16 de noviembre de 2018

Myanmar - Kalaw - Restaurante Thu Maugn - Viaje a lago Inle

¡Qué hambre!

Hemos terminado el trekking con una sonrisa en nuestras caras, aunque mi cuerpo está algo cansado, nuestro chófer ya nos está esperando en el punto de encuentro (organización al milímetro). Lo primero es ir a Kalaw tanto para dejar a Mr.Te como para recoger a Myo, ya que tenemos que ir al hotel a recoger nuestro equipaje, y sobre todo a darnos una ducha, ya que eficientemente Myo, o la agencia encargada del tour, han acordado que nos dejarían hacerlo, aunque claro, ellos contaban que sería como a las doce de la mañana y son casi las dos. Hacemos el check-out y nos duchamos lo más rápido posible, en las maletas solo faltaba poner la ropa que nos quitamos y los neceseres, así que en una media hora hemos terminado de hacerlo.

En el camino a Kalaw nos encontramos con el paso de un tren. 


Lo primero es paliar el hambre, que las tres no es una hora birmana para la comida y esto lo hacemos en el restaurante Thu Maugn en Kalaw. 


Como es habitual, nos acercamos al mostrador donde nos enseñan los platos principales. 


Eligiendo los clásicos curries: pollo y cerdo, aunque en esta ocasión el de cerdo lleva una salsa de garbanzos negros según Myo (¿serían alubias?). 



Nuestra ración de arroz. 


Una rica sopa de verduras, que siempre me entran como una bendición. 


La pasta picante y olorosa de pescado y gambas, que vimos en grandes cantidades en el mercado de Bagan


Una ensalada-guiso de lentejas, en Myanmar he llegado a adorar esta legumbre. 


Diferentes platos de verduras. 



Un aderezo picante con algo que no sé qué es porque ni siquiera lo llegué a probar (que se une a la mala memoria que me acompaña últimamente). 


Pepino, okra, lechuga y rábanos, un toque refrescante. 


No tienen plátanos de postre, así que optamos por un café y un té para acompañar el típico surtido de frutos secos y hierbas con que nos obsequian. 


Terminando de comer comenzó a descargar una lluvia tremenda, y menos mal que ya estamos aquí, porque si esta fuerza de agua nos cae mientras estábamos haciendo el trekking, creo que se hubiera acabado el viaje, tanto por lo tarde que hubiéramos terminado de hacerle, como por el resfriado de órdago que nos podíamos haber pillado. 


Lo único malo de la lluvia con esta fuerza es que no favorece la conducción, ni la propia ni la de los demás, no nos hace mucha gracia viajar pero es lo que toca y tenemos que confiar en nuestro joven chófer; afortunadamente nada más comenzar el viaje y avanzar por la carretera nos alejamos de la lluvia y volvemos a los paisajes infinitos rodeados de verde, así como a poblaciones pequeñas o más grandes con imágenes de vida en ellas. 









Tras algo más de una hora llegamos a la zona donde el poder lo ostenta el agua del lago Inle, donde todo parece discurrir con calma, tanto para los humanos como para los animales.