19 de noviembre de 2019

Botswana - Delta del Okavango - Safari primera parte


¡Qué animalada!

Primer día de safari terrestre durante el día por el sorprendente delta del Okavango, nos despiertan con el ya típico "good morning" a las 6 de la mañana, aunque ya estamos despiertos, y en este lodge si que hay agua caliente para ducharnos, que ciertamente es una ventaja, aunque ya me había acostumbrado a lavarme por las mañanas en la jofaina de metal en la tienda de Chobe Under Canvas. Desayunamos y salimos de safari, ahora podéis ver mejor dónde está sentado Tolen, nuestro tracker, que en la fotografía del safari nocturno no se veía con claridad. 


El amanecer ya ha despuntado casi totalmente, aunque todavía nos ofrece bonitas estampas, sobre todo cuando el paisaje parece haberse convertido en oro por obra y gracia de algún hada tipo Campanilla. 


La vida continúa su curso natural, maravillosa entre el agua y la hierba, con los animales aprovechando el frescor de la mañana. 


Las cebras me siguen pareciendo simpáticas, asustadizas -siempre alertas ante cualquier ruido- y saltarinas, además de ofrecerte una buena fotografía porque por un momento se quedan posando. 






Los búfalos levantan grandes salpicaduras de agua al correr por ella. 



Búfalos que parecen casi una acuarela entre la pajiza hierba. 


Entre tanto búfalo algunas cebras, una de ellas algo más despistada que las demás. 


También vemos jirafas, que parecen eternamente torpes con esas patas tan largas; al caminar se ve que bajo esa hierba seca hay agua, porque sus patas hacen chapoteo. Sobre ellas los picabueyes, pájaros que las libran de los insectos de su piel.




La jirafa en acción:





Nos los habíamos visto todavía, pero allí están los míticos ñus (wildbeast), los que cruzan el Serengeti en manadas infinitas que nos asombran en los documentales. 




Un conjunto (no me atrevo a escribir familia) de lechwes rojos


Al acecho hay una hiena, con el morro sangriento, lo que quiere decir que algo ya encontró en su paseo. No es un animal bello, más con la mala fama que tienen de agresivas, pero tampoco me resultan extremadamente desagradables.



Un antílope de nombre raro, tsessebe común, que resulta muy elegante, tanto en sus movimientos como en su pose. 





Parece que todos los animales de Botswana han decidido salir esta mañana a nuestro paso, por lo que somos muy afortunados; ahora es el turno del licaón, que a primera vista es como un perro salvaje, y hasta resulta mono, pero nunca, nunca, hay que fiarse de las apariencias. 



En realidad hay una gran familia de ellos, están apostados bajo un árbol y semiescondidos entre la hierba pajiza. 



Toca descanso para tomar un refrigerio: café, chocolate, bollos, frutos secos… Este momento, como ocurrió en el Parque Nacional de Chobe resulta muy gratificante, tanto por estirar las piernas como por tomar una bebida caliente. 


Continuamos el safari y obtenemos un nuevo premio, uno de los animales más difíciles de ver porque además está en peligro de extinción, el rinoceronte, en este caso el rinoceronte blanco. Un momento impresionate, que incluso resulta alto aterrador cuando el animal mira fijamente el automóvil y por un momento parece dispuesto a embestir; pero nada, todo es la poderosa imaginación, él estaba tranquilo vigilando el entorno, y nosotros tranquilos y silenciosos, con el sonido de los disparadores de las cámaras. 



Sobre una rama posa un bonito abejaruco chico (Little Bee Eater) de preciosos colores. 



Un bonito y pequeño pucú, otra clase de antílope (y llevamos…). 


 No puede faltar durante el paseo el babuino

 
Ni el gran kudú, aunque después de haberme un comido un filete de este animal, lo miro de otra manera...


De repente, un animal corre por la pradera como si estuviera poseído, ¡un avestruz!, que poco a poco va disminuyendo su velocidad hasta pararse, posiblemente el ruido del motor le asustó y emprendió la carrera.



Nos faltaba él en tierra seca, el elefante, que nos ofreció sus mejores imágenes durante el safari en lancha.


Y así termina la primera mañana de safari, tras el cual volvemos al lodge para descansar y sobre todo para comer.

1 de octubre de 2019

Botswana - Delta del Okavango - Paseo en mokoro

Navegando en modo africano

Mäs que un safari, que puede ser si te encuentras con animales, y estás en su hábitat, es un paseo para disfrutar, una excursión con una embarcación africana, un mokoro, que es una canoa. 


La principal diferencia del mokoro, conducido por Tolen, el rastreador del vehículo a motor, con la barca a motor  es la tranquilidad, todo es más plácido y no hay ruido de dicho motor. Lo único que estás a más a merced de los animales acuáticos, aunque supongo que intentarán coger rutas menos transitadas. 

El paisaje es magnífico y acompaña la tranquilidad, y mi charla en inglés chapurrero con Tolen y su inglés chapurrero; nos entendemos a la perfección. 


 
Pasamos bajo el puente sobre el agua que conduce al lodge. 


Hemos salido dos embarcaciones, la otra va con una pareja de españoles que han llegado a mediodía, parece que al final en este viaje no solo hablamos inglés. 


Tolen encuentra una pequeña rana, pequeña pequeñísima, que es capaz de cogerla con el loto donde está posada para enseñármela, pero no me dio tiempo a fotografiarla. Una pasada de pequeña y de verde, pero sobre todo, de detalle de Tolen, tanto conmigo como con la delicadeza con la que trató a la ranita.

Hacemos un pequeño alto para tomar un refrigerio, que puede ser hasta un gin tonic, llevan un arsenal de bebida y algo de comida y picoteo. Me hubiera gustado departir algo más con los conductores de los mokoro, pero al final salió ganando el español, porque creo que Tolen, al igual que había hecho durante este trayecto con la rana y contándome cosas de su vida en el delta -ya que él ha nacido aquí-, nos hubiera enseñado mucho, y nuestras cosas españolas podían haberse comentado durante la cena, pero la situación era extraña y no podíamos cortar la conversación de los recién llegados. 


Terminado el "descanso" emprendemos la vuelta, para lo cual volvemos a pasar por debajo del puente de madera, que en ese momento estaba siendo cruzado por una familia de babuinos. Una preciosa imagen. 



La escena en vídeo:



Comienza el atardecer y su sinfonía de colores, que además va acompañado por los cuartos traseros de un elefante. De nuevo, una foto preciosa, aunque el plano principal sea un grandísimo trasero. 


Esta es la magia de la luz, que todos aquellos que hemos tenido la suerte de visitar África no olvidaremos jamás. 



Y un pequeño vídeo para disfrutar de esta magia: