2 de diciembre de 2011

Australia - Cairns - Kuranda Scenic Railway


Pipi!!! Chucuchucuchuuuuu!!!

Tenemos toda la mañana libre en Cairns, nuestro vuelo hoy no sale hasta las ¡¡19.10 h!!, cosas incomprensibles de los vuelos concertados que no era posible cambiar, seguramente sí a cambio de más money, pero no me lo llegué ni a plantear, porque durante la preparación de este viaje fue un continuo suma y sigue con la agencia, ante la cantidad de extras que fuimos incorporando y en algún momento había que parar.

En la ciudad de Cairns no hay mucho que ver, aunque tiene sus edificios, principalmente es hacer, submarinismo y playa, de lo primero ya hemos tenido una experiencia, y de lo segundo, ya nos conocéis, no somos playeros y con la de Michaelmas Cay hemos tenido suficiente en este viaje. 

Al preparar la guía me apetecían diversas excursiones pero tampoco quería que fuera una paliza de día y de nervios por si el tiempo corría en nuestra contra de vuelta, aunque creo que por tiempo se hubiera podido hacer, algo justos pero factible, alguna de esta posibilidad se descartó por nuestro siguiente punto turístico en la agenda australiana, no era cuestión de ser repetitivos, más bien de encontrar la diversidad. Así que la alternativa más cercana, relajada y apetecible era ir hasta la ciudad de Kuranda, que fue lo que contratamos con nuestra guía la tarde anterior. 

Kuranda se encuentra tras pasar la cordillera que rodea Cairns, en una meseta volcánica, húmeda y fresca, Atherton Tablelands. Nos recogen en el hotel para llevarnos hasta la estación de tren, ya que para llegar a Kuranda utilizamos este transporte. 


No es un tren cualquiera el que tomamos, es el Kuranda Scenic Railway, con una locomotora de vapor de más de 125 años y que circula por un tendido que se realizo en 1891 para unir las minas de estaño de Herberton con la costa, en uno de los trayectos ferroviarios que dicen más impresionantes del mundo (la publicidad también cuenta). Su construcción fue muy dificultosa, laboriosa (con picos, palas y dinamita), peligrosa (tanto por los derrumbes como por los aborígenes que les atacaban), costosa (al final de ella algunos trabajadores no percibieron su salario completo), pero el resultado sin lugar a dudas es espectacular viendo por donde pasa la vía y lo que hicieron estos hombres.  

Hay dos categorías de asientos como en los trenes normales, la llamemos turista, en la que en temporada alta se podría ir algo enlatado si se llena, aunque son bastantes vagones y no parece que masifiquen a la gente afortunadamente y los distribuyen bastante bien. 
 
 
Y la Gold Class, cuyas diferencias con la anterior son las mismas que entre turistas y business en aviones o turista y preferente en trenes: el espacio, más amplio, menos gente concentrada y suministro de comida y bebida, y es que lo nuestro debe ser esto último, comer y beber mientras viajamos. 


Salimos de Cairns y en nuestro vagón vamos solo cuatro personas, nos acompaña un matrimonio simpatiquísimo que se ofrecen para hacernos una foto de recuerdo, que además parecía que no era la primera vez que tomaban el tren, daba la sensación que era muy normal en ellos viajar en él. 

Viajemos con música, con un músico más famoso fuera de Australia por su matrimonio con Nicole Kidman.

 
El tren pasa al lado de un cementerio, el Pioneer Cemetery, el más antiguo de Cairns, donde yacen muchos de estos pioneros que murieron a causa de la peste bubónica de 1881, malaria y otras enfermedades tropicales. Una pena no curiosear entre sus tumbas, y no es morbo gratuito, que los cementerios cuentan muchas historias. 

El tren realiza dos paradas antes de llegar al destino, la primera es en la estación de Freshwater, localidad que recibe este nombre por ser el primer punto donde se podía obtener agua fresca para los equipos de construcción de ferrocarril antes de comenzar el ascenso por las montañas Kuranda Range. En esta estación es donde se sube la mayor parte del pasaje y nuestro vagón se llena. 

En el tren te dan un plano desplegable con los lugares de interés por los que se pasa pero es complicado localizarlos, o por lo menos a mí me pareció tarea ardua, en ocasiones son aldeas o estaciones, que hasta que no llegas no te das cuenta y cuando te das cuenta ya te lo has pasado, y eso que vamos despacio. 

También se pasa por una sucesión de túneles, quince, que fueron esculpidos a mano, y desde luego impresiona el trabajo que realizaron los obreros; se programaron diecinueve pero cuatro se reemplazaron por zanjas. En el túnel 6, en 1973 (casi ayer) bandidos enmascarados atracaron un automotor a riel que llevaba sueldos a la Tableland (meseta), luego huyeron en motos y nunca se han encontrado. El túnel 15 es el más largo, con 490 metros, tres curvas y once alcantarillas de seguridad construidas para prevenir que alguien pueda ser atropellado por un tren que se aproximara. Al igual que con las estaciones no te das cuenta que has llegado al número "X" hasta que no entras en él, llevar la cuenta mental es absurdo mientras disfrutas del paisaje, las viandas y la compañía, y solo ves el número si vas pegado a la ventanilla y lo lees antes de entrar. 

Comenzamos a adentrarnos en las montañas pasando por la Horseshoe Bend, una curva en forma de herradura y ángulo de 180º, con lo que se puede ver el tren en su totalidad, con su bonita locomotora decorada, casi sin necesidad de asomar la cabeza por la ventanilla. 




Se pasa por algún pequeño puente en la montaña, con un paisaje asombroso sin duda, aunque la duda la plantea si  los puentes resistirán el paso del tren. En concreto este puente es una construcción de hierro que se finalizó a mediados de 1890, se encuentra apoyado en caballetes de tres pilares (esto lo copio del folleto informativo que nos dieron pero no lo entiendo porque yo cuento cuatro patas o pilares). 


Imposible estar sentado a la derecha mirando sin dejar de mirar a la izquierda, ¡¡que ajetreo!!, donde quedan las cataratas de Stoney Creek. Mientras viajamos no dejan de pasar para ofrecernos unos croissants, unos muffins, más bebida…al final algo nos acabará pasando por glotones. 


Por un lado vemos las montañas por las que hemos ido pasando y dejando atrás,  y por otro, las montañas por las que pasaremos, ciertamente espectacular el trayecto y la subida.


Como ya he comentado vamos sentados en el lado derecho del tren y en el momento en que estamos comiéndonos una muffin pasamos por la zona del Glacier Rock y Red Bluff, que pillan desafortunadamente en el lado izquierdo, aparte de la distracción tampoco era cuestión de molestar a los demás pasajeros para sacar las cabezas por sus ventanillas con lo que no pudimos verla. 
 
Por suerte para nosotros a nuestra derecha si quedan las vistas sobre el Mar de Coral y Cairns. 



Ya he dejado de comer y estoy más atenta a mi lado en la ventanilla, pasamos al lado del Monumento de Robb, una formación rocosa que se ha mantenido como un homenaje a Robb, el ingeniero de la línea ferroviaria. Al tiempo esta roca tiene gran significado para los aborígenes que viven en la zona. No hubo manera de hacerle una foto, de repente me la encontré y de repente desapareció. 

El tren realiza una parada antes de llegar a Kuranda, hay una plataforma mirador para que todos los pasajeros bajen y disfruten. 


Estamos ante las Barron Falls, unas cataratas de 265 m de caída. 


Llegamos a Kuranda y la primera impresión es que hemos llegado al paraíso, solo falta Adán y Eva para que nos reciban. 


Aunque el tren nos devuelve a la realidad de la estación y es que el hombre es el animal que mejor se apropia de los paraísos.


La estación de Kuranda es de estilo Federación y está catalogada como patrimonio nacional. Fue construida en hormigón prefabricado en 1915, cuando se instaló el alumbrado a gas y es la única de este estilo existente en el país. Da más la sensación de estar en una película de decorado asiático que en Australia…aunque como los dos continentes están tan cerca y todo es tan tropical…


Han sido dos horas de viaje entretenidas, con un paisaje asombroso y en una obra de ingeniería alucinante, no diría que es el mejor trayecto del mundo en tren porque tampoco hemos hecho tantos y este es el primero tan simbólico que realizamos, pero con tiempo y sin grandes expectativas creo que merece la pena hacerlo, por puro distraimiento. Lo que sí es cierto cuando preparaba la guía para el país es que en todo él se han preocupado en mantener muchos trayectos y trenes antiguos, con locomotoras simpáticas y de vapor, que en ocasiones se pueden incluso manejar, supongo que esto para un apasionado de los trenes debe ser un aliciente más.