10 de febrero de 2013

Corea del Sur - Busan - Museo de Busan



Un paseo por la historia coreana

Tras nuestro pequeño paseo por el parque Taejongdae y el viaje en barco alrededor del parque, volvemos a ir bien de tiempo en nuestras visitas programadas; por la mañana Sonia nos preguntó por lo que hicimos la noche anterior, y al responderle que paseamos por la isla de Dongbaek nos dice que ella pensaba llevarnos allí hoy, así que cambia sobre la marcha y nos pregunta si queremos visitar el Museo de Busan (entrada gratuita; mirar mapa y mapa), opción que aceptamos, y eso que nosotros no somos casi nunca de museos, pero la historia de Corea ha sido una desconocida de la que nos estamos poniendo al día con este viaje, y como el Museo Nacional de Corea ni lo hemos visitado ni lo visitaremos al terminar nuestra estancia en el país (elecciones y tiempo), tener más contacto con la historia del país en un museo siempre resulta instructivo. Además el frescor del aire acondicionado nos vendrá bien, que todo hay que valorarlo, aunque ciertamente es más por el aprendizaje, ya que no hubiéramos visitado cualquier museo, tenía que tener una contrapartida.


En el jardín de la entrada se exhiben esculturas, lápidas y linternas de piedra. 



En el interior, como en cualquier museo de cualquier país, primero se conoce sobre la Prehistoria. 



Siempre que veo las ánforas o las jarras reconstruidas tal cual puzzle me parece magia el lograrlo. 


Me gustaría deciros los años de estas calaveras pero ni lo recuerdo ni consigo ver la datación en los carteles con claridad, seguro que a.C., pero como ya para decir los años de las personas soy bastante mala no digo una fecha aproximada para no quedar mal con ellas, no me vayan a venir a reclamar. 


Se hace un repaso por la historia con objetos, utensilios, armas, joyas de los Tres Reinos, Shilla Unificado, dinastía Goryeo y dinastía Joseon, con unas 1.500 reliquias de las 32.000 encontradas en las excavaciones de lugares históricos. 

Esta es una corona real típica de la dinastía Shilla con sus puntas en forma de árboles en los que se incrustaban y colgaban piedras preciosas. Esta especial forma se cree que era una manera de demostrar respeto por la naturaleza; más coronas reales veremos más en el Museo Nacional de Gyeongju.


Una campana de bronce, pero en este caso no del tamaño del que estamos acostumbrados a ver en los pabellones de los templos budistas, esta sería más “de bolsillo”, con un impresionante dragón labrado en la parte superior.


Registros con la caligrafía china, que realmente es preciosa esta letra, ininteligible para muchos pero según se presume la lengua del futuro para muchos más. 


Hay un impresionante diorama de una batalla naval, con un barco de tortuga del almirante Yi Sunshi, un héroe en el país por sus batallas y victorias con y sobre los japoneses que habían tomado el puerto de Busan.  


Cañones de barcos y otros armamentos, y es que la historia de los países se escribe guerra tras guerra.


En otro diorama se ve una de esas procesiones o desfiles ceremoniales realizados por infinidad de participantes, como vimos en el Gyenggijeon de Jeonju.


Hay láminas de dibujos, que en un grado remoto nos recuerda a La gran ola, un precioso dibujo ukiyo-e japonés, aunque no tienen nada que ver, es una asociación de ideas personal, por colores y trazos.


Uno de estos dibujos representa una de las procesiones, rituales o no, que se presenta en un rollo infinito que impresiona más por su tamaño que por los propios dibujos. 


Se representan en decorados reproducidos y con maniquíes escenas de la vida cotidiana en la antigua ciudad, llamándonos especialmente la atención una donde se está preparando una de esas ricas tortillas llamadas jeon que probamos en Hallim Park en la isla de Jeju-do; nuestra relación en este viaje con la comida ha sido realmente muy especial y en alto grado de satisfacción traducida en kilos de más.


Unas figuras escenifican la representación de un pansori, con los dos cantantes principales y actores, y los músicos detrás. En este museo estamos como asentando las ideas que hemos recibido hasta el momento en el viaje, reconociendo sus tradiciones, su cultura, su gastronomía.


Estando Busan volcada al mar no podía faltar una escenificación de pescadores. 


En todo el país hay una gran tradición y uso de máscaras, normalmente con propósitos humorísticos de las clases nobles y poderosas, de las que conoceremos más en Hahoe, y que resultan muy divertidas, como las de la fotografía, y otras muy bellas a pesar de su carácter humorístico. De estas máscaras veremos más, tanto nacionales como internacionales en el Museo de Máscaras de Hahoe.


Como parte importante de la cultura e historia coreana no podían faltar unos cuadernillos del idioma coreano, el hangul, creado en 1443. 


Sin tener grandes objetos, aparentemente a nuestros profanos ojos, el museo creo que resulta interesante para conocer un poco más sobre Corea y sobre la ciudad de Busan, pero no diré que es una visita imprescindible en un viaje al país, sobre todo cuando se tiene el tiempo justo y contado.