12 de julio de 2018

Myanmar - Bagan - Buledi

Pequeño con vistas

Comencemos a recorrer la llanura de Bagan y sus infinitos templos, de los que se construyeron 4.400 y se conservan más de dos mil, de todos los tamaños y formas. Se clasifican en tres periodos: periodo temprano (850-1120), templos influenciados por la arquitectura mon y pyay, con interiores poco iluminados y ventanas perforadas; periodo medio (1100-1170), templos más grandes, más iluminados y con ventanas más anchas; y periodo tardío (1170-1300), en el que se añaden agujas piramidales y adornos de baldosas, su decoración denota influencias indias.

Aparte de la masificación turística (que afortunadamente no tuvimos), las rehabilitaciones mal entendidas y ejecutadas, los daños ocasionados por la erosión o los terremotos, los saqueos (no solo de nacionales, en 1890 dos alemanes se llevaron placas, estatuas y murales a Berlín y Hamburgo, donde ahora se pueden ver en museos), Bagan tiene que lidiar también con la fe de los budistas que ordenan construir nuevas estupas, en su afán de hacer méritos para la próxima vida.

Para la visita  en Bagan hay que tener en cuenta un vocabulario, de modo que podamos diferenciar las diferentes construcciones. 

Gu – Templo o cueva

Kyaung – Monasterio

Pahto – Templo o santuario con un interior hueco

Paya – Pagodas, estupas, zedis, cualquier monumento budista en general

Shwe – Oro

Sikhara – Remate de los templos, de estilo indio y en forma de mazorca

Thein – Sala de ordenamiento

Desde Shwezigon Paya en Nyaung U nos adentramos en la zona de la llanura norte, donde comienzan a surgir los templos, las estupas, y te dan ganas de parar en todos, aunque sean pequeñas y ni siquiera tengas constancia de su nombre o de su historia, pero hay que utilizar el sentido común y disfrutar de esta visión desde el coche, hay que seleccionar las paradas.

Paramos en Buledi, que es una estupa menor en tamaño, como entrada para comenzar el periplo está muy bien, porque aparte de una vendedora junto a la escalera de subida no hay muchos visitantes. Tras el terremoto de 2016 fue cerrado su acceso, y la parte superior resultó dañada por lo que se está restaurando.

No importa que sean ladrillos, no importa que de ellos se hayan desprendido esquirlas y te puedas dañar tus delicados pies occidentales, aquí o en cualquier otro monumento del país, si quieres visitarlo, quítate las chanclas (mucho más cómodas que zapatillas y calcetines, que llevan su tiempo de quitar y poner) y disfruta. La escalera es algo empinada, por lo que lleva su esfuerzo -al menos el mío-, aunque como es corta no resulta excesivo. 



Si bien no tiene mucha altura, si ofrece una buena vista del paisaje alrededor, donde se suceden las estupas entre la vegetación, razón por la que este templo es utilizado para contemplar las puestas de sol, pero su capacidad de albergar personas es escasa, y puede rayar en la peligrosidad en caso de saturación, ya que la terraza no es tal, es una plataforma algo curva. 


Al fondo  a la derecha destaca la estupa en restauración de Shwesandaw Paya


A la derecha destacan Thatbyinnyu Pahto  y el sikhara dorado de Ananda Pahto


Del cercano Htilominlo Pahto se tiene una buena visión. 


Pero no hace falta fijarse exclusivamente en el horizonte de la llanura, también sobre las cercanas estupas, una de ellas igual o muy parecida (los detalles seguro que marcan las diferencias) a esta misma. 




Creo que al fondo se distingue Sulamani Pahto


Por sorprendente que parezca, en la pequeña pseudo-terraza inclinada hay un vendedor con bonitos cuadros de pintura de arena, pero este no es un lugar seguro para el intercambio comercial. Emprendemos la bajada por la escalera, y yo me valgo de manos y trasero para no caerme; estoy en fase memoria cuando explorábamos los templos camboyanos de Angkor


No podíamos empezar mejor nuestra visita por Bagan, y no precisamente por la grandiosidad del templo, al contrario, por su pequeño tamaño y por las vistas que nos ha permitido tener. 

Su localización: