26 de agosto de 2011

Australia - Sydney - Millers Point - St Philip's Church - Sydney Observatory


Para ver hay que observar

Una vez que hemos llegado al final de Campbell Cove decidimos que en lugar de adentrarnos a The Rocks vamos a girar por el paseo del mar y dar la vuelta por Dawes Point, pasando debajo del puente, para salir a Hickson Road, no por nada en especial, sino sencillamente porque el paseo por la bahía estaba resultado perfecto y nos encontramos con una escultura bastante llamativa. 


Así llegamos a Millers Point en la Walsh Bay, donde los muelles se dice que fueron construidos a prueba de ratas. Los muelles han sido recuperados tras un largo período de abandono y ahora forman parte del corazón teatral de la ciudad, con compañías de danza y teatro alojados en ellos. Frente a ellos se encuentra el Sydney Theatre

 
Además descubrimos unos pequeños muelles con viviendas que parecen de alto standing y unos yates aparcados. Una zona muy tranquila para vivir aunque también se nota cierto ajetreo empresarial.



El arte se puede encontrar en cualquier lugar, solo hace falta imaginación y ganas. 


Cometemos (cometo en honor a la verdad) el error de no tomar unas escaleras que desde Hickson Road llevan a Ken Street, por falta de ganas y por no tener claro que saldríamos bien, eso de subir para bajar todavía no está en nuestra mente y continuamos andando por la zona de muelles, que no ofrece ya mucho más, aunque siempre hay edificios nuevos construidos que llaman nuestra atención. Pensábamos que más adelante habría otro paso sin escaleras, pero no fue así, con lo que después de una caminata innecesaria salimos por Napoleon St a la mencionada Ken St y York St, donde se encuentra St Philip’s Church, iglesia construida entre 1848 y 1856 que fue uno de los edificios principales de la zona, y ahora se encuentra entre edificios de oficinas y una autovía que conduce al Harbour Bridge


La iglesia no parecía estar abierta con lo que no hicimos el intento de cruzar para comprobarlo, y al final el error del camino largo no fue tanto, ya que si hubiéramos atajado por las escaleras casi con toda seguridad no hubiéramos pasado por aquí a pesar de no visitar el interior.

Subimos por la antes pasada de largo Kent St para encontrarnos con las Glover Cottages de la que no tenía referencias, construidas en 1820.

Frente a ellas se encuentran las típicas casas victorianas con enrejados de forja en barandillas y balcones, en Agar Steps, una auténtica preciosidad la de estas casitas, que nos iremos encontrando dispersas por la ciudad. 
Con lo que llevamos visto de la ciudad a estas alturas Sydney ya se nos ha ido metiendo en el corazón, como las grandes raíces de los árboles que nos vamos encontrando. 

 
Desde Kent St subimos al Observatory Hill, el punto más elevado del centro de la ciudad, a 44 m de altura, donde se alzó un fuerte, del que parece que quedan unos cañones como recuerdo, un molino de viento, una estación de telégrafo y desde donde se obtienen unas bonitas y estupendas de la ciudad, principalmente de la bahía, que es una auténtica belleza. 



Y del Harbour Bridge, con dos pintoras concentradas en él.

 
En esta pequeña colina se sitúa el Sydney Observatory, construido en 1858. Durante 125 años ha sido el centro de investigación y observación de los astros, pasando a ser museo astronómico en 1982. Durante el siglo XIX el observatorio fue conocido en todo el mundo al tomarse desde él las primeras fotografías del cielo austral. 


Una de sus características es la bola del tiempo instalada en la torre, que cada día a la una se desliza hacia abajo al tiempo que se dispara un cañón en Fort Denisson, situado en una pequeña isla de la bahía; esto se realizaba para indicar la hora exacta a las embarcaciones cercanas al puerto para ajustar sus cronómetros. 


Decidimos entrar al museo (entrada gratuita), para encontrarnos con multitud de instrumentos astronómicos, maquetas con las que jugar del sistema planetario, exposiciones interactivas, telescopios pequeños y grandes…un paraíso para entrar en conocimiento con esta ciencia (más que difusa para mí) y al que debería haber prestado más atención. 

Por las noches hay visitas nocturnas, que ya no son gratuitas, que incluyen un teatro espacial en 3D y la posibilidad de mirar por los telescopios. 


No siempre hay tiempo de tomarse un descanso, en esta ocasión fue pequeño, lo justo para la típica foto de recuerdo, "yo estuve allí".