21 de diciembre de 2016

¡FELIZ NAVIDAD!



MERRY CHRISTMAS        JOYEUX NADAL  
FROHE WEIHNACHTEN      圣诞快乐      GLÆDELIG JUL FELICA KRISTNASKO         ΚΑΛΑ ΧΡΙΣΤΟΥΓΕΝΝΑ     VROLIJKE KERSTMIS      메리 크리스마스    
BUON NATALE     FELIZ NATAL      РОЖДЕСТВОМ    ROJDESTVO      HYVÄÄ JOULUA       GOD JUL ...

Y en todos los idiomas del mundo, ¡FELIZ NAVIDAD!

Desde este pequeño rincón, nuestros mejores deseos (de disfrute, alegría, amor, risas y sueños) para Navidad y para el año 2017.




 
                                

 

19 de diciembre de 2016

España - Campo de Criptana (Ciudad Real) - Restaurante Las Musas



Musas de altos vuelos

Sábado tontuno, lo que tenía que ser algo de trabajo se convierte en holgazanería, miras en google para encontrar un restaurante que no conozcamos en territorio manchego cercano (que son muchos), y no buscamos nada en especial, pero encontramos el restaurante Las Musas en Campo de Criptana, con críticas dispares en internet, pero nos atrevemos a probar, y sobre todo a encontrar mesa, porque vamos sin reserva, que siempre nos quedará la opción de un bocadillo en cualquier bar. 


El restaurante está situado en lo más alto del pueblo y llegar andando puede ser agotador con esas cuestas infinitas (que mayores nos estamos haciendo, solo hace unos pocos años antes ¡cuestas a nosotros!), de paisajes manchegos evocadores y nostálgicos. 




Donde se sitúan los molinos el aire está asegurado para su funcionamiento, el viento se cuela hasta los huesos si es frío. Llegar a los molinos es encontrarse con autobuses llenos de turistas, se pierde la magia de los gigantes y son sencillos molinos, pero estos turistas son buenos para la localidad y la zona, además de que son para presumir, nada que objetar (nosotros también somos turistas, por mucho que yo sea manchega de cepa).   



Lo primero es ir al restaurante por si la fortuna nos acompaña y tenemos mesa, y casi que nos sentamos en la última, cinco minutos más y no comemos aquí. 





La decoración interior es moderna, nada que ver con la típica manchega, aunque hay detalles de ella, como las cuerdas enrolladas en las columnas (a modo de gigante serijo manchego) u objetos decorativos. Es un espacio luminoso, claro, y recomendable es pedir mesa en el piso superior, con vistas al pueblo. No hay fotografías, se nos pasó y además estaba tan llena la sala que se hubieran visto más comensales que decoración. 


Leída la carta, nos decantamos por el menú degustación, obviando los platos típicos, que quizás es lo que más nos apetecía (unas buenas migas, unas buenas gachas, un buen pisto…). 


El pan está riquísimo, para hacerse un bocadillo de chorizo, impregnando la miga con todo su aceite, o para comerse ese plato de gachas que veníamos buscando. 




De aperitivo, un queso manchego tierno sobre migas de pan tostado y membrillo. Yo que soy más de queso manchego recio, en aceite y curado, y que el menbrillo solo de refilón en caso de ser necesario, apruebo el pincho, que es muy de la tierra sin las florituras.




Para el que no conduce (yo), menú maridado, que hay que seguir con la valentía. 


Primer plato, corazones de alcachofa con huevo pochado, jamón de pato y chips de patata. Está bueno, aunque nos sorprende el dulzor, y es que en la parte de abajo del plato hay una pasta de cacahuete (eso creemos por su sabor), quizás demasiada, porque al final es el sabor que predomina con fuerza. Las alcachofas muy buenas, sin hebras ni durezas, muy tiernas. Acompañado de una cerveza artesanal (medio vaso más o menos), Salvaje Ja Ja Ja (el nombre ya tiene su propia guasa), elaborada en el cercano Alcázar de San Juan. 





Segundo plato, manitas de cerdo crujientes con berenjenas asadas. Al comensal le gustaron, quizás el plato que más le gustó, porque yo cambié estas manitas por una simple croqueta de cocido, con un buen relleno, de intenso sabor, pero que se quedaba algo triste, sobre todo en comparación con las del restaurante Mirasierra en Mogarraz (Salamanca). Le acompaña una copa de Lambuena roble, nada destacable.






Tercer plato, brocheta de rape con langostinos y menier de alcaparras, que tenía que ir acompañado de un Raimat chardonay, que me hacía ilusión porque nunca he probado un blanco de Raimat, pero en esta ocasión la suerte no estuvo a mi favor porque se les había agotado y fue cambiado por un Enate chardonnay, que tampoco hemos catado en su versión de blanco, y que no estuvo malo. El rape muy bien, la salsa muy sabrosa, sorprendente que el plato de pescado sea un destacado en tierras manchegas, y que no sea un bacalao que es más típico. 




Cuarto y último plato, carrillada al vino tinto con mermelada de pimiento morrón y piña natural, que seguramente quitando los acompañamientos y dejando la carrillada en su salsa hubiera resultado más rica, más tradicional pero más rica. Le acompaña un Sigilo Moravia, de la provincia de Toledo, que no nos gustó nada, porque estaba gasificado, posiblemente por una fermentación doble, pero no pedimos cambio de vino, apuré lo que me quedaba del Lambuena (estaba comedida en el beber). 





De postre, bizcochona de arrope con natillas de jengibre, que miedo me daba el arrope por su exceso de azúcar, pero luego no era tan tremendo, no así las natillas, que sí estaban pasadas de azúcar. Le acompaña un extraño Mavam Macabeo dulce, elaborado en el cercano Tomelloso, que me recuerda al licor de melocotón sin alcohol; divertido para conocer porque parece que hay humo en su interior, pero nada más. 


 


Un café para terminar la comida, que nos ha sorprendido, no diría que gratamente del todo, pero tampoco ha sido una decepción (la relación calidad precio está bien); si repetimos lugar posiblemente nos decantemos por los platos manchegos tradicionales y comprobaremos su cocina sin delirios de autor o por invocación a las musas. 



Tras la comida, un pequeño paseo junto a los molinos, pero no llegamos hasta el que está habilitado como Museo de Sara Montiel, al que ya visitamos hace más de veinte años, y donde los pasajeros de un autobús turístico iban a acercarse en breves momentos, ya que estaban sacando los tickets. 


15 de diciembre de 2016

España - Madrid - Taquería La Lupita



Tostadas, tortillas, tacos…

Un sábado tonto de lluvia, a última hora hacemos una reserva en un restaurante mexicano, Taquería La Lupita, teniendo la suerte de encontrar mesa -este es otro de los hallazgos de amigos que nos pasan sus conocimientos gastronómicos-. Tiene varios locales, al que fuimos es el de la calle Villanueva. 




El local está lleno y la mesa que nos tienen reservada está junto a la puerta, por lo que cada vez que esta se abre nos inunda el frío y no es nada agradable, así que pedimos un cambio de mesa, con la decisión de que si no era posible, no nos quedaríamos, la comida tiene que ser un placer completo, y así no iba a resultar. De mesa baja (tipo pupitre de colegio casi) pasamos a una mesa alta, pero esto no nos importa, sobre todo a mí, que me cuelgan las piernas y mucho. 


Para beber, cerveza mexicana ya conocida y que nos gusta, Negra Modelo. De aperitivo nos sirven unos nachos con dos salsas, una de cilantro y otra creo que de soja. 





Para compartir unas tostaditas de cevicheto: tostadas de maíz con atún, cebolla, chiles verdes, aceite y salsa de soja. Muy ricas. 




