El jardín del país
El parque nacional de Seoraksan se encuentra a unos 200 km de Seúl, a donde hoy nos toca
volver. A la hora de las modificaciones del tour tuve la duda de si quedarnos
un día más en el parque, siendo consciente que, estando un único día como
estaba programado, no tendríamos tiempo de disfrutar de alguna caminata por él,
pero sopesando por una parte que en este punto llevaríamos quince días como
caracoles, con la maleta a cuesta, seguramente bastante cansados, incluso para
afrontar una marcha pequeña de senderismo con fuerza, y por otra, que somos
bastante urbanitas, nos gusta destripar las ciudades todo lo que podemos,
buscando todas sus posibilidades, incluso las zonas menos turísticas, la
decisión tomada fue que volvíamos a Seúl para pasar tres noches más allí.
¿Equivocación o acierto?, pues de todo un poco, pero siempre hay que terminar
eligiendo cuando el tiempo está contado, y además viendo el tiempo que hemos
tenido de lluvia en nuestro paso por Seoraksan parece que casi fue un acierto, y escribo casi porque este parque nacional creo que se merecesus días.
Emprendemos el camino hacia Seúl, realizando por supuesto una parada
técnica de segundo desayuno y descanso obligatorio del conductor.
La última visita programada del tour es al Jardín de la Calma Matutina, Garden of the Morning Calm (8.000W), y cerramos el círculo del recorrido por todas las provincias del país, ya que volvemos a entrar en la de Gyeonggi-do (mirar mapa), a la que pertenece Seúl.
El jardín con este nombre despertó nuestra curiosidad, más bien la mía, que suelo ser la
que busa la información y luego realiza el consenso para la toma de decisiones, al tiempo que pensé que si en un tour se incluía
tendría alguna razón, aparte de que los asiáticos sean amantes de los jardines
en general. Si bien ya
habíamos visitado Hallim Park en la isla de Jeju-do, al haber
repetido palacios y templos, ¿porqué no un jardín?
Es un jardín de 30.000 m2, con miles de variedades de árboles
y flores, que fue ideado en 1994 por el profesor Han Sang-kyung, del
Departamento de Jardinería de la Universidad de Sahmyook, mientras realizaba un
intercambio en Estados Unidos, con el objetivo de difundir el concepto de la
belleza coreana por el mundo.
El jardín es el más antiguo de los jardines privados coreanos, siendo el
primero en adoptar el concepto de “jardín en Corea”, atrayendo cerca de 600.000
turistas al año; nosotros no podíamos faltar a la cita.
No hay mucho que contar en esta entrada, un experto en jardinería y botánica
podría ayudar más, yo solo puedo decir que es un lugar precioso, lleno de colores, así que lo mejor es ver lo que se puede encontrar en este
jardín.
No falta una zona dedicada a la flor nacional del país, a la rosa de
Sarón, pero creo que hemos llegado tarde a la floración y la mayoría de las
rosas estaban bastante marchitas. No sólo en esta zona dedicada a ellas se
pueden estas flores, en bastantes zonas del jardín también se encuentran.
Ascendemos hasta el Alpine Rock Garden, creo que es el punto más elevado
del jardín, desde el que se obtiene una buena panorámica, y donde además hay un
invernadero.
Bajamos hasta el arroyo que cruza el jardín y lo pasamos por donde
podemos para alcanzar la parte situada más al norte del jardín,
encontrando una serpiente bastante grande que reposaba en una piedra, que fue
asustada primero por un turista al posar para la foto a su lado sin saber de su existencia,
y que luego asustó al turista que pegó un salto, y a todos los que estábamos a
su alrededor.
El jardín está configurado con su valle y su zona "de montaña" con bosque, realmente uno se siente como realizando una excursión, pero eso sí, con todo muy bien cuidado y en su sitio.
Tampoco faltan los pabellones de descanso en el jardín.
Durante el paseo nuestros ojos ratifican el gusto de los asiáticos por las
fotografías y las poses para las mismas, son un no parar continuo,
especialmente vemos muchas parejas de enamorados que nos hacen sonreír en
muchas ocasiones, y es ¡qué rebonito es el amor!
Hay incluso una iglesia pequeña, pero siendo el país mayoritariamente
budista, no sé la razón de que sea de estilo cristiano, además si se utilizara para bodas no cabrían más que los novios, los padrinos y
cuatro invitados…pero el marco es idílico para realizar la ceremonia sin lugar
a dudas.
Salimos a la Morning Plaza y al Sunken Garden, jardín que tiene la forma de la
península de Corea y está lleno de flores, representando el deseo de Corea del
Sur y del Norte para reunirse (claramente este verano no existían las noticias con las que nos sorprende el nuevo líder coreano de una guerra para todos). Hay miradores sobre el jardín, y es un lugar muy
cuidado, con detalles románticos como el paso con bancos a los lados.
Salimos de nuevo al arroyo, donde la gente descansa, se refresca y monta
las pagodas de piedras, queda demostrado que cualquier lugar es bueno para realizar peticiones, yo supongo que ya es como un hábito insconciente: se ven pequeñas piedras, se hacen pequeñas pagodas.
Llegamos hasta el estanque, al que no le falta detalle: un puente, una
pequeña cascada y un pabellón.
En este punto decido que es hora de un descanso merecido, ya que aunque
el sol no es continuo, el calor y el bochorno es tremendo, atrás hemos dejado la lluvia y el frescor de Seoraksan. Como en esta zona hay un lugar de refrigerio, entramos en la casa de té para tomarnos
esta bebida helada, eso sí, a un precio algo desorbitado, encontrando una
decoración acorde con el país: sombreros, espadas, muñecos marionetas...
Desde aquí emprendemos el camino hacia la salida terminando de recorrer el jardín.
Haciendo un pequeño desvío hacia el Enebro Milenario, que parece más
escultura que árbol.
Terminamos de recorrer la parte que nos queda de jardín, incluyendo
tomar un camino equivocado y acabar casi "de patas" en el arroyo (mojar los pies
sí que nos los mojamos), entrando en invernaderos donde cuidan las plantas tanto para exhibición allí mismo como para luego ser transplantadas al jardín.
El mapa del Garden of Morning Calm para ir situándose.
Cuando
buscaba información por internet me asombraron al tiempo que me encantaron unas
fotos del jardín en el invierno, en Navidad, y este fue el último empujón para
mantener la visita, de la que no nos arrepentimos, porque este jardín, como sus
montañas y templos, forma parte del paisaje y la cultura coreana. Podríamos
haberlo cambiado por un templo, una tumba real (aquí tuve mis serias dudas, porque me hubiera gustado pasar por la del rey Sejong),
por un parque nacional para disfrutar de vistas y paisajes, incluso por llegar
antes a Seúl, pero este bonito jardín se merecía una visita y nos sentimos afortunados de haberle visitado y espero que hayáis disfrutado de este mundo de colores.