12 de diciembre de 2014

Canadá - Tadoussac


Con mucho encanto (Sacando "pecho")

Despues de nuestro interesante crucero de avistamiento de ballenas en el río Saint Laurent volvemos a la localidad de Tadoussac (mirar mapa de localización), donde tenemos algo de tiempo libre (no todo el que nos gustaría) para comer y pasear por ella. Como lo primero es lo primero, y vamos a llegar una horda de turistas de los barcos de excursiones, que nos sumaremos a los que ya están en la localidad, vamos directos a uno de los restaurantes que desde el autobús nos había llamado la atención, por su casita coqueta y su terraza, Chez Mathilda, no hay tiempo para buscar, comparar y elegir, esta partida es de una sola carta...de menú. 



Para beber, cerveza canadiense, una blanche y una blonde de la fábrica Unibroue. Buenas cervezas que acompañaban fresquitas al sol del que disfrutábamos. 


Para él, una hamburguesa Mathilde. 


Para ella, un sándwich de langosta y gambas (si estamos en territorio de langostas hay que aprovechar la oportunidad de comerlas).


No nos equivocamos de lugar, tanto la hamburguesa como el sándwich muy ricos, las patatas demasiado quemadas. No hay tiempo para postre, el servicio, como casi siempre en Canadá, demasiado lento para nuestras prisas, con lo que tenemos poco tiempo para pasear por la que nos había parecido una bonita y pintoresca localidad. 



Tadoussac significa “pecho” en la lengua innu (una tribu algonquina), y es una derivación de la palabra tatouskak, que hace referencia a las dos colinas redondeadas que se encuentran junto a la bahía de Tadoussac y al fiordo de Saguenay. Es el poblado más antiguo de Canadá, y fue fundado por Pierre de Chauvin alrededor de 1600 –ocho años después se fundó la ciudad de Québec- con 30 marineros, como un centro comercial de pieles. Los algonquinos dieron la bienvenida a los franceses y fue un asentamiento pacífico. 


Nos gustaría recorrer la calle de las tiendas, y de paso realizar comprar si son oportunas, pero decidimos que vamos a pasear hasta el hotel que habíamos visto desde el autobús y desde el barco y que tanto nos había gustado, la coquetería en blanco y rojo del Hotel Tadoussac


El hotel se construyó en 1864, y con él resurgió la localidad como punto turístico al que llegaban barcos de vapor después de la época de abandono en la que había entrado tras cerrar sus puertas la Hudson's Bay Company a mediados de la década de 1850. En 1942, la Canada Steamship Lines decidió demolerlo para construir un hotel más moderno y cómodo, incluyendo pistas de golf, canchas de tenis y un club de pesca, con lo que atraían a la rica clientela norteamericana. 


Desde los jardines del hotel se tienen unas estupendas vistas de la bahía y de la tranquila playa. 



Frente al hotel se alza la Petite Chapelle, la iglesia de madera más antigua de Canadá, construida por los jesuitas en 1747, que también recibe el nombre de Indian Chapel. 




Junto a la iglesia, un pequeño cementerio con vistas a la bahía, con no demasiadas tumbas, acorde a la pequeña población. 


El interior de la pequeña iglesia presenta un techo abovedado, el casco invertido de un barco, por lo que está recubierta de madera, y resulta muy acogedora, muy íntima. 


Más arriba de la pequeña iglesia, una iglesia de nueva construcción, más moderna pero que de alguna forma mantiene el estilo, y sobre todo el color; pero no tuvimos tiempo de entrar. 



El Poste de Traite Chauvin se localiza donde en 1599 Pierre de Chauvin estableció el primer puesto de comercio de pieles entre las Primeras Naciones –los innu, que los franceses llamaban montagnais- y los europeos. Es una recreación de cómo era el puesto comercial y funciona como museo (al que por falta de tiempo no accedimos, 4 $). 




El tiempo nos apremia, así que aquí termina nuestro paseo, disfrutando de las vistas de la bahía junto a un pasadizo cubierto lleno de encanto. 




Tadoussac nos ha gustado muchísimo, claramente no es monumental pero está cargada de historia, de la creación del país, y se puede pasar una jornada entera muy agradable en ella, porque además de poder realizar el crucero de avistamiento de ballenas hay senderos por los que caminar y disfrutar de las vistas a la bahía y a sus dunas de arena. Eso sí, de noviembre a mayo se convierte en un pueblo fantasma, desaparecen los turistas y llega el frío, pero seguro que el encanto no lo pierde, e incluso lo puede ganar aunque no se vean sus ballenas, lo malo es que si no hay gente, no habrá hoteles y restaurantes activos.