6 de septiembre de 2013

Chile - Santiago - Barrio Lastarria - Palacio Bruna - Plaza Mulato Gil de Castro - Iglesia de la Vera Cruz



Por el barrio de artistas

En Santiago vive más de un tercio de la población del país, con más de seis millones de habitantes, abarcando la ciudad 641 km2 en una cuenca situada entre los Andes al este y la cordillera costera al oeste. El río Mapocho divide la ciudad. 


Pedro de Valdivia llegó a lo que hoy es la ciudad de Santiago el 13 de febrero de 1540, festividad de Santa Lucía, asentándose junto a un cerro que dividía el río Mapocho en dos brazos y dominaba la llanura, al que le puso el nombre de la santa. 

Valdivia fundó la ciudad con el nombre de Santiago de la Nueva Extremadura el 12 de febrero de 1541, fecha en la plantó una cruz en lo que hoy es la plaza de Armas y el alarife (arquitecto o maestro de obras) Pedro de Gambo trazó las cuadras según las ordenanzas castellanas: 126 manzanas de 138 varas de lada, separadas por calles de 12 varas de ancho; la manzana central se quedó libre para la plaza; para la catedral se reservó la manzana oeste; y Valdivia se quedó con la manzana norte para su casa, el cabildo y la cárcel; las demás manzanas fueron adjudicadas a los soldados, según sus méritos. 


Pese a los continuos ataques de los indígenas, las inundaciones y los terremotos, los conquistadores no se rindieron y la población comenzó a crecer. 


Llegaron las órdenes religiosas, que establecieron sus conventos, más o menos en los lugares que ocupan actualmente y también soldados que venían a luchar contra los rebeldes indígenas de Araucanía. 


Hasta después del terremoto de 1730 no comenzó la verdadera construcción de la ciudad. En 1780 llegó desde Madrid el arquitecto italiano Joaquín Toesca para construir la catedral, y posteriormente continuó con los edificios civiles más importantes. 

De esas historias morbosas que precisamente por su morbo nos gusta leer: Toesca se casó en 1782 con una criolla adolescente, que para librarse de él lo llegó a envenenar poniéndole mercurio en un plato de espárragos; la esposa fue internada en un convento de las Agustinas, de donde “saltaba como una gata las murallas para entregarse a sus excesos libidinosos”, aunque Toesca la perdonó en repetidas ocasiones hasta encerrarla con mayor seguridad en el beaterio de Peumo en 1793 (esta historia está contada por el escritor Jorge Edwards en su novela El sueño de la historia). 


A finales del siglo XVIII el gobernador colonial Ambrosio O’Higgins, padre de Bernardo O'Higgins dictó normas para intentar eliminar la suciedad de las calles, poner orden en la plaza y transformar la cañada en un paseo, la Alameda de las Delicias, hoy Avenida Libertador Bernardo O’Higgins o la Alameda


A mediados del siglo XIX, cuando se descubrieron las minas de carbón en la costa de Concepción, de cobre en Rancagua, de plata en Chañarcillo, sus propietarios se construyeron en Santiago suntuosos palacios. Arquitectos llegados de Francia construyeron edificios al estilo de los de París de Napoleón III, estilo que se copiaba también en toda Europa. 


El aspecto de las calles quedo casi inalterado hasta que en 1872 fue elegido intendente (alcalde) Benjamín Vicuña Mackenna, que ordenó construir un “camino de cintura” para limitar la instalación de industrias “sucias”, se trazaron calles, se abrieron plazas, se adoquinaron calzadas, se regularon acequias, se construyeron puentes sobre el río Mapocho…


A medida que avanzaba el siglo XX, campesinos empobrecidos emigraban en masa a Santiago, y las clases acomodadas de la ciudad emigraban a los barrios del este (dato que se puede constatar paseando por la ciudad y viendo los edificios abandonados y/o descuidados). Surgieron multitud de asentamientos chabolistas, llamados callampas, es decir, setas, ya que aparecían de la noche a la mañana. 


En la última década del siglo XX la polución aparece en Santiago, al tiempo que se agravan las diferencias sociales, problemas que siguen intentando resolver las autoridades (ninguno de ellos resuelto). 


