11 de abril de 2011

Japón - Takayama - Templo Hida Kokubun-ji

Érase una vez un árbol muy antiguo

Después del paseo por Sanmachi tenemos que decidir hacia dónde nos dirigimos, en un principio pensamos en ir a los templos de Higashiyama, 3,5 km al norte del centro de la ciudad, pero el calor era aplastante, estábamos cansados por el madrugón, vamos con las bolsas de las compras (y el sake pesa) y además queríamos buscar algún restaurante para cenar, con lo que en lugar de ir a esta bonita zona con 13 templos y 5 santuarios, salimos de estas bonitas calles con edificios llamativos haciendo alarde del uso de la madera. 


Y por calles donde el agua está canalizada. 


Para llegar al Templo de Hida Kokubun-ji, que fue fundado por el emperador Shomu en el 746. Fue destruido por un incendio y el edificio más antiguo que se conserva es la sala principal, del siglo XVI, pero está cerrado y no podemos entrar a contemplar sus tesoros, unas imágenes talladas del periodo Heian (794-1185) y una espada del siglo XII.

En el exterior el edificio que alberga la gran campana, que a esa altura es difícil jugar a tocarla.


En el complejo destacan varios elementos, como la pagoda de tres plantas, de 1821. 


Un árbol ginko al que se le atribuyen más de 1.200 años, y donde nos encontramos con una simpática pareja de israelitas asombrados por la edad del árbol, con los que entablamos una conversación en inglés.


Y en este templo conocemos a los Jizos, una bonita colección de estatuas con baberos y sombreros. Son divinidades que protegen a los niños en las enfermedades o cuando ya están muertos en su camino al cielo o algo parecido. Es impresionante la cantidad de estas divinidades que nos iremos encontrando por los templos. 


Destacan las bonitas ofrendas o plegarias, que parecen cajas de regalo para colgar en el árbol de Navidad. 


También existen otros jizos que ayudan al caminante o peregrino.


La búsqueda de restaurante resultó infructuosa, el que buscábamos no lo encontramos, pero vimos varias alternativas, con lo que sin cenar no nos íbamos a quedar. 

Japón - Takayama - Takayama Jinya - Sanmachi

Gobierno, shogunato y mucho sake


Terminados de comer, Sumitsu nos pone en pie y a caminar otra vez por Takayama, lo malo es que las nubes han despejado, cae un sol de justicia, estamos recién comidos, ella lleva un ritmo infernal....¡¡para habernos matado!!. Mi marido para la lluvia por la mañana compró un paraguas mini, y como buen japonés lo comienza a utilizar para el sol.


Vamos caminando rápido pero aún así podemos disfrutar de la arquitectura que vemos en sus calles, que están ahora más llenas de gente, paisanos y turistas, mucho más jolgorio, y con la luz del sol en las maderas se ve más bonita la ciudad.



La visita que nos queda con guía es el Palacio Histórico del Gobierno o Takayama Jinya, uno de los pocos edificios oficiales del periodo Edo que se conservan. 


El palacio fue construido por los gobernantes Kanemori en 1615, y en 1692 el shogunato lo convirtió en sede del Gobierno provincial. Fue reconstruido 200 años después y continúo siendo la sede del gobierno en Takayama, incluso después de la abolición del shogunato en el siglo XIX.


Vemos las salas donde se reunían los funcionarios, las dependencias del gobernador y su familia. la cocina, el granero (las fortunas se contaban en sacos de arroz) y una sala destinada a cámara de tortura, con explicaciones en dibujos de las mismas, para entenderlas mejor. 



Con esta visita nuestra guía nos deja a nuestro aire, y aprovechamos para volver a caminar por sus calles, por las que pasamos rápidamente de camino al palacio, principalmente por el barrio con edificos tradicionales de Sanmachi, donde abundan las casas de comerciantes y destilerías de sake,  con sus bonitas botellas como reclamo para el comprador o el bebedor o ambos.


En la entrada de estos locales no faltan las bolas protectoras. Se puede entrar en algunas hasta la fábrica donde se encuentran las grandes tinajas de fermentación. Volvemos a caer en el vicio y en el placer de las compras, y por supuesto, después de una degustación de sake acabamos sucumbiendo a su encanto, y ya sólo gritaremos "sake sake" para las fotos.


Es un salto en el tiempo caminar por estas calles, hasta te dan ganas de vestirte con un kimono, calzarte las getas y sentirte japonesa.



Entramos en una tienda de filigranas de madera, haciendo honor a su fama de buenos artesanos de este material. Es impresionante la cantidad de artículos, bonitos y coloridos: móviles para colgar, pasadores de pelo, animales decorativos....Dentro de esta tienda además hay  un puesto de helados preparados al instante: algo de hielo, algo de fruta, un triturado y ya tenemos el helado listo, que estaba de escándalo, y por si fuera poco con uno de esos rincones encantadores de jardín, ¿se puede pedir más?.



En esta exploración de tiendas conocemos a Sarubobo, un amuleto como una "x" que es simpático y del que al llegar a Madrid busque información sobre el mismo, hasta a la mismísima Kitty la han disfrazado de Sarubobo. Ahora yo tengo un bonito Sarubobo colgado de mi móvil. 


Wiki dixit: "Tradicionalmente, los sarubobos eran hechos por las abuelas para sus nietos como muñecas, y para sus hijas como un hechizo para un buen matrimonio y familia...Asociado particularmente con la ciudad de Takayama..."