19 de junio de 2017

Costa Rica - Tortuguero - Canales


Lo que mal empieza, casi bien acaba

Hoy el día amanece temprano, casi sin necesidad de despertador, abro los ojos y me encuentro a mi pareja que sigue encontrándose mal, así que me visto rápidamente y paso por recepción, donde no hay nadie, por lo que me acerco al restaurante por si allí hubiera ya trabajadores poniendo en marcha el lugar para el desayuno, pero en principio no veo un alma, hasta que afortunadamente en una mesa veo a Luis y a uno de los encargados de manejar las barcas tomándose tranquilamente un café. Hablo con Luis, tenemos que ir a un médico, tras el día de ayer y la mala noche es lo mejor que podemos hacer, no vaya a ser que la cosa sea una tontería y se complique por no darle la importancia justa. Diligentemente ambos se ponen en marcha, y yo me voy a buscar a mi pareja, en Tortuguero hay un ebai, un centro de salud al que nos van a llevar. Cuando llegamos al centro, el médico, será una mujer, no ha llegado, con lo que tenemos que hacer la cola pertinente, y tras pasar un examen rutinario, él sale con medicación y con una inyección en el cuerpo; Luis ha estado todo el tiempo con nosotros, ¡gracias!. Nos toca esperar para ver si funciona, y no tenemos que salir de Tortuguero evacuados en avioneta, el modo más rápido de hacerlo (y también el más rápido de llegar y salir de aquí, a un precio por supuesto algo mayor, pero si bien llegar por agua tiene todo su encanto, si volviera, saldría por aire). Por supuesto, hemos pagado la factura correspondiente en el centro de salud, que no somos nacionales. 


Tras la experiencia, la valoración positiva es que estos centros de salud son básicos, pero muy necesarios, por lo que su implementación es una mejora sanitaria de calidad. Esta es la ambulancia del centro de salud, que moverse y salir de aquí por una emergencia no es nada fácil, recordar el viaje de llegada desde Puerto Viejo de Talamanca.  

                                              
A las 8.30 teníamos la excursión programada, pero casi a esta hora hemos llegado tras la visita médica. Mi pareja, lógicamente, no la va a hacer, pero durante el viaje me ha animado a que la haga yo sola, y es que, lógicamente, él necesita tranquilidad, y mi presencia a su lado, mirándole y preguntándole continuamente cómo se encuentra no le iba a aportar esa necesaria tranquilidad, así que aunque no muy convencida decido largarme (él se queda en la soledad necesaria y en la compañía apropiada, por los trabajadores del hotel). Pido disculpas al grupo que se está reuniendo, y que por favor me concedan diez minutos para darme una ducha y cambiarme de ropa, que ya va pegada a mi cuerpo, entre el calor y el sudor de los nervios.¡Gracias a todos por la paciencia!


La excursión la realizaremos en una barca descubierta, lo que quiere decir que nos untemos bien de crema solar, de antimosquitos y es recomendable llevar una gorra. Seguimos con la suerte cambiada con los perezosos, vemos de nuevo una bola de pelo en los árboles, como en el Parque Nacional Cahuita

Lo primero es pagar la entrada al parque, en nuestro caso ya está incluida en el precio del paquete contratado con el hotel, por lo que es más un registro y acto de presencia de nuestro guía en el control. 




Surcamos el río Tortuguero en busca de su flora y fauna. Yo sinceramente no veo tres en un burro, he cargado con la máquina fotográfica más grande para intentar capturar lo posible de la mejor manera -y no se utilizarla de forma completamente efectiva-, pero desde luego por mucho que me dicen que entre la vegetación hay algo viviente en una parada que hacemos, yo no soy capaz de localizarlo. Si esto continúa así, ¿para qué he venido?, al menos disfruto del bonito paisaje, que es una auténtica pasada.




Feliz me siento con esta fotografía, en realidad una serie de fotografías de las que he elegido una, se trata de una anhinga o pato aguja americano, que posaba orgullosa en una rama (la vimos en varias ocasiones, así que se trata de una modelo fija y no eventual). 




También escondido entre la vegetación, nadando con tranquilidad, un pequeño patito, que a Luis le encanta ver porque nos cuenta que es muy difícil hacerlo, así que esta fotografía va por él. ¿Vosotros?, buscar a Patito Wally. 




Como también tenéis que buscar al lindo basilisco o lagarto de Jesucristo, jugando a estarse quieto, porque no movió ni un ápice de su cuerpo mientras le contemplábamos y fotografiábamos. 




Voy a ser buena, os lo acerco y muestro mejor, ¿a que es chulo?




No sólo hay que mirar hacia abajo, entre la vegetación acuática, también hay que tener un ojo en las copas de los árboles, así no hay manera, voy a terminar con una tortícolis tremenda. Y sí, arriba aparecen los monos aulladores, que primero estaban silenciosos para ser ellos, y luego comienzan con sus escandalosos gritos. 




En un árbol una inmensa araña, que me produce un repelús tremendo por su tamaño, no conozco su especie. 



Y en el agua, de improviso aparecen cabezas de cocodrilos, ¿un bañito?




Mejor seguimos en la barca y sobre el agua. 




El paisaje, la vegetación, los animales, la calma a pesar del ruido de las barcas, todo es un plus en Tortuguero. 




Termina la excursión, regresamos al hotel, yo voy corriendo a la habitación para saber cómo está mi marido, pero él me intercepta porque está descansando en la piscina, esto es síntoma de que va mejorando, y me quedo más tranquila, porque a pesar de haber disfrutado durante la excursión, tenía mi corazón encogido, aunque la lógica es aplastante, si no hay noticias, son buenas noticias. Los dos nos vamos a comer al restaurante, él ligerito, y yo continúo con el desenfreno gastronómico. 

A las 14.30 tenemos otra vez reunión en el embarcadero, toca la excursión de la tarde por el río y los canales, y de nuevo me voy sola, es preferible que él siga descansando todo lo posible, mañana toca viajar y va a ser de nuevo un duro trayecto. 



De repente el descontrol, tanto Luis como el conductor están revolucionados, han visto un cocodrilo, el más grande que ven desde hace mucho tiempo y del que darán parte a las autoridades (peligro, peligro), aunque ante nuestra presencia decide sumergirse y esconderse, parece que somos más peligrosos que él, y él es más rápido que yo porque no consigo hacerle una fotografía. 

¡Otra bola de pelo!, digo, otro perezoso, estoy algo decepcionada por no ver la cara de uno de estos animalitos que parecen tan simpáticos, pero no hay manera, no se dejan. 


Pasamos de nuevo por la taquilla del parque y emprendemos la navegación por el río Tortuguero. Como no todo va a ser vida animal, una muestra de la vida vegetal, que es muy hermosa. 


Para volver de nuevo a la fauna, junto al agua unas simpáticas jacanas centroamericanas, que primero van paseando y luego levantan el vuelo. 



Aquí en casa ¡Echo de menos esta calma tensa!, y no recuerdo el calor, la humedad, el malestar de mi pareja...


Los ruidos del bosque nos hacen mirar hacia arriba. De nuevo salen los monos aulladores a saludarnos, o a intentar disuadirnos de entrar en su territorio. Es divertido verles saltar de rama en rama. 


Tenemos una sorpresa entre los monos aulladores, un mono araña hace su aparición y nos asombra aún más con sus acrobacias en las alturas, ¡qué fácil parece! En las fotografías a mí me resulta entre curioso y simpático encontrar su figura entre las ramas. 



Volvemos a navegar y nos encontramos con otro grupo de monos aulladores, más tranquilos y en casi silencio, están alimentándose y aunque uno de ellos nos mira continuamente, no deja de tragar y tragar hojas. Esta debe ser la zona en la que habitan, porque ayer también los vimos aquí, y supongo que hasta que no acaben con la "despensa" no se trasladarán.



Termina nuestra aventura y volvemos al hotel, yo con la incógnita de si habré conseguido sacar una fotografía algo decente, y aunque no es ninguna buena, al menos se ven algunos animales. Esta noche nos toca la bonita experiencia del desove de tortugas, y por fin mi marido se unirá al grupo, se encuentra mejor, tiene más fuerzas y por supuesto quiere vivir el momento.

La maleta casi está hecha, la dejé anoche preparada por si acaso había que salir corriendo, solo falta colocar la ropa un poco mejor, porque con las prisas todo ocupaba más sitio del que debía. A descansar, que mañana toca otro día duro de viaje. 

La experiencia en Tortuguero ha sido magnífica, un lugar para recordar, por su situación (llegar aquí tiene lo suyo), por su naturaleza, por sus gentes, por el amor de estas a su tierra, por su calma, ¡Pura Vida!