9 de enero de 2014

Londres - Hotel Halkin by Como

La paz junto al bullicio

Para nuestra escapada londinense en Navidades (escapada en toda regla de las fiestas, los preparativos de menús y su realización, y hasta de los compromisos - nos estamos haciendo lobos solitarios ya que el resto del año somos lobos en manada-) Iberia no nos dejó muchas oportunidades de elegir destino, pasamos por dos ciudades americanas primero, pero con los puntos acumulados este verano en el viaje a Chile con LAN no nos dejaban -por cantidad de avios sí podíamos pero Iberia era la que nos cerró el paso-, así que recurrimos a una de esas ciudades que nos enamoraron en un primer viaje, tanto que hizo tambalear nuestra devoción por New York, la imperial Londres. Varias razones hicieron que fuera la ciudad elegida, entre ellas nuestras ganas de conocerla un poco más y mejor

Una vez que teníamos vuelo había que buscar y elegir hotel, que esto era lo más fácil realmente, en Londres hay mucho donde elegir, aunque ya estaba decidido si podíamos reservar habitación, el hotel boutique Halkin by Como


Fuente: asiarooms.com

El hotel se localiza en el barrio de Belgravia, al que en la anterior ocasión que visitamos la ciudad no pudimos pasear, sólo nos contentamos con verle de refilón del aeropuerto al hotel y del hotel al aeropuerto. Se sitúa en la pequeña Halkin Street, muy cerca de Hyde Park, de la calle comercial de Knightsbridge y de los famosos almacenes Harrods. A su favor también, dos estaciones de metro cercana, Hyde Park Corner y Knightsbridge. 

El hotel es la paz entre el bullicio precisamente por la cercanía al parque y a la zona comercial, dos hervideros de gente en época navideña, incluso la estación de Hyde Park Corner tuvo que limitar el acceso por exceso de afluencia de viajeros. 

Para Navidad la entrada está decorada apropiadamente. 


En recepción nos atiende Sara, ¡en español!, siempre es de agradecer no tener que poner el chivato inglés a las primeras de cambio, que siempre cuesta arrancar cuando es un idioma que no dominas, más bien, él te gana todas las partidas y yo principalmente me quedo con cara de póker. Sara es la encargada de enseñarnos el hotel y de conducirnos a nuestra habitación.


 Fuente: gourmetgetaways.co.uk

Frente a recepción se encuentra el bar, donde tomar unos aperitivos o unas copas - no estoy segura de si el famoso afternoon tea también se disfruta aquí-. 


Fuente: telegraph.co.uk

Frente a la puerta de entrada, y en el medio más o menos entre la recepción y el bar, se encuentran los ascensores, y junto a ellos, el restaurante Ametsa, bajo la dirección de Arzak (Instructions Arzak). Quizás es un punto algo negativo, esta cercanía de los ascensores y el restaurante, le resta intimidad, sobre todo a las mesas situadas frente a la puerta, que afortunadamente son las menos.
 

Fuente: gourmetgetaways.co.uk

En el restaurante disfrutaremos de nuestros espléndidos y elegantemente servidos desayunos - la oferta de habitación con desayuno salía rentable vistos los precios de la carta in situ - y de algo más, una experiencia mágica en la cena de Fin de Año, experiencia que repetiremos al año siguiente, y quien sabe si esto será costumbre para nosotros, gratificante costumbre.

  


A pesar del retraso en nuestro avión, unos 45 minutos aproximadamente, entre el retraso de despegar de Barajas y el retraso en aterrizar en Heathrow, nuestra habitación no está lista, situación con la que ya contábamos, ya que son las 12.30 -13 h del mediodía, y hasta dentro de dos horas no estaría a nuestra disposición. Sara nos ofrece realizar un upgrade con un incremento de precio por supuesto, tras una pequeña deliberación aceptamos porque nos vendrá bien entrar en una habitación inmediatamente para cambiarnos de ropa y comenzar nuestra exploración londinense lo más rápido posible; pasamos de una habitación de luxe a una suite Belgravia.

Nuestra habitación está en la cuarta planta, los pasillos son oscuros porque la paredes en curva y las puertas de las habitaciones en ella son rigurosamente negras (no me desagrada en absoluto, el negro es mi color de vida), aunque las suites tienen sus puertas en madera oscura y ofrecen un justo contraste, como la inmensa mesa en el hall de salida del ascensor, también de madera. 


 Fuente: comohotels.com

La suite consta de un salón con un amplio sofá frente al que se encuentra la televisión, una butaca, un escritorio y el mueble bar, donde hay una cafetera Nespresso a nuestra disposición. 

En la pared donde se localiza la televisión se abre una puerta que conduce al dormitorio, no es solo un vano en la pared, es una puerta que afortunadamente se abre y se cierra cuando los sueños no coinciden en el espacio temporal.


