27 de febrero de 2017

EEUU - Grand Canyon - Grand Canyon Village - Angel Bright Lodge



Descanso en la oficina de correos

Para el alojamiento en Grand Canyon Village elegí el Angel Bright Lodge, sencillamente porque me pareció una oferta más coqueta para una celebración como era nuestro aniversario, con la ventaja de su buena situación junto al gran cañón. Su origen se remonta a 1896, en el que abrió el Angel Bright Hotel and Camp, una cabina usada como oficina rodeada de tiendas que se alquilaban, que cerró en 1905 con la apertura del hotel El Tovar




El lodge fue construido en 1935 según el plan elaborado por la Fred Harvey Company, según diseño de Mary Elizabeth Jane Colter, una antigua maestra de escuela y arquitecta, que utilizó las influencias arquitectónicas del suroeste y las combinó con estilos indios e hispanos. En la sala de la entrada hay una chimenea, y sobre ella la representación del ave del trueno, Thunderbird, de la mitología indígena, al que Mary Jane llamó “the bright angel of the sky”. 




Junto a recepción hay una sala dedicada a la historia del lodge y de esta zona del Gran Cañón, Bright Angel History Room, y aquí conocemos a las Harvey Girls de la Fred Harvey Company, empresa que abría restaurantes junto a las estaciones de ferrocarril,  y algunos de estos restaurantes se ampliaron a hoteles, como es el caso del cercano hotel El Tovar


Harvey descontento con el rudo trato del servicio de los camareros varones, comenzó a contratar mujeres publicando anuncios en la prensa de todo el país requiriendo “mujeres de entre 18 y 30 años, de buen carácter, atractivas e inteligentes”, y solteras. El sueldo, 17,50 dólares al mes más propinas, con alojamiento. El incumplimiento más frecuente del contrato era por contraer matrimonio. En el año 1942 se publicó la novela The Harvey Girls, y en 1946, la MGM grabó la película inspirada en ella, protagonizada por Judy Garland y dirigida por George Sidney. Otra de las innovaciones de la Fred Harvey Company fue contratar mujeres para dirigir tours en el suroeste. Claramente fue una apuesta femenina en todos los frentes.




Los primeros visitantes del gran cañón eran transportados en coches de caballos, y que seguramente si volvieran a utilizar este medio de transporte seria todo un reclamo turístico, ¿y si fuera una diligencia?. 




La chimenea de esta sala, diseñada por Colter, está construida con piedras del gran cañón, piedras que muestran la geología de la zona: la parte superior tiene piedra caliza de Kaibab, de 270 millones de años de antigüedad; más abajo, capas de piedra paleozoica de entre 270 y 525 millones de años; a continuación, piedras de entre 740 y 1250 millones de años; y finalmente, la parte inferior, piedra oscura de esquisto del interior de la garganta. El contorno de la chimenea dibuja las laderas y acantilados del cañón. 




Las habitaciones del lodge se distribuyen en cabinas. 




Red Horse Cabin fue construida en 1890 en Red Horse Ranch, 25 millas al sur del Gran Cañón, siendo utilizada como una de las paradas de los transportes entre Flagstaff y el Gran Cañón. En 1902 Ralph Cameron la trasladó a este lugar, añadiendo un porche un el segundo piso, pasando a ser conocida como Cameron Hotel. De 1910 a 1935 la cabina alojó la oficina de correos. Tras una exhaustiva restauración en 2012 ahora es uno de los alojamientos del Angel Bright Lodge, y la cabina que nosotros ocuparemos.





Aparte de su historia, lo especial del alojamiento es su amplitud, que es la razón de haberla elegido. Tiene un amplio salón, donde hay un armario, dentro del cual aparte de las consabidas perchas hay una cama plegable. 




Un coqueto rincón de una mesa con cuatro butacas, por aquello de querer tomar algo aquí, ya sea desayuno, comida o cena (no hay servicio de habitaciones, tú lo compras, tú lo preparas, pero no hay cocina así que alimentos ya preparados). 




Pero lo mejor es el sofá frente a la chimenea, aunque la pantalla de televisión no está en el mejor ángulo, pero ¿quién quiere televisión con las vistas que tenemos?, y si es de noche, pues pasamos las fotografías por la tablet o sencillamente ejercitamos el bello arte de la comunicación. Junto a la chimenea, una máquina de cápsulas para hacer café, chocolate o infusiones. Nada mejor que descansar frente a la chimenea eléctrica, que le resta encanto pero le aporta practicidad al no estar preocupada por los troncos o el humo. Y por si acaso, hay una manta, que los días y las noches son muy fríos.




Junto al salón, como se puede colocar la cama plegable, un baño completo, con un aire muy retro. Además hay dispensadores de gel de baño, champú y suavizante.




Desde el salón se accede al dormitorio, con una cama de postes y cuyo colchón favorecía el descanso tras las palizas de caminar. A ella también se podía acceder por una puerta directa, pero nunca la utilizamos, creo que incluso no llegamos ni a probar la llave. 




Junto a la habitación, que tenía su propio armario, muy amplio, con otra cama plegable en su interior, otro baño, de las mismas características al anterior, aunque en este caso la bañera tenía cortina. 




Otra de las habitaciones especiales del lodge es la Buckey O’Neill Cabin, construida en la década de 1890 por William “Buckey” O’Neill, miembro de los Rough Riders de Teddy Roosevelt, que murió en Cuba en 1898. La cabaña, la construcción más antigua en el South Rim –orilla sur del Gran Cañón- se incorporó al lodge, y su gran ventaja que también me parece un inconveniente, es que su puerta da directamente al Gran Cañón. La ventaja es clara, salir y encontrar el precipicio asombroso; la desventaja, que mañanas o tardes de tranquilidad no se tienen, el tráfico de gente por el camino es tremendo, y con ello, también nos podemos encontrar con miradas indiscretas a través de las ventanas, cosas que en nuestra cabaña no tenemos, porque siempre se pueden acercar curiosos, pero su localización no la hace tan accesible. 




En las cercanías del lodge, una señal de ayer y de hoy, ya que todavía se realizan travesías en burro por el Gran Cañón, como por ejemplo la que recorriendo el cañón desde el South Rim llega al North Rim, a un alojamiento situado en su inmensidad paisajística, en el que sentirse un auténtico aventurero, ya sea explorador, buscador de oro o vaquero. 



En el edificio principal del lodge hay una tienda de regalos, un bar de copas y un restaurante, The Dining Room, donde nos tomamos unos espléndidos desayunos, pero sin lugar a dudas, lo mejor fue la amable atención de sus camareros, como si estuvieras en casa de amigos. Y el detalle, algunos de estos camareros presentaban algún tipo de discapacidad, física o mental, lo que muestra la implicación de la empresa gestora en la integración laboral de estas personas. 




Huevos fritos, jamón, bacon, patatas ralladas como en tortilla pero sin huevo (hashbrown potatoes), salchichas, tortilla, tostadas, y para aligerar, algo de fruta. Por supuesto el café siempre dispuesto a ser servido sin parar. 







El restaurante más formal se encuentra en un edificio más alejado, eso sí, cerca del paseo junto al acantilado del Gran Cañón, Arizona Room. La primera noche fuimos a cenar aquí, pero como no teníamos reserva tuvimos que esperar un largo rato, que pasamos primero paseando por la noche fría -y sin vistas-, y luego en la pequeña antesala en la que te puedes tomar algo. 




La decoración del comedor no es nada formal, es un poco tipo oeste, con lámparas con cuernos (que no nos gustan nada), y por supuesto está lleno, con un trajín continuo de mesas que terminan y que rápidamente son ocupadas. 



Para beber, cerveza Grand Canyon –que no fue nada del otro mundo-, una copa de vino tinto –un auténtico despropósito como era de suponer- y una jarra de tap water (agua del grifo, agua del cañón muy buena). 




Ensalada César para compartir, que en lugar de poner el plato en el centro como es lo normal, la sirvieron en platos individuales. 



Dos entrecots con diferentes guarniciones, unas clásicas alubias, brócoli, patatas fritas o gajos de patatas. Muy rica la carne, tierna y sabrosa.