19 de febrero de 2012

España - Fuentespalda - Restaurante Hotel La Torre del Visco, Fuentespalda


Comer es un placer

Una vez que hemos conocido donde estaremos alojados y dormiremos como auténticas marmotas, Hotel La Torre del Visco, pasemos a uno de los puntos fuertes de este hotel con tanto encanto, la gastronomía. Creo que desde hace poco está en manos de un nuevo chef, Jordi, y siento no poder dar más datos sobre él, pero sus platos hablan por él, no es una cocina minimalista, no es nueva cocina pero tiene su punto de originalidad con algunos ingredientes, lo que es sin duda es rica, muy rica.


Nuestra mesa para todas las noches está al lado de una ventana que da a una terraza, que en las noches de verano, primavera u otoño con buen tiempo si habilitan mesas tienen que haber peleas por ellas, aunque ahora en invierno es utilizada para los fumadores satisfacer sus necesidades. 



Hagamos un pequeño recorrido por nuestras cenas, un auténtico deleite para nuestro paladar y nuestros sentidos, algunos platos nos pudieron parecer más acertados que otros, pero ninguno nos dejo indiferente o nos terminó de gustar. Creo que algo muy importante es la calidad de los ingredientes utilizados, algunos de propia elaboración en la masía, como el aceite (buenísimo, del que parece que no te saciarías aunque te lo bebieras a copas), verduras de su propio huerto (aunque el huerto que nosotros vimos estaba más bien pelado, ya bien porque estaba recolectado bien porque hayan cambiado su situación bien porque el frío no dejaba salir a las verduras), mermeladas caseras (la de limón un auténtico descubrimiento), y estas ricas confituras nos llevan a los espléndidos bizcochos que Ana Mari confeccionaba por la mañana y nos servía en los desayunos y que podíamos degustar en una merienda si era necesario…placer, auténtico placer. 

Como he divagado un poco, incluso emocionado, recordando los buenos y apetitosos momentos, nos volvemos a centrar en las cenas que es donde quería ir. 

Todas las noches teníamos un pequeño aperitivo, la primera noche fue un queso empanado, que si bien no sorprende por conocido no deja de ser un buen aperitivo, y fue la única ocasión en la que hicimos fotos, el resto se nos olvidaba entre comer y charlar pero nos ofrecieron chupitos de cremas, pequeños pinchos de terrina de foie, entre otros.


El recorrido no va a llevar un orden lógico de primeros, segundos y postres, sino que voy a hacerlo cronológicamente, noche a noche, y en algunas de ellas faltarán las fotos, bien por repetido, bien por no acordarnos de realizar la fotografía. 

Judías verdes con calamares (el aliño no lo recuerdo, además no fue el plato elegido por mí y si ya es difícil recordar el propio, el sabor del ajeno lo es todavía más). 


Salmón ahumado en la casa, que debía venir acompañado de salsa de yogurt, pero como no me gusta mucho, por no decir casi nada, preferí que viniera solo…y ummmm, este salmón solo se necesita a sí mismo. 


Lomo de bacalao con pisto manchego (y además era manchego, ya que llevaba berenjena, como debe ser, y si son de Almagro mejor, pero sin ser encurtidas claro -creo que ya he comentado en alguna entrada que mis raíces son manchegas, nacida en casa de pueblo). 


Carrilleras al vino tinto, este plato me lo pedí yo y resultó espectacular, la carne era jugosa, melosa y rica, con un ingrediente de alta calidad. Para chuparse los dedos.


No recuerdo el nombre del plato, era una pequeña tarta de almendras, pero muy suave y nada pesada, que es lo que se suele asociar con este tipo de tartas. 


Merluza a la plancha con verduras; la merluza buena, las habas buenas pero esos espárragos necesitan una mención especial, aparte de su buen punto de cocción, crujientes pero no duros, y con un sabor…ummmm…


Cuajada con miel, que para mi comensal era como néctar de dioses, y solo verle la cara al comerla sí que lo parecía. 


Merluza sobre salsa de marisco (aunque tengo mis dudas recordatorias con la salsa, y es que deberíamos haber hecho foto también del menú o llevar una libreta para ir apuntando).


Crema de espárragos con huevo confitado y jamón de Teruel (el jamón no podría ser de otro sitio, y aunque no sea de Jabugo o de Montánchez a su modo es bueno). Siento la oscuridad de la foto pero he cambiado de programa de tratamiento de fotos y no me termino de aclarar con sus posibilidades, y si yo no me aclaro, la foto tampoco se aclara.


Este huevo confitado me lleva al huevo a baja cocción del restaurante La Terraza del Casino de Madrid. Para realizar este huevo se utiliza un aparato llamado Roner, que dado su alto precio no es para tenerlo en casa, aunque hay métodos alternativos caseros que se pueden utilizar...me tengo que animar a probarlo. 

Farfalle (puede que no lo escriba bien) de acelgas rellenas de cordero. Un plato demasiado fuerte para la cena, sobre todo cuando había pasado la noche anterior y el día mal del estómago, pero un plato espectacular en sabor. 


Verduras a la plancha con un sabroso fondo de carne; por supuesto las verduras espectaculares. 


Lubina a la plancha con una salsa que no recuerdo su sabor, ya no su nombre, aunque por el color podría ser mostaza, pero no recuerdo un fuerte sabor de este ingrediente. 


Rosbif de ternera en salsa, con una carne jugosa y tierna, y no porque la salsa le dé esa textura sino porque era propia. 


Raviolis de calabaza en salsa suave de Stilton, de este plato tendría que haber pedido la receta, sobre todo porque el queso Stilton está entre mis favoritos desde que lo descubrí en los desayunos en Londres, un rico queso azul de vaca y además esos raviolis de calabaza ya suenan bien sin el queso. 


Ahora pasemos a la bebida, cuatro de las cinco noches tomamos vino, tres de ellos recomendados por nuestro camarero. Uno de ellos no nos convenció, aunque su nombre era una promesa, Barranc de l’lnfern, y rápidamente nos cambió la botella por otra. Dos de ellos son mencionables porque nos lo hemos apuntado entre las buenas novedades: el primero es un priorato, de nombre diferente y de etiqueta cautivadora, L’Insconcient, de Les Cousins Marc & Adrià. 


El segundo es uno de la Tierra, del Bajo Aragón, Ventus


Quiero hacer una mención especial al desayuno del día de nuestra partida, donde la mesa estaba repleta de comensales y la conversación fue igual de placentera que las viandas. Dos de las noches el chef, Jordi, tenía derecho a vacaciones, que no todo es trabajar, y le hicieron la suplencia dos cocineros de amplia experiencia y currículum, aunque todavía no lo sabíamos: Mar Barba y Kristian Lutaud, el segundo con sus años de aprendizaje en los fogones de El Bulli, y ambos ya retirados de la hostelería, aunque no como negocio, porque él ahora tiene una empresa de asesoramiento hostelero en colaboración con el conocido repostero Paco Torreblanca. 

Aparte de hablar algo de gastronomía y senderismo, se habló del mundo del gintonic, del que no soy aficionada porque ni me gusta la gin (a pesar la amplia y rica variedad actual) y mucho menos me gusta la tonic, pero cuando habla gente que sabe de lo que habla hay que aprovechar para aprender y tomar notas. Fue una pena no estar aquella tarde allí, porque estaba alojado un joven mâitre del Hotel Palafox de Zaragoza, gran experto del tema y le hubiéramos liado para que nos preparara unos buenos gintonics aparte de enseñarnos a hacerlos bien (ya no solo mejor). De todas formas he aprendido que los pepinos deben ser holandeses y no españoles (estos para las ensaladas), que son más suaves y no lo inundan todo de sabor a pepino. 

Escribiendo esta entrada se me ha hecho la boca agua…ummmmm.