La trasera de esta pared es el armario, en el que como ya es norma en casi todos los hoteles notamos la falta de cajones, y eso que sólo era una escapada de cinco noches, en caso de ser de más de una semana, nos las hubiéramos visto complicados para colocar la ropa, que se hubiera tenido que haber quedado en la maleta una buena parte; el número de perchas es adecuado. Este armario también aloja una televisión, de tamaño menor la pantalla que la del salón, y la caja fuerte. 


La cama es de tamaño king size, con un edredón acogedor para el frío invernal londinense, con dos mesitas a cada lado con cajones, que pos supuesto utilizaremos ante la falta de espacio en el armario. En uno de estos cajones encuentro, con gran alegría por mi parte, el secador de pelo.


En el dormitorio también hay un escritorio, donde iremos acumulando los folletos de nuestras visitas. 


A la entrada del baño hay un cómodo armario abierto donde cuelgan los albornoces, pero que será un buen lugar para colgar los abrigos (sobre todo tras una lluvia copiosa). 


Hay un solo lavabo, pero lo prefiero así para poder tener más espacio de encimera donde colocar nuestros bolsas y productos de aseo (que no es que sean muchos pero tenerlos amontonados no es nada cómodo); y una bañera, que no llegaremos a utilizar por aquello de las prisas, no hay tiempo para disfrutar de un baño relajante-. Entre los admíniculos de baño echo en falta peine, cepillos de diente o una cuchilla de afeitar con su crema (no son necesarios y no siempre se utilizan pero es bueno saber que están ahí ante un olvido en el empaque; aunque supongo que si se solicitan se podrían tener).


¡Eh malpensados!, que si nos hemos lavado y bien, pero para ello utilizábamos la amplia ducha. 


Creo que con la habitación elegida en un primer momento nos hubiera sido suficiente el espacio, pero lo de contar con un salón independiente del dormitorio siempre es una ventaja para nosotros, ya que aparte de sentirte más en una casa que en un hotel por el amplio espacio, podemos no molestarnos ante nuestras discrepancias horarias. 

Nuestra estancia en el hotel ha sido magnífica, tanto por el trato recibido en todas sus instalaciones como por el propio hotel, con su ubicación, accesibilidad, decoración y habitabilidad. Será una de nuestras opciones en un próximo viaje a Londres, aunque nunca se sabe cual será la decisión final. 

Pues escrito y hecho, hemos vuelto a Londres por Navidad, y hemos vuelto al hotel Halkin, con lo que actualizo esta entrada con algunas fotografías más, y una mención especial a Enrique Romera que nos atendió en recepción amablemente. 

En esta ocasión llegamos más temprano al hotel, ningún retraso en el vuelo, como era un vuelo por la mañana temprano, la habitación contratada, Studio Suite, no estaba disponible, con lo que volvemos a realizar un upgrade a una Suite Belgravia, situada en el quinto piso. 

Hay varias diferencias entre la suite anterior y esta; la primera es que a la entrada hay una zona con un mueble donde se localiza el minibar y la cafetera Nespresso, así como muy bien ideado, un gran armario donde colgar los abrigos y colocar las maletas para que no estén a la vista. 


El quinto piso es abuhardillado, con lo que al ir a conocer la suite nos encantó la forma de sus paredes, así que entre este encantamiento y que queríamos disponer de la habitación, fueron razones definitivas para realizar el upgrade. La zona de estar no se encuentra separada como en la anterior suite, está integrada dentro del propio dormitorio, contando con un escritorio. 





En la zona de dormitorio hay otro armario, es genial esto de poder disponer de almacenamiento y perchas suficientes; además contamos con dos mesitas de noche grandes con dos cajones hábiles. 


Tras la puerta con espejo se encuentra el amplio baño, con bañera, ducha y un lavabo; amplio y cómodo. Los albornoces y las amenities de hotel típicas, las mismas que en la anterior visita.


La primera noche que pasamos en Londres, por aquello de no darnos una paliza y disfrutar de un momento de descanso tras el paseo de la tarde, los dos vamos con un buen catarro de toses y mocos (que feo es contar estas intimidades de fluidos) cenamos en la parte del restaurante que se dedica a bar, pero el personal del restaurante Ametsa está en su día de descanso, domingo, así que no podemos disfrutar de unas tapas como nos hubiera gustado, y nos decantamos por una riquísima hamburguesa y un riquísimo sándwich de ternera. De aperitivo, los típicas chips de verduras. 





Dicen que no hay dos sin tres, así que no es descabellado pensar que volveremos a The Halkin en otra escapada a Londres, una ciudad que cada vez nos gusta más y más.