13 de junio de 2018

Myanmar - Monywa - Thanboddhay Paya


Un pastel de Budas

El distrito de Sagaing se extiende hacia el norte de Myanmar hasta la frontera con la India, pero nosotros no vamos a llegar tan lejos. Un apunte histórico, en el siglo XVII, cuando el aventurero portugués Filipe de Brito fue derrotado en Thanlyin, todos los portugueses y euroasiáticos que vivían en la colonia fundada por él, se exiliaron a los alrededores de Monywa y Shwebo, principalmente a las localidades de Monhla y Chanthha. Shwebo fue capital del reino birmano durante un breve periodo de tiempo, ya que es la ciudad natal del rey Alaungpaya, fundador del tercer imperio, pero tras ser sucedido por Hsinbyushin, la capital fue trasladada a Amarapura en 1780. 


Durante el viaje, que hemos comenzado a las 8,30, tanto hoy como en otros días, vamos viendo a personas junto a la carretera haciendo sonar “cacerolas” (la historia se nos adelanta, estamos en Myanmar, no en España; es el mes de agosto, y no el de octubre...pero el fin de unos y otros no se parece en nada), realmente son cuencos, con ellos llaman la atención para recibir donaciones para la celebración de fiestas o para las pagodas. 




Imágenes de la carretera, de la vida en ella, de los paisajes alrededor, de los vehículos…El estado de la carretera no es malo, tiene sus baches (pero de estos en España tenemos una surtida colección), pero no tiene señalización. 






En los alrededores de la ciudad de Monywa se sitúa Thanboddhay Paya, cuya entrada está flanqueada por una pareja de elefantes, animales que son considerados símbolos de la buena suerte (y yo que pedí visitar Hsinmyashin paya en Sagaing precisamente por los elefantes y el marcar la diferencia decorativa). 



Este complejo es como un mundo de fantasía hecho realidad, es un mundo onírico, simpático y bonito, donde los colores pastel predominan sobre los dorados (por lo menos a mis ojos), y esto es muy difícil en Myanmar. Es la única pagoda con base cuadrada del país, rematada por terrazas en retroceso y rodeada de 864 pequeñas estupas rodeando la estupa central. Fue construida en 1939 pero sus orígenes se remontan al siglo XIV. 


Por su forma dicen que recuerda a la de Borobudur en Indonesia, pero aunque todavía (adverbio que denota positivismo futuro turístico) no conocemos esta pagoda, comparados ambos complejos por fotografías no tienen nada que ver, excepto por sus terrazas escalonadas, con las que nos encontraremos en su versión más adusta decorativamente en Bagan.







En el exterior al principio no nos paramos mucho, entramos directamente, y aunque hayas leído la información sobre él, no dejas de abrir la boca y los ojos. Visualmente resulta ciertamente impactante (es lo mejor que tiene el país, que a pesar de presentar siempre lo mismo arquitectónicamente, siempre te sorprende, por tamaño, decoración, situación, y el viaje no es anodino para nada).

Lo primero que destaca son los pasillos que la cruzan, donde en cada arco hay una pareja de Budas de pie, y al final del pasillo, la imagen de Buda sentado. 



Os preguntáis ¿dónde está lo impresionante?, ¿y la diferencia? Pues vayamos con los detalles, en cada hueco, en cada estante, en cada columna, en cualquier sitio posible, y si no hay hueco se inventa, hay una estatua de Buda, desde los tamaños más pequeños y con los materiales más diversos, hasta los grandes de pie o sentados. 




Las decoraciones florales también valen para colocar una estatua de Buda, de tamaño bastante pequeño, que por general son blancas, pero en ocasiones tienen colores. 




En las paredes hay estantes con imágenes; en las columnas hay estantes con imágenes; mires por donde mires hay imágenes. En total dicen que ¡582.357 imágenes!









En el suelo, frente a una imagen de Buda está la piedra de los deseos, que hay que levantar tres veces para que este sea concedido (vemos hacerlo a una joven que es grabada por su pareja, y por supuesto, me animo y termino haciendo lo mismo, pero sin cámaras por favor). 




Asombrados con el interior, y asombrados con lo poco que hemos visto del exterior, decidimos que vamos a darle la vuelta, para lo que Myo nos tendrá que esperar pacientemente (aunque es un hombre sabio y siempre encuentra un lugar a la sombra donde hacerlo, es más, casi siempre encuentra una silla, que será la “silla de Myo” allá donde vayamos). 




Pasear por los pasillos exteriores es como entrar en un cupcake gigante, o en una competición de pasteles de boda, o en una colección de pequeños castillos hinchables, o en el mundo de Willy Wonka… es indescriptible, pero terriblemente simpático, que te hace sonreír sin parar. Por supuesto en los huecos o baldas creadas a tal fin hay imágenes de Buda, esto no se para. 






En algunos lugares hay imágenes de monjes que parecen taquilleros que nos fueran a pedir la entrada. 




También hay otras figuras, que suponemos guardianes de la pagoda, aunque algunas parecen salidas de una serie de dibujos animados o de un parque de atracciones caduco. 




Pasamos junto a un estanque, donde la figura de Buda está protegida por una naga (serpiente) de grandes bigotes; en la parte superior de las paredes del estanque hay dibujadas escenas de la vida de Buda. 




En un santuario, por un lado hay una escena que nos recuerda los entierros en el Tíbet, ya que el cuerpo de un muerto está siendo devorado por un pájaro, pero que no sabemos si tiene este significado (menos mal que la recreación no es buena, porque no es precisamente agradable la escena). Y por otro lado, hay una imagen de Buda tumbado. 




Pasamos por otro estanque, en las escenas representadas dominan los elefantes. 



La campana, elemento que no puede faltar en ningún complejo, y por supuesto no es la única. 




En el complejo hay otros edificios, algunos de ellos en restauración, que siguen la tónica de tonos pasteles, de arquitectura simpática, de figuras decorativas; nos sigue pareciendo un parque temático. 



Podremos discutir acerca de la concepción de belleza, de arquitectura, pero que este lugar es espectacular a la vista no creo que admita discusión, y además te provoca una amplia sonrisa que no puedes dejar de tener, lo que es síntoma no solo de felicidad, sino de placidez. No creo que haya alma humana o divina o extraterrestre capaz de contar todas las imágenes de Buda de este templo, que nos ha resultado increíblemente simpático, y que además marca una diferencia decorativa respecto a los templos y pagodas del país.