27 de octubre de 2014

Canadá - Montréal - Rue de la Commune - Place Royale - Inmeuble des Douane - Rue Saint Paul


Almacenes y tiendas 

En el tiempo de espera entre comprar los billetes de Le Bateau Mouche y el embarque, nos dimos un pequeño paseo con la intención de parar a comer. Salimos del quai Jacques Cartier atravesando los raíles de la vía férrea. 



Esquivamos el embrujo y la animación de la place Jacques Cartier, que además suponemos con sus restaurantes colapsados de público, como vemos en sus terrazas atestadas. Queremos comer pero además intentar aprovechar el tiempo para conocer otras calles de la ciudad por la que todavía no hemos pasado, y la plaza ya es una vieja conocida.


En su lugar caminamos por la Rue de la Commune, el paseo marítimo de la ciudad, desde donde no se ve mucho el río por la frondosidad y altura de los árboles del Parc Lineaire de la Commune. 


La calle se construyó donde se encontraban las antiguas murallas de la ciudad, y en el siglo XIX floreció comercialmente por la construcción de almacenes para la recepción de mercancías, mercancías que se vendían en las tiendas de estos mismos edificios a las que se entraba por su fachada a la Rue Saint Paul, por eso los títulos de estas entradas son similares, con el orden de los factores alterados pero sin alterar la mercancía. 


En la esquina con la Rue Jean Baptiste hay un almacén con sus esquinas redondeadas, cuya fachada a Rue Saint Paul ya vimos y ahora completamos. 


Durante el paseo nos encontramos con el Amphibus, un medio alternativo para recorrer la ciudad al clásico City Seeighting; medio que por otra parte se está imponiendo en muchas ciudades con ríos y que es igual de útil pero más simpático y con algo de aventura acuática. 


No todos los almacenes presentan fachadas planas, algunos tienen decoración en sus ventanas, como el situado en la esquina de la Rue de la Commune con la Rue Saint Sulpice, que le confieren un aire más elegante. 


Desde esta esquina asoma una de las torres de la Basilique Notre Dame


Llegamos a Place Royale, donde se ubica el Musée d’Archeologie et d’Historie de Montréal Pointe-à-Callière, abierto en 1992 para proteger y mostrar los restos de los primeros días de la colonia, ya que fue en Pointe à Callière donde Samuel de Champlain desembarcó en 1611, y donde en 1642 lo hicieron Maisonneuve y el grupo de colonos que lo acompañaban. Antes de que llegaran los europeos ya era un lugar ocupado por los amerindios, por lo que se han encontrado restos de al menos 2.000 años de antigüedad. 


En la plaza también se encuentra el Inmeuble des Douane, la antigua Aduana, que forma parte del museo (creo que están comunicados por túneles bajo tierra), que fue construido en 1836 en estilo neoclásico. 


La Aduana también presenta fachada hacia la Rue Saint Paul


En lugar de entrar al museo, que sería lo más instructivo, lo que hacemos es alimentar el cuerpo físico, comemos en una terraza que parece tranquila en la esquina de la Place Royale. Como estoy atrevida, me pido un “gaspacho”, así, con “s”, que resulta no saber a nuestro gazpacho sino que es más una sopa de tomate fría pero que está fresco y bueno, ¡y lleva tropezones de pan!, con lo que me sienta de maravilla. 


Para beber, una cerveza canadiense, del tipo blanche; siempre pedimos cervezas nacionales para ir probándolas y ninguna nos decepcionó. 


Para él, una hamburguesa de buen tamaño, con la carne hecha al punto y con buenos trozos de queso. 


Para ella, un roll de langosta, que estaba para chuparse los dedos y pedir doble ración. 


Tras la comida volvimos al quai Jacques Cartier para realizar nuestro recorrido en Le Bateau Mouche; tras lo cual volvimos por la Rue de la Commune hasta la place Royale, desde donde salimos a la Rue Saint Paul, para continuar nuestro paseo por ella, que habíamos dejado a la altura de la Rue St Sulpice, y donde podemos hacer una fotografía que me parece al menos curiosa: dos descapotables. 


En Rue Saint Paul vuelven a aparecer los edificios con sus esquinas redondeadas. 


Frente a la Aduana destaca la fachada del almacén Frothingham y Workman, construido en 1871, que albergaba una ferretería al por mayor. Esto son clavos con glamour y estilo. 



En la esquina con Rue Saint François Xavier dos edificios que nos llevan a New York con sus escaleras exteriores, hemos llegado al SoHo; que no son las únicas que se pueden ver, pero en el repaso de fotografías son las que más me han llamado la atención.