1 de agosto de 2019

Botswana - Delta del Okavango - Safari en lancha

El agua es vida

Hemos llegado al lodge justos de tiempo, tanto que no tenemos ni un momento para aprovechar la hora del tea time para comer algo (hay que recordar que decidimos no comernos el wrap que nos habían dado en nuestro anterior alojamiento, Chobe under canvas para tomarnos en el aeropuerto de Kasane), ya que tenemos la primera excursión, y nuestros compañeros de travesía -una pareja estadounidense muy simpática- nos están esperando; con lo que al decir que tenemos hambre, sinceros que somos, nos preparan un pequeño picnic para llevar ya que vamos a navegar por los canales del delta del Okavango en una barca a motor. Hoy conocemos al que será nuestro chófer y guía en los safaris, Moses, que por supuesto también lleva su cámara de fotografía, aquí no hay que perder la ocasión de aumentar el album fotográfico. 


Si ya desde el aire, durante el vuelo desde Chobe, el delta nos había emocionado, el hacerlo a pie de agua y tierra es una experiencia única, con un paisaje espectacular. 


Un águila pescadora (fish eagle) nos deleita con su vuelo, no así con su pose, ya que no está quieta demasiado tiempo. 


Entre la hierba se esconde un pequeño cocodrilo, digo pequeño porque los hemos visto mucho más grandes. 


Vemos al pequeño e inquieto martin pescador Pio (Pied kingfisher). 


Con la llegada del ocaso del sol el paisaje nos va enseñando sus bonitos colores, sus reflejos en el agua, sus tonalidades y contrastes… esto es precioso. 


Unas orejas sobresalen del agua, una familia de hipopótamos están muy cerca, pero deciden sumergirse sin enseñarnos nada más. Para nosotros es un gran momento, porque es la primera vez que los tenemos tan cerca y tan visibles. 



Un chapoteo continúo y un crujir de hierbas le delata, un elefante está de paseo en solitario y nos da una de las imágenes más típicas y bonitas del delta. Nuetras sonrisas son inmensas. 



El elefante decide subirse a un pequeño montículo de tierra sobre el agua, tal cual si fuera un modelo decidido a ofrecernos sus mejores poses; el rey soy yo. 


Otra águila pescadora aparece en escena, aunque ahora algo más camuflada. 


Ha sido un paseo en el que hemos visto a pocos animales pero en el que hemos disfrutado un montón con el paisaje, con la conversación con los norteamericanos que iban con nosotros, conociendo a nuestro guía Moses y al tracker Tolen, y también de la tranquilidad después de estar toda la mañana de trajín.

El tercer día volvimos demasiado temprano del safari terrestre, porque nuestros compañeros, en esta ocasión españoles, tenían concertada una actividad que nosotros no teníamos, y esto hizo que el safari fuera demasiado corto, detalle no me gustó nada, porque si sabían esto ¿por qué no nos habían incluido con otro grupo? ¿o directamente solos?, que esto hubiera sido lo más normal. Teníamos demasiado tiempo para pasar en el lodge, que sí, que es muy bonito, pero no hemos venido hasta aquí para sentarnos, sino para salir “al campo”. Además, si la piscina de la habitación tuviera el agua caliente, podría haber sido una opción, pero aquello era un cubo de agua fría. ¿Caminar?, pues si hubiera alguna ruta segura para caminar por nuestra cuenta, nos hubiéramos aventurado, pero es que no la hay.

Así que finalmente me decido a comentarle a Moses que me parece demasiado tiempo para estar sin hacer nada de nada en el lodge, y lo hago con viveza, demostrando no malestar, pero sí decepción. Moses dice que va a consultar algo con la gerencia del lodge y que ahora nos cuenta; bien, al menos nos dan una opción. Vuelve diciendo que si queremos podemos dar una excursión en el bote a motor, y nos parece genial, la verdad es que la primera tarde nos maravilló el paisaje y no nos importa tener más de él. 


De nuevo vemos un martin pescador Pio (¿será el mismo?, ¿lo tendrán contratado para los visitantes?) 


Una cebra que siempre parece posar al escuchar ruido, pero es todo precaución. 


En el agua se escuchan soplidos y resoplidos, hay varios hipopótamos muy cercanos. Moses es precavido, cuando los hipopótamos se sumergen, él se aleja porque no sabe por dónde pueden volver a salir, y si lo hacen junto a la barca podemos acabar en el agua… 




Uno de ellos decide darnos ese momento mágico que hasta el momento se había resistido, abre su gran boca para luego sumergirse. ¡Gracias hipo! 



Vegetación salpicada de animales a la que miras con más atención, como este pequeño lechwe rojo, que decide sacar sus patas del agua e ir a tierra firme.



Un elefante quiere darnos también un momento visual y fotográfico para recordar. 



Es maravilloso verle cruzar frente a nosotros, aunque cuando da el giro hacia nosotros impresiona bastante, Moses está muy atento a sus movimientos porque es imposible predecir su comportamiento. 


Realmente no le interesamos nada, él solo quiere alimentarse. 


Las islas salpican puntualmente los canales de agua, resulta curioso pensar cómo cambia el paisaje con las lluvias o con la llegada del verano. 


Moses decide hacerme un regalo, coge una flor de loto y primero hace un collar; con la gran hoja de la planta hace un divertido sombrero que no duda en ponerse. Lástima que estos regalos duran lo que tardamos en llegar al lodge, ya que a lo mejor podría intentar secarlos, pero no sería lo mismo. 


Un precioso, pequeño y colorido pájaro está revoloteando, es un martin pescador malaquita (Malachite Kingfisher). 


Una pareja de jacanas africanas (African Jacana) vuela un poco para acabar posándose. 


Una avefría palustre (Loed-toed Lapwing). 


En la sombra, camuflado por sus propios colores, un Ibis Hadada, del que no se distinguen muy bien sus colores, se intuye un verde brillante. 


Papá, mamá y bebé elefante cruzan el agua, y de nuevo volvemos a tener una de esas preciosas imágenes. 


Creo que el cambio de tierra por agua fue estupendo, tuvimos una suerte tremenda al ver animales, porque además fueron en diferentes poses y acciones, Moses se lo curró internándose más lejos para tener más oportunidades de ver animales, cosa que finalmente ocurrió, y esto tiene que tener su recompensa monetaria, un extra a añadir a la propina que sugieren dejar.