24 de julio de 2011

Austria - Viena - Sonnenfelsgasse - Schönlaterngasse - Heiligenkreuzerhof - Seittenstengasse - Staddtempel - Salzamt - Ruprechtskirche - Kornhäuselturn

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Desde la plaza de la Jesuitenkirche sale la calle Sonnenfelsgasse, paralela a Backergasse, y una de las calles más antiguas de la ciudad al igual que esta, donde nuevamente hay casas interesantes para ver e incluso algunas de ellas son las fachadas posteriores de las casas de Backergasse. La calle recibe el nombre por un soldado, consejero legal de Maria Teresa, que consiguió la abolición de la tortura. 

Nuevos patios a curiosear, y al final de la calle se encuentra un Stadheuriger, Zwölf Apostelkeller, un equivalente urbano de los heuriger, las bodegas que se sitúan alrededor de Viena y donde es agradable ir a disfrutar de unos buenos caldos austriacos en primavera u otoño. 


Casi al principio de la calle Sonnenfelsgasse, saliendo desde Dr Ignaz Seipel Platz, sale la pequeña Schönlaterngasse. En el número 5 se encuentra una entrada al Heiligenkreuzerhof, con un conjunto de edificios en su interior de los siglos XVII y XVIII que pertenecieron a la abadía de Heiligenkrez, entre ellos la Heiligendreuzerhofkapelle o Bernhardskapelle (cerrada normalmente al público).  

 
Heligenkreuzerhof sale a Fleischmarkt, pero de momento dejamos esta calle en asuntos pendientes. Volvemos  hacia atrás porque en la calle Schönlaterngasse nos hemos dejado algunos detalles a contemplar. Es una calle en curva que recibe su nombre, que significa de la Bonita Farola, por la farola de hierro forjada de la fachada del número 6, una copia de la original de 1610 que se encuentra en el Museo Histórico de Viena. En fin, bonita bonita no se ve, pero no es que se vea fea, es que tanto la casa como la propia farola no están bien cuidadas, y es que eso de ser copia parece tener consecuencias en su mantenimiento.


La casa del número 7 es la casa del Basilisco, Basiliskenhaus, y la historia del monstruo basilisco está pintada en la fachada de 1740: había nacido de un huevo de gallina incubado por un sapo y vivía en el pozo de la casa asustando a los vecinos, hasta que un día se vio en un espejo y se murió del susto (dicen que un animal se encontró en el pozo en 1212). A mí estas historias me gustan aunque no tengan nada de real.


En la casa del número 7a vivió Robert Schumann entre 1838 y 1839. 


Llegados a este punto y este momento hay que tomar una decisión. Explorar la parte que nos queda en los alrededores de la Catedral de San Esteban, que incluye la Kapuzinerkirche, Iglesia de los Capuchinos; ya que sabemos donde los Habsburgo enterraron su corazón (Loretokapelle en Augustinekirche), sus vísceras (Stephansdom), aquí fue donde enterraron su cuerpo (lo que quedaba de él), en la cripta imperial, que tiene que ser interesante, porque está completo de sepulcros: 12 emperadores, 17 emperatrices y 100 miembros de la familia, algunos más sencillos y otros más churriguerescos, incluyendo a Maria Teresa, Francisco José, Sisi, y su hijo Rodolfo. Por desgracia, ya no llegaríamos a la hora de visita y además, ¡estamos en Viena! y todavía no lo hemos visto, así que vamos a continuar hacia arriba caminando, esto sería un fallo imperdonable. 

Schönlaterngasse sale a Postgasse, donde se encuentra la Barbarakirche, teóricamente dedicada al culto griego. Lo que nos llama la atención es que por un lado, a las puertas de la iglesia hay concurrencia de personas escuchando la misa, y al lado, en la plaza un restaurante tiene sus mesas instaladas: dos actividades algo contradictorias y mal día y hora para celebrar una fiesta. 

Postgasse termina en Franz Josefs Kai, la amplia avenida que bordea el Donaukanal, y cierra el Ring a lo largo del río. Esta avenida resultó muy dañada tras la retirada de los nazis, que volaron todos los puentes. Venir a Viena y no ver el Danubio hubiera sido una infamia. Por el Danubio el extraño título de esta entrega, tararear el vals y lo tenéis.



 
Vale, estamos de acuerdo, esto de romántico no tiene nada, de azul menos todavía, pero sigue siendo el Danubio, aunque con connotaciones. El Danubio fue un río peligroso por las inundaciones (leáse Maria am Gestade), después de la inauguración del Ring, en 1865, se canalizó el primer tramo del río, Donaukanal, que ha quedado  como río Danubio y es lo que vemos; el resto del Danubio canalizado es otra historia y será otro paseo en otra ocasión. Hacia el otro se encuentra la isla de Leopoldstadt, donde se encuentra el Prater. 

Visto (aunque mejor oído) el Danubio volvemos a adentrarnos en la ciudad, desde la Swedenplatz entramos por la Rotenturmstrasse. En esta zona del casco antiguo se halla el barrio judío, conocido como Triángulo de las Bermudas, que en la actualidad es más conocido por su animación. 

Entramos por la primera calle a la derecha, Seittenstengasse, donde se encuentra la sinagoga más oculta de Viena, la única que se salvó de la quema en noviembre de 1938 porque una ordenanza muy anterior, de 1826, prohibía los signos exteriores de culto a protestantes y judíos, y se salvó de esta quema al encontrarse situada dentro de un bloque de casas y por esta no señalización. El templo es conocido como Staddtempel y está construido en estilo Biedermeier.


De nuevo un paseo triste por la historia, principalmente por la historia que los hombres hacen. Casi desde el siglo XII existe la comunidad judía en Viena, en la Judenplatz y posteriormente aquí por la sinagoga, creándose una zona céntrica judía. El éxito comercial de los judíos despertó envidias (y donde no viajando por Europa), y en 1421, tras una acusación de unas muertes por rituales, casi toda la población fue quemada en la hoguera, expulsada o bautizada a la fuerza. A partir de entonces, la suerte de los judíos fue diversa, alternándose los periodos de prosperidad con los de las expulsiones. 

En 1781, el Edicto de Tolerancia levantó las restricciones que pesaban sobre ellos y, a finales del siglo XIX, la vida cultural e intelectual de la ciudad estaba dominada por ellos. 

Tras esto de nuevo aparece el antisemitismo que se extendió a principios del siglo XIX y  posteriormente el nazismo obligó a muchos a huir, llegando la noche conocida como la noche de los cristales rotos, del 9 al 10 de noviembre de 1938, que se produjo tanto en Alemania como en Austria y que es para muchos observadores el paso previo hacia el inicio del Holocausto.
 
En Viena vivían 170.000 judíos, unos 65.000 de los que se quedaron fueron exterminados. 50 años después quedaban 7.000. 

No hay una foto decente de la sinagoga porque había un policía en la puerta, que subía y bajaba por la calle, y aunque seguramente podríamos haberla hecha sin problemas, preferimos que él hiciera su trabajo, y nosotros el nuestro, ver. En la foto superior el edificio blanco con dos faroles y los arcos representativos, es la sinagoga.

Al final de la calle se encuentran las antiguas oficinas de la sal, Salzamt, ahora alojan un restaurante. 

 
En la plaza se encuentra la Ruprechtskirche, Iglesia de San Ruperto, la más antigua de Viena, cerrada sus puertas a las visitas a la hora que llegamos. 


San Ruperto fue el patrón de los mercaderes de sal vieneses, y la sal era un bien muy apreciado en la Edad Media; a los pies de la torre una estatua del santo con una vasija de sal.