16 de octubre de 2011

Australia - De Sydney a Ayers Rock (en avión)


Planeta Australia 

Se acaba nuestra estancia en la bella Sydney, que nos ha sorprendido, agradado y gustado más de lo que esperábamos y de lo que habíamos leído, siempre es bueno cuando lo que nos deparan los lugares superan las expectativas, porque si no siempre se tiene un poco de decepción, que hay que saber controlar y valorar, cada lugar tiene sus virtudes. 

Echaremos de menos nuestros amaneceres y anocheceres desde la ventana del hotel, hasta pienso en colocar una foto en las ventanas del dormitorio para dejar de tener esta morriña.  


Comienza nuestro tour y nuestro periplo aéreo para atravesar el país de punta a punta, es el medio más rápido para intentar ver más cuando se tienen los días contados de vacaciones. Hoy volamos a Ayers Rock, a 2.150 km de Sydney (vía aérea que terrestre son más), 3 h 40 m de vuelo en un avión de la Qantas, un Boeing 737-800 (la foto es de la llegada porque a la salida fue imposible), que sale a su hora prevista, 9.45 h. 


Decimos con una gran sonrisa hasta pronto y hasta siempre a Sydney y su increíble bahía.


En el vuelo tenemos incluido un lunch, que es más un tentempié: un sándwich de huevo, mayonesa, za’tar y espinacas. ¿Qué es el za’tar?, pues allí no lo sabíamos y hasta hoy no lo he buscado al ver la foto: una mezcla de especies árabes compuesta de tomillo, zumaque (y dale con los nombres y productos raros, otra hierba), semillas de sésamo y sal. El resultado es que el sándwich esta rico. 


Veamos en un mapa más o menos el recorrido que haremos, para luego ver y entender mejor las fotos.

Fuente: mapas.owje.com
 
Salimos de Nueva Gales del Sur para entrar en el estado del Territorio del Norte, que es conocido coloquialmente como el Never Never, título que recibe por una novela de Jeannie Gunn que trata sobre los colonos en esta tierra dura y de aborígenes a principios del siglo XX. 

El Territorio del Norte es muy extenso, 1.359.750 km2, algo así como dos veces España y nosotros viajamos hacia el centro, el Red Centre

En el Territorio sólo viven unos 200.000 habitantes, y la mayor parte, casi la mitad, lo hacen en el norte, en Darwin. Otro dato poblacional es que es el estado con el porcentaje más alto de población aborigen, casi un 22% de todos los estados del país, y llevan viviendo aquí desde hace 50.000 años, siendo reconocidos como una de las razas más antiguas del mundo (y los colonos blancos tardaron menos de 200 años en casi aniquilar su ancestral cultura). Afortunadamente (aunque todo tiene matices) gracias a un acuerdo con el gobierno federal casi la mitad de la tierra es propiedad de ellos. 

El proceso de poblamiento blanco en el Territorio del Norte se llevó con mayor lentitud que en el resto del país, pero sus resultados fueron igual de conflictivos, violentos y negativos (como era de esperar ¿o no?). A principios del siglo XX se decidió confinar al grueso de la población en reservas o misiones cristianas y durante la década de 1960 los aborígenes empezaron a exigir más derechos (sus derechos arrebatados y los derechos de cualquier persona). 

En 1966 un grupo de trabajadores ganaderos aborígenes (en las llamadas cattle station, grandes fincas ganaderas, como la de la película Australia), encabezados por Vincent Lingiari, se puso en huelga en Wave Hill Station para protestar por los bajos salarios y las deplorables condiciones de trabajo en comparación con los trabajadores blancos. Esta huelga dio origen al movimiento en defensa de los derechos de la tierra de los aborígenes. 

En 1976 se aprobó en Canberra la Ley de Derechos de los Aborígenes sobre la Tierra, por la cual se les entregaban todas las reservas y misiones del Territorio del Norte y se les permitía reclamar terrenos públicos desocupados siempre y cuando cumplieran dos condiciones: que pudieran demostrar su ocupación continuada y que la tierra no estuviera cedida ya en usufructo, formara parte de un núcleo de población o estuviera reservada para otros fines especiales.

Actualmente, los aborígenes poseen la mitad del Territorio del Norte, pero los minerales de la tierra son propiedad del gobierno, aunque para las prospecciones y extracciones tienen que requerir su permiso y pagar por estas actividades. 

Mención especial en este territorio se merecen dos instituciones: el Royal Flying Doctor, un servicio médico aéreo (con las distancias entre poblaciones o entre explotaciones es el más rápido transporte para emergencias), y la School of the Air, a través de la que se imparten clases a los niños de los ranchos, a través de radios de alta frecuencia. 

Si miráis el mapa se ve claramente cómo las poblaciones se alinean junto a la costa principalmente, y nosotros atravesamos el llamado Outback (no hay uno solo homogéneo, anda bastante repartido por todo el país), para llegar a Ayer Rocks, en el Red Centre, donde el paisaje desde las alturas es alucinante, y se entienden las dificultades de los primeros exploradores para atravesar esta tierra, que si desde aquí parece inhóspita, a finales del siglo XIX y sin los medios de transporte y las facilidades actuales tenía que ser el mismísimo infierno (y no sólo por el calor). Los ríos de la región solo fluyen una o dos veces al año, en un espectáculo que debe ser increíble, inundando las llanuras desérticas. 

Algo de música para acompañar, creo que bastante apropiada. 


Sin comentarios, vosotros ponéis las palabras, yo iba pegada a la ventanilla del avión al tiempo que le daba codazos a mi marido. Comienza lo que allí llamé Planeta Australia:










Creo que la siguiente foto es una maravilla de la naturaleza, que parece querer abrirse paso a través de la sequedad de la tierra, y al no poder acoger árboles en su seno los pinta.

 
Después de la aridez yerma llega la aridez roja salpicada de verde del Red Centre.




Llegamos al aeropuerto de Ayers Rock, pequeño pero con mucho tráfico y comenzamos con los ajustes de hora, que son curiosos: media hora hacia atrás. 

Traslado por carretera a través de este planeta rojo en autobús hasta el centro turístico de Yulara, con varios hoteles de diferentes categorías en su interior, el nuestro es el mediano, que si bien la habitación es amplia y sencilla, carece de encanto, más cuando nuestras habitaciones se encuentran bastante alejadas del cogollo y las terrazas han sido tomadas por la maleza desértica, que ya no por ella misma sino por los animales que pueden vivir en ella mejor no abrir esas puertas al exterior. El hotel de más categoría es de nuevo una alegoría marítima, Sails in the Desert, con sombrillas a modo de velas desplegadas. 

Tiempo para deshacer las maletas, una ducha y explorar un poco el complejo, que cuenta con todo: supermercado, oficina postal, tiendas de souvenirs, restaurantes; y para comer, no hay de otra que allí, aquí no se puede salir a explorar nada si no se tiene vehículo propio, y aún teniéndolo en el Outback hay pocos lugares habitados y no se encuentran precisamente cercanos los unos de los otros.