9 de mayo de 2017

Costa Rica - San José - Hotel Presidente



Primer alojamiento en la capital

A la salida del aeropuerto tal y como ya nos habían dicho hay un trabajador con un papel con nuestros nombres para recibirnos y entregarnos un sobre con documentación: itinerario, hoteles, excursiones y hora de recogida, además de un gran mapa del país; y aunque intento preguntarle algunos flecos, él nos indica que lo hagamos con la agencia directamente. Otra pareja estaba esperándonos para el traslado a nuestros hoteles, que realizamos en un autocar de tamaño medio, que dispone de una ventanilla en la parte trasera para pasar las maletas, por la que nos dan un ticket (solo somos cuatro personas, pero el orden parece ser que es el orden), y por esta ventanilla las volveremos a recoger. 


Junto al aeropuerto hay un parque que siempre está muy concurrido, el Parque del Agricultor, muy familiar, donde vuelan cometas, dan pequeños paseos a caballo o en carreta, sobre todos los más pequeños. 





El aeropuerto está a unos 18 km de la ciudad, en Alajuela, afortunadamente hoy es domingo y el tráfico es benévolo, que en condiciones laborables este trayecto puede resultar una tortura por el atasco que suele haber. 




La primera impresión de la ciudad es la que yo me suponía, y la que intentaba transmitir a mi pareja, que no esperase gran cosa, que San José no sería monumental ni impactante, por lo menos a primera vista, que habría que buscar sus encantos, que ya veremos que los tiene. Primero se queda la otra pareja en su hotel, no muy lejano al nuestro, pero por aquello del sentido de circulación de las calles, parecía que estaba mucho más lejos. 


Para esta primera noche de estancia en la capital el tour contratado incluía un hotel en el centro de la ciudad, elección que me pareció acertada para tener la posibilidad de caminar al menos algo por ella, ya que es normal que el hotel esté situado a las afueras de la ciudad, en cadenas hoteleras como Barceló o Intercontinental, que tienen ventajas como la existencia de una piscina o la facilidad de emprender excursiones a los alrededores, pero como no queríamos ninguna de estas acciones nos pareció adecuado el Hotel Presidente, con una entrada y fachada algo curiosa, en la que hay un pequeño aparcamiento.




Junto al parking y zona de entrada siempre hay personal del hotel para ayudarte tanto al entrar como al salir del mismo, por si se necesita información o un taxi. Para llegar a la zona de recepción se puede hacer por unas escaleras o por un ascensor, ya que está en el primer piso, y como vamos con las maletas, no hay otra opción que el ascensor. En el primer piso esta escalera continúa con una bonita escalera de caracol metálica de color rojo intenso, que conduce a la azotea, que en el momento de nuestro paso estaba muy desangelada, con trastos y no sé si con alguna reforma futura en los planes. 


Junto a la recepción hay una amplia sala, con sofás cómodos para estar, una mesa con ordenadores con conexión a internet, con una decoración que sorprende después de haber visto la fachada, resulta muy acogedora, con algunas piezas antiguas, como máquinas de escribir, cafeteras…





Al fondo de esta sala está la cafetería-restaurante, Las Américas, con una pequeña zona de sillones para esperar si fuera necesario. 


Junto al restaurante, los originales baños, tanto en decoración como por los nombres que los identifican. 


 























La decoración del restaurante es funcional, no se trata de un restaurante gourmet, y donde más aglomeración se da de personas es durante el desayuno. 





Hay un bonito mural pintado en la parte superior de una de las paredes que podría representar la madre naturaleza, y en la parte inferior un gran mural de cobre que representa el descubrimiento de América. 




Subamos a la habitación, que para nuestra sorpresa nos han hecho un upgrade sin pedirlo, de habitación clásica a suite. Consta de dos zonas, la de dormitorio, una cama grande muy cómoda, junto a un gran baño. 




Esta zona está separada por una pared con arcos de la zona de estar, tremendamente grande y desangelada, donde hay una mesa con sillas, un sofá y dos sillones. Para tener intimidad lo mejor es cerrar las cortinas, porque las ventanas del edificio de al lado están muy cerca.