25 de noviembre de 2013

Chile - Santiago - Barrio Patronato - Parroquia de Santa Filomena - Catedral ortodoxa de San Jorge - Iglesia de la Recoleta Dominica - Iglesia de la Recoleta Franciscana - Mercado de la Vega - Parroquia Milagroso Niño Jesús de Praga



De la iglesia al mercado, del mercado a la iglesia, y viceversa

Llegados hasta el Barrio Patronato tomo la decisión que vamos a seguir conociendo este diferente y curioso barrio, tan alejado de lo monumental pero tan cercano a la cotidianidad de la vida, por lo que en lugar de volvernos hacia el centro de la ciudad continuamos por el barrio y giramos por la calle Santa Filomena, donde comienzan a aparecer con asiduidad las tiendas de ropa. Llegamos hasta la parroquia de Santa Filomena, construida en 1894 en estilo neogótico. Fue declarada Monumento Nacional en 1995.





Si bien su exterior no es muy llamativo, aunque sí que es un gran contraste en la arquitectura general del barrio, como nos ha ocurrido en otras ocasiones el interior nos sorprende, es muy luminoso, entrando la luz por unos vitrales que fueron traídos de Francia, y es luminoso a pesar de tener una decoración muy oscura en los materiales de construcción y en la propia decoración.






Más adelante, en el mismo tramo de calle, se encuentra la catedral ortodoxa de San Jorge.




Continuamos por la calle Santa Filomena, en la que se suceden las tiendas y los puestos callejeros de ropa, así como en las calles que la cortan, el cruce con la calle Patronato está literalmente atestado de productos y de gente, en ocasiones se hace difícil caminar porque el pasillo que queda entre las tiendas y los puestos es muy pequeño, con lo que no puede absorber el flujo peatonal y de miradores o compradores, con lo que si no se quiere comprar es mejor caminar por la calzada. 






En este Chinatown chileno, en el cruce de la calle Santa Filomena con la avenida Recoleta un centro comercial chino a lo grande. 




Frente al centro comercial uno de esos edificios que llaman la atención porque desentona de la arquitectura en general de la zona, una de las excepciones hasta en la limpieza de su fachada, pero claro se trata de las oficinas de un banco. 




Hacemos un alto en nuestro paseo y tras un pequeño consenso decidimos no tomar el metro en la estación de Patronato y continuar caminando por la avenida Recoleta, atestada de tráfico y contaminación, de locales de comida, de talleres o tiendas de reparaciones de autos, de colmados, y que cada vez se va haciendo menos atractiva a los ojos, aunque siempre hay algo que los ojos descubren, aunque la pregunta sería ¿qué hacemos aquí?




Seguimos caminando por la avenida Recoleta, y podíamos haber tomado el metro para una estación, en la que cada vez hay menos que ver o disfrutar visualmente, mientras mi marido lleva la cara de interrogación ¿Dónde me lleva ésta loca esta vez? Finalmente llegamos al destino, la iglesia de la Recoleta Dominica, que en teoría, según nuestra información, tenía que estar abierta, pero sus puertas están cerradas. 


La iglesia fue construida en 1882 por el italiano Eusebio Celli y el chileno Manuel Aldunate, siendo una réplica de la iglesia de San Pablo de Roma, y este dato fue lo que me provocó la curiosidad de llegar, aunque nos quedamos con las ganas de conocerla. La iglesia de Roma tampoco la conocemos (es una tarea laboriosa conocer todas las iglesias romanas) así que no la podemos comparar ni en el exterior.  


La iglesia la vimos desde el Parque Metropolitano de Cerro San Cristóbal




Esta es la iglesia de San Pablo Extramuros de Roma.



Fuente: vatican.va


Antes de llegar a la iglesia, en el convento dominico se ha instalado el Museo de Artes Decorativas, que está abierto pero a punto de cerrar, con lo que decidimos no entrar ni siquiera a dar una vuelta rápida, no por el museo en sí sino por la construcción conventual.


Frente a la iglesia queda Cerro Blanco, al que también vimos desde el Cerro San Cristóbal, y detrás del cerro se encuentra el Cementerio General, una visita de las que tenía apuntada en las futuribles, pero que no fue posible realizar, ni siquiera acercarnos hasta su puerta. 


Volvemos por la avenida Recoleta hasta su cruce con la calle Antonia López de Bello, ya que cuando subíamos por la avenida nos llamó la atención un campanario, que pertenece a una iglesia que no tenía en las informaciones, tratándose de la iglesia y convento de la Recoleta Franciscana, construido a mediados del siglo XVII y declarado Monumento Nacional en 1973. Aparte de la bella portada de la iglesia y del tamaño en general de la construcción, en la pequeña plaza llaman la atención dos palmeras con una gran altura. 




Entramos por la calle Antonia López de Bello, con la mayoría de sus tiendas dedicadas a la alimentación, ya sean colmados o tiendas de abarrotes, dedicadas exclusivamente a productos encurtidos o de  alimentos preparados, donde vemos pero no probamos las sopaipilla, una torta frita de harina de trigo, que pueden ser dulces o saladas, pero nos desquitaremos de esta cata en Machuca, un pueblo del altiplano chileno. 




Continuamos por la calle Antonia López de Bello para llegar hasta el grande Mercado de la Vega o Vega Central, que ocupa varias manzanas y que es el principal mercado de frutas y verduras de Santiago. 




Entrar y disfrutar de los puestos y alimentos nos llevaría un largo tiempo, pero la hora vuelve a estar en nuestra contra, es la hora de cerrar, y aunque todavía hay puestos abiertos y gente comprando, lo que hacemos es entrar por uno de los pasillos laterales para tener una pequeña visual del mercado. 






Las calles alrededor del mercado es un sinfín de tiendas, aparte de que a esta hora de la tarde también es un sinfín de basuras y cajas en el suelo. 





Seguimos por la calle Antonia López de Bello. 





Salimos a la calle Independencia, donde nos encontramos con la parroquia Milagroso Niño Jesús de Praga, donde lo más llamativo de la construcción de 1913 es la torre de estilo neogótico, que parece que le faltan las paredes o que hubiera sufrido desperfectos, pero es que corresponde al llamado estilo calado. 



El paseo no resultó especialmente monumental, aunque con las iglesias ya cubrimos expectativas, tanto las esperadas como con las que no contábamos, por lo que a pesar del cansancio que ya llevábamos por todo el día, nos resultó satisfactorio.