11 de abril de 2018

Myanmar - Mandalay - Shwenandaw Kyaung (palacio dorado)

El fantasma del palacio

Las visitas de la tarde, tras la visita a la fábrica de pan de oro y la comida,  comienzan en el impresionante palacio dorado, ahora Shwenandaw Kyaung, mostrando su espectacular trabajo de madera de teca labrada. Realmente te quedas impresionado ante esta construcción, es increíblemente hermosa, y las fotografías tomadas con el sol incordiando no le hacen justicia. 


El edificio formó parte del palacio de Mandalay como vivienda, y aquí murió el rey Mindon. En 1878 el rey Thibaw Min hizo desmontar el edificio para trasladarlo fuera de las murallas del palacio –tardando cinco años en esta labor- ya que creía que el fantasma de su padre, el rey Mindon por supuesto, se había quedado a vivir aquí, y de este modo pretendía facilitarle la paz (más a él mismo que a su padre me parece a mí), además de convertirlo en monasterio (por eso ahora lleva el nombre de kyaung, que significa monasterio).

Este cambio de situación fue lo que le salvó de su destrucción, ya que el palacio de Mandalay fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial por unos bombardeos. No hay nada mejor que visitar este monasterio para poder comparar con la chapuza realizada en la reconstrucción del palacio, porque los edificios originales de este complejo tenían el mismo acabado. 


El apelativo de palacio dorado es porque originalmente el edificio estaba cubierto con láminas de oro y mosaicos de cristal. Personalmente me gusta mucho la madera natural, el dorado le da importancia pero de alguna manera le resta belleza (para gustos los colores y los dorados). Para protegerlo de las termitas se suele aplicar una capa de petróleo crudo (y supongo que este acto oscurece la madera).

El bonito trabajo de labrado en figuras y detalles que se pueden ver y admirar. 




El monasterio se sustenta sobre pilotes de madera, en algunos de los cuales hay labrado un dragón, el símbolo real. 


Hay que descalzarse para subir al monasterio. 


Sobre la puerta de entrada un elaborado tejado, que salvando todas las distancias  habidas y por haber, y todas las diferencias, recuerda a un navío, como el desafortunado Vasa que se puede ver en Estocolmo. 


Se accede a la terraza que rodea el edificio, y cuidado, que el suelo de madera quema si le está o le ha estado dando el sol a plena fuerza. 


En el exterior de la madera que cubre la sala central todavía se puede apreciar algo del dorado que lo cubría y del que recibía el nombre el edificio (también podría ser una aplicación actual para darle más realce y credibilidad). 


Detalle de algunas figuras que se pueden ver (admirar más bien), algunas por su mal estado han tenido que ser sustituidas (no siempre es la mejor opción si el trabajo no es excelente, en ocasiones los huecos dicen más que las reposiciones).





Desde la terraza se entra a la sala, y un mundo más dorado nos recibe, en paredes, columnas y techo artesonado. 



En la base de las columnas destacan unos relieves en madera, reproducen escenas del Jataka (historias de vidas anteriores de Buda). 




En el centro de la sala hay una réplica del trono real y una figura de Buda. Un cartel avisa de que las mujeres no pueden entrar (pero que manía que nos tienen, y yo que creía que el budismo era más espiritual, me están decepcionando; y además les tendremos que dar las gracias por dejarnos subir al menos). 



Por una puerta que da toda la sensación de ser un espejo, se pasa a otra sala -mucho cuidado con alto zócalo inferior, porque si te despistas tendrás una buena caída-, igualmente con techos artesonados, columnas con trazos dorados. 



En esta sala hay unas vitrinas doradas, y algunas imágenes pequeñas de Buda. 


No molestamos mucho durante nuestro paso por el monasterio, y dejamos al lindo gatito que siga con su plácido sueño. Conocer este palacio dorado es uno de los imprescindibles en Mandalay, es realmente asombroso.