22 de enero de 2014

Londres - Té en Palm Court del Hotel Langham



El té de las 19.30 

Para la última tarde-noche que pasamos en Londres el plan estaba elegido de antemano, aunque tuvimos que hacer la reserva por internet para ahorrarnos sustos de no encontrar mesa si nos presentábamos de improviso; y como ocurrió eso, que ya había "overbooking" en algunos de los salones de té reconocidos y conocidos, hicimos un pequeño peregrinaje por los hoteles clásicos de Londres en busca de acomodo, pasando por el que se ha hecho famoso por haber alojado a la familia de la actual princesa de Cambridge, por los clásicos The Ritz y The Dorchester, para acabar en otro clásico, The Langham, y es que para el acto del té no nos valía cualquier hotel o cafetería-pastelería, tenía que tener su historia, su “pequeña clase”, que ya habrá ocasión (Londres será un destino recurrente con toda seguridad para nosotros) de hacer otras catas más modernas. 



Lo normal es que el típico té de las cinco se tome entre las tres y las cinco, pero este horario nos quedaba bastante justo para aprovechar el tiempo de pasear por la ciudad, ir al hotel a cambiarnos y llegar al lugar elegido, el destino quiso que tuviéramos la opción del que llaman High Tea, que sirven a las 19.30 en el hotel. Se trataría de un té merienda-cena.




Cuando se inauguró el hotel en 1865 se convirtió en el hotel más elegante de la capital británica. Entre sus huéspedes de entonces se cuentan Oscar Wilde, Mark Twain o Anton Dvorak. Cuando posteriormente se ha renovado el hotel se ha conservado su fachada. El vestíbulo está decorado profusamente en mármol y en sus techos cuelgan impresionantes lámparas de cristal. Por supuesto no faltan adornos navideños, pero sin excesos.




Desde el vestíbulo se accede al Palm Court, donde disfrutaremos de nuestra hora del té, del que sale la música del piano que nos acompañará durante parte de la velada. Según la página web parece que la elección que el destino nos tenía deparado para esta experiencia no podía ser mejor, ya que cuenta la tradición del té nació en este hotel y en esta sala hace 140 años. 



Destaca como decoración navideña un simpático tren decorado con algunas figuras de azúcar como bastones, caramelos y bombones, aparte de animales de peluche que hacen el local más “infantil” y menos imponente. 




Comenzamos la velada con dos pequeñas copas de champán Laurent Perrier (esto es optativo, se puede tomar el té sin el champán, pero ya que estábamos allí mejor con todo incluido).




Pedimos el té, que es lo único que se puede elegir esta tarde-noche para la hora del ídem, entre una amplia carta, pero para no complicarnos demasiado ni perder mucho tiempo (hay que leer, traducir y luego jugar al azar en la elección) lo dejamos en manos del camarero: un té negro clásico y un té negro afrutado. 




Cada uno tiene su tetera para ir sirviéndose a placer, tetera que colocan en una bandeja de varios pisos con patas en el suelo. Normalmente hemos visto estas bandejas para colocar los platos de los alimentos que sirven con el té (como nos ocurrió en nuestra primera experiencia de hora del té en Dublín) sobre la mesa, pero en esta ocasión solo será utilizada para depositar las teteras. 




Comenzamos con una selección de canapés fríos: tartaleta de lenguado, de pepino con pescado frito, y una tartaleta con cuscús. Resultan sabores sorprendentes y diferentes pero la cosa es que nos pareces muy ricos, y en la votación ganó el de cuscús. 





Al tiempo que los canapés llega un plato de sándwiches, finger sándwiches: de pechuga de pavo asado con mayonesa; de mayonesa de huevos de pato (¡¡¡) con caviar; cangrejos con hinojo y mostaza con eneldo; de salmón ahumado escocés con pepino y rábano; y de roast beef con rúcula y pimienta negra. Todos muy ricos aunque por supuesto no son nuestros sándwiches cotidianos, menos es el de roast beef que poco a poco se abre paso en nuestras cocinas. 




Como no estamos en el afternoon tea sino en el high tea los clásicos scones (panecillos solos o rellenos de fruta o queso, que además se pueden untar con mermelada; una aportación generosa de calorías y grasa) son sustituidos por una pequeña taza de sopa del día, que hoy es de tomate (podría haber sido de alcachofa, que aunque es un vegetal que me gusta en crema o sopa no lo tenía yo tan claro). 




Pero unos scones no se pueden sustituir solo por una tacita de sopa, además se elige entre una tortilla –con los ingredientes que queramos o una Arnold Bennet, que creo que es con pescado, o unos huevos a la florentina (huevos escalfados cubiertos de queso sobre una capa de espinacas y una rebanada de pan). Muy ricos y sabrosos estos huevos, esto ya parece una cena en toda regla. Nuestras teteras son rellenadas nuevamente(¡larga vida al té!)




Para finalizar un postre cargado de azúcar. 



Vayámos uno a uno: 


Cranberry snowflake macaroon, un "copo" de macaron de arándanos. Dulce, muy dulce. 




Mandarin orange dome with golden star. Una "cúpula" de mandarina, por supuesto de color naranja, con una estrella dorada, de chocolate. Dulce, muy dulce. 




Christmas bauble cookie. Una galleta navideña, en lugar del típico hombre galleta. Dulce, muy dulce. 




Christmas log cake with mini mushrooms, lo más parecido a un pequeño pastel de chocolate con dos setas de decoración. Dulce, muy dulce. 




Se acabó el High Tea… sniffff… la experiencia ¡genial!, es muy divertido, sobre todo por la casi novedad  de todo, y sobre todo porque el ambiente no era regio ni serio (eventualidad que nos condicionaba un poco), aunque por supuesto no era de alegría desbordante, este hotel no es para este tipo de eventos, aunque de camino al baño pasé por el rincón del bar-coctelería donde la música sonaba a todo altavoz. Creo que seguiremos haciendo otras pruebas de afternoon o high tea en próximas visitas a Londres e incluso podríamos hacer nuestra próxima clasificación.