También compartimos unos sopecitos, tostadas de maíz con ingredientes tradicionales de la cocina mexicana. En esta ocasión, no sé siempre serán igual, nos tocan de cochinita pibil y del pastor. 




Los comensales de una gran mesa alta a nuestro lado van llegando, con lo que de nuevo tenemos que ser movidos, pero en esta ocasión somos desplazados con mesa y todo, y seguimos a cubierto del aire que entra por la puerta al abrirse. Como compensación a tanto baile de mesa, nos ofrecen dos margaritas. 




De comida, dos tacos, que también compartiremos. Un taco de cochinita pibil, que si llegamos a saber –dato que nos tenía que dado nuestro camarero- que el sopecito también era de cochinita lo hubiéramos cambiado, del que no hay foto porque la única diferencia es que el tamaño es más grande; y un taco del gobernador, con gambas a la plancha con queso gratinado y chipotle (para mi pareja, lo mejor de lo mejor). Vienen dos tacos en el plato, con lo que se comparten muy bien. 




Terminamos con una tarta de chocolate, compartida por supuesto, hoy la comida va así. Una locura de chocolate. 


Esta taquería es un lugar a repetir, porque su relación calidad-cantidad-precio es buena, y para nosotros quizás lo único malo es la sonoridad del local cuando está completo (pero esto es un problema más nuestro en general que nos vamos haciendo mayores, ya que esto es un mal común y no sobresale respecto a otros locales). En fin de semana, recomendable reservar, y entre semana me da que también sería bueno hacerlo. 


12 de diciembre de 2016

España - Cáceres - Parador de Cáceres - Plaza de Santa Clara - Casa múdejar - Casa del Mono - Plaza de los Caldereros - Palacio de la Generala - Torre del Horno - Plaza de San Juan



Dentro, fuera, dentro, fuera

Continuemos nuestro paseo por Cáceres, desde la plaza de San Mateo caminamos por la calle Ancha




En esta calle se encuentra la casa de los Paredes-Saavedra, originarios de Valladolid, que llegaron a Cáceres desde Palencia para participar en su reconquista. 




Al fondo de la calle, a la derecha está el acceso al jardín del Parador de Turismo, parador que ocupa dos palacios, el de los marqueses de Torreorgaz y la Casa de los Ovando Perero. El primero fue construido en el siglo XIV por el entonces Comendador de Alcuéscar, siendo reformado en el siglo XVI y posteriormente en el siglo XVIII. El palacio de los Ovando Perero fue construido entre los siglos XV y XVI, por la familia Paredes, pasando luego a ser propiedad de los Ovando. 


El interior del parador mantiene su aspecto medieval, predominando la piedra, así como mantiene la decoración típica que en su momento tuvieron estos alojamientos estatales, y que puede gustar o no. 





La habitación elegida fue una suite porque como fuimos a celebrar un evento familiar  y en el parador nos darían la comida, consideramos que era mejor que fuera amplia por si era necesario utilizarla como base. Dispone de un salón cómodo, y ya se abandonan las decoraciones medievales.




La habitación ya por sí sola es amplia, con una ventana que da justo a ras de calle, con lo que nos temimos trajín y ruidos por la noche, pero no ocurrió, el cerramiento es potente y la gente se portó bien. 




El baño es actual, con dos lavabos modernos, una bañera y una ducha. 




La calle Ancha desemboca en la plaza de Santa Clara, una plaza en desnivel con unas palmeras que le ofrecen una imagen “conquistadora”, donde se encuentra el Convento de Santa Clara, fundado en 1614, cuyas monjas clarisas, de la Orden de San Francisco, elaboran unos ricos dulces, y a las que hay que ofrendar huevos para tener un día de boda soleado. Y así estamos saliendo de la ciudad antigua.




Volvamos a la plaza de San Mateo, desde ella por la calle Condes se sale a la calle cuesta de Aldana, donde a la izquierda surge la curiosa casa mudéjar, construida con ladrillos en el siglo XIV, siendo un bello ejemplo del mudéjar en Cáceres y uno de los pocos testimonios que quedan del mismo. 