Nuestro paseo por Santiago comienza en el barrio donde se sitúa el hotel donde nos alojamos, el barrio Lastarria, teóricamente de moda entre artistas, actores y jóvenes creativos, que recibe su nombre de uno de sus habitantes, el escritor y pensador liberal Don José Victorino Lastarria, que además tiene el nombre de una calle, conocida sencillamente por Lastarria.


Lo primero que se encuentran nuestros ojos es el edificio del Palacio Bruna, de inspiración renacentista, fue construido a principios del siglo XX por orden del empresario salitrero Augusto Bruna, y fue diseñado parcialmente por un poeta chileno, Pedro Prado, que estudió arquitectura sin llegar a licenciarse. Actualmente es sede de la Cámara Nacional de Comercio. 




Tras ello salimos a la calle Merced, donde nos empiezan a sorprender las fachadas de sus edificios, que a pesar de estar descuidadas, desprotegidas y pintarrajeadas, hablan del esplendor arquitectónico de la ciudad, y que con una mano de pintura y otra de restauración, Santiago sería mucho Santiago, como iremos descubriendo en nuestros paseos de norte a sur, de este a oeste –y esta restauración se va haciendo lentamente, pero como a brochazos, según los designios de los nuevos ricos que al igual que ocurre en New York se van apoderando de las zonas y revitalizándolas-. Posiblemente no sería una ciudad esplendorosa pero sí realmente bella, aunque es entendible que el dinero tiene que ir a la gente, no a los edificios, aunque si la ciudad es más bonita podría atraer más turismo, y el turismo significa dinero… ¿la pescadilla que se muerde la cola? ¿falta de voluntad? La restauración va teniendo lugar, y es el turismo el que la propicia, con la conversión de estas casas en hostales, hoteles, restaurantes, locales de ocio…




Del edificio, de estilo art noveau, también destaca su trabajo en forja, tanto en las ventanas como en los balcones. 




Desde la calle Merced sale una pequeña calle peatonal en la que están comenzado a colocar puestos de librerías, que termina en la pequeña (calle y plaza es todo uno)  plaza Mulato Gil de Castro, aunque realmente la plaza también consta de un pequeño patio que ahora acoge un restaurante con sus puertas cerradas al ser hora temprana. La plaza debe su nombre al pintor limeño José Gil de Castro, un importante retratista que llegó a Chile alrededor de 1800 que se estableció en este barrio. 




En la calle destaca un edificio “otoñal”, que en primavera-verano supongo será un esplendor en la hierba, pero en este tiempo es un caserón entre bucólico y terrorífico. 




En la esquina de la plaza destaca otro edificio, en cuya planta baja antaño alojaba un restaurante y ahora no había rastro de él.




Desde la plaza sale la calle José Victorino Lastarria, en la que destacan varios lugares; en su cruce con Villacencio por un lado, una cafetería-sala de arte-tienda de artesanías, la Casa Observatorio Lastarria, y por otro el Café Biógrafo, y en la propia calle, junto a este café, el Cine El Biógrafo. Todo está cerrado, en preparación para comenzar el día, o eso suponemos. No hay fotos porque nuestra intención primera era pasear por la zona por la noche e intentar encontrarla algo más animada, pero de las intenciones a las acciones hay un trecho, y además en el caso del café las pintadas desanimaron a mi marido, le faltaba encontrarse un poco más con la ciudad para conocerla en lo bueno y en lo malo, con sus actos de vandalismo indiscriminado. 


El cine fue construido en la década de los 80 del siglo XX por una agrupación de directores de cine publicitario, que fue uno de los locales preferidos por los artistas y políticos de izquierdas, y está dedicado al cine de calidad, al cine independiente norteamericano y europeo (bueno, su cartelera creo que puede ser bastante desconcertante, con algunos títulos menos independientes). 




Más adelante en la calle surge la iglesia de la Vera Cruz, con su colorida fachada. La iglesia data de 1857, siendo diseñada en estilo neoclásico por los arquitectos Claudio Brunet des Baines y Fermín Vivaceta, aunque su color rojizo es puramente colonial. 





Continuando por la calle Lastarria se sale a la Avenida Libertador Bernardo O’Higgins, más conocida como la Alameda

Comenzamos con un paseo corto por Santiago y poco a poco iremos cogiendo fuerzas. Un mapa del recorrido: