Falls, con una caída de 93 m. 


 

Según se va avanzando se notan más las salpicaduras del agua y el impermeable es más que necesario. Jameson nos indica que caminemos por el exterior para no mojarnos, pero nosotros por supuesto decidimos caminar por el sendero interno, y aunque en ocasiones no veamos más que la nube de agua que levanta la catarata, la visión es mucho más placentera. Eso sí, hay que proteger las cámaras.




Al ir avanzando el agua va salpicando más y más, el suelo está resbaladizo y hay que tener algo de cuidado, y por supuesto la visión es maravillosa. 


Desde el mirador hacia Livingstone Island, isla situada en Zambia, deberíamos haber visto el Devil’s Pool, un agujero a modo de piscina en el que con cuidado uno se puede dar un baño al filo de las cataratas. Al ir cargadas de agua no estaba permitido el baño durante nuestro paso, y no vimos a nadie bañándose, que nos hubiera dado la pista definitiva que no estábamos equivocados de su localización. 


Llegamos al mirador de las Horsehoe Falls, de 95 m de altura. 


Desde otro mirador contemplamos las Rainbow Falls, de 108 m de altura, que con este nombre está claro que en este lugar se debe producir el precioso fenómeno de sol y agua del arco iris, pero en este momento no tenemos la suerte de verlo. Como el impermeable no lo llevo completamente cerrado porque el plástico da un calor tremendo, yo termino bien empapada. 


No nos terminamos de asomar completamente por el último mirador, el llamado Danger Point, situado en una zona de piedras bastante resbaladiza, tanto por precaución como porque Jameson estaba continuamente llamando nuestra atención para que no nos acercáramos (se le veía seriamente preocupado por poder perder a dos turistas).





Desde esta zona se ve como el agua de las cataratas se concentra en una especie de estanque para continuar luego su curso entre gargantas. No hay que olvidar que un turista sudafricano se despeñó desde este punto en 2005, y fue por un descuido de los llamados tontos, se le cayeron las gafas y al ir a recogerlas, resbaló y se terminó todo para él. 


El camino continúa hacia una de esas vistas con encanto y añoranza, el puente de las Cataratas Victoria, que comunica Zimbabwe y Zambia, por donde circula el tren. El puente fue construido en 1905 por los británicos para unir todas sus territorios africanos, desde Ciudad del Cabo hasta El Cairo. 


A la mitad del puente, más o menos, se ven las cuerdas para hacer bumping, actividad que en ningún momento se nos pasó por la cabeza realizar. 


El camino de vuelta a la salida lo hacemos por caminado por el rainforest, y así vemos la parte trasera de un facocero. 


Pasamos junto al puesto desde el que tirarse en tirolina (la cuestión es tirarse). 


Y así termina nuestro fantástico paseo a pie por las cataratas Victoria. Un mapa del sendero, con los diferentes miradores del camino y los nombres de las cataratas. Las cataratas resultan más impresionantes todavía de lo que te imaginas.