En la esquina de la calle cuesta de Aldana con la calle del Mono se encuentra la casa del Mono o casa de Pizarro-Espadero, una casa fuerte de estilo gótico construida en el siglo XV, que recibe su nombre por la escultura de un mono encadenado que hay en el pasamanos de la escalera de su patio interior. 


Cuenta una leyenda que sus dueños no tenían hijos, y a la vuelta de un largo viaje, el marido trajo un mono con él, al que le pusieron un dormitorio con juguetes y al que dieron todo tipo de mimos. En una de las largas ausencias del dueño, un apuesto caballero pidió cobijo en la casa para pasar la noche, y la señora amablemente se lo ofreció. Cuando regresó su esposo del viaje, su mujer le recibió con la noticia de que estaba embarazada (este dato sin más es cuanto menos morboso y con ganas de sembrar las dudas), y cuando nació el bebé, el mono se puso muy celoso al perder los mimos de los que gozaba, por lo que en un descuido, cogió al bebé y lo lanzó por la ventana, matándole. 





Salimos al Adarve de Santa Ana, junto a la muralla, que fue construida por los romanos, conservándose de esta época algunos tramos, aunque posteriormente fue restaurada por los almohades, que usaron la mampostería. La muralla romana guarda su estructura rectangular atravesada por dos grandes vías, Cardo y Decumano. Al fondo, la torre de la Hierba




Estamos junto a la plaza de los Caldereros, en cuya esquina se encuentra la casa de los Ribera, que presenta una fachada austera. La continuación del Adarve de Santa Ana es el Adarve de la Estrella, punto por el que accedimos a la ciudad antigua. Al fondo asoma la casa de los Toledo Moctezuma, construida en el siglo XV y reformada en los siglos XVI-XVII por el nieto de una princesa azteca, Isabel de Moctezuma, casada con el capitán Juan Cano Saavedra, que militó en las tropas de Hernán Cortés. 



A la plaza de los Caldereros también se asoma el palacio de la Generala, casa fuerte de los Monroy construida en el siglo XV y reformada en los posteriores, que debe su nombre a que perteneció a María Josefa de Ovando, marquesa de Camarena la Vieja, casada con el general del ejército Antonio Vicente Arce. 





En el adarve de Santa Ana también se encuentra la torre del Horno, construida en el siglo XII que debe su nombre a que junto a ella se situaban los hornos de la ciudad. 




Desde esta posición se ve parcialmente la plaza Mayor, a la derecha, la torre de la Hierba, y a la izquierda, el Ayuntamiento




Junto a la torre del Horno se abrió una nueva puerta, el Portillo de Santa Ana, por el que salimos de la ciudad amurallada. 




Salimos a la plaza de San Juan, que antaño era el punto donde ganaderos y pastores realizaban las ferias de ganado, lo que fue dando lugar a la creación de viviendas a su alrededor. En la plaza se alza la iglesia de San Juan Bautista, construida en estilo gótico en el siglo XIII, siendo reformada en los siglos XIV, XV y XVI, concluyéndose finalmente en el siglo XVIII. A mediados del siglo XX se restauró recuperando en parte su estilo original. 





En estos cinco paseos que nos hemos dado no están reflejados todas las casas, palacios, iglesias, calles y monumentos de la ciudad antigua de Cáceres, y como habéis podido comprobar falta el interior de todos aquellos que se pueden visitar, por lo que esta querida ciudad tiene mucho todavía que ofrecernos, porque no hay lugar a dudas que merece la pena pasear por ella, tanto de día como de noche, y disfrutar de su ambiente medieval, de su retroceso en el tiempo, de su alma, y de sus gentes. 

Un mapa del casco antiguo para ver la localización de aquellos lugares por los que hemos pasado y disfrutado, y por los que no lo hemos hecho pero espero que lo hagamos.