4 de junio de 2018

Myanmar - Mandalay - Eindawya Paya


¿Dónde está Buda?

Después de comer, muy bien en el restaurante Golden Palace, antes de hacer la última visita programada para el día, le pido a Myo visitar otro lugar como extra si es posible, eligiendo de varios entre los que tenía elegidos, porque ya teníamos claro que no lo haríamos por nuestra cuenta dadas las distancias entre lugares. Atravesamos Mandalay y de nuevo tenemos imágenes de la ciudad, en las que se ven edificios y calles más urbanas y otros menos. 





Pasamos junto a una mezquita estrecha, tanto que el minarete está directamente sobre ella. 



Ya habíamos pasado alrededor de la torre del reloj, pero hoy por fin hemos podido captar una fotografía en la que se ve más o menos bien. De origen británico, es algo como así como un pequeño Big Ben birmano. En varias ciudades birmanas hay una torre similar, nosotros nos encontraremos con una casi igual en Monywa.


Llegamos a Eindawya Paya, de la que había leído que era la estupa más bella de Mandalay, y con ello ya me había picado la curiosidad. En 1919 un grupo de visitantes europeos se saltó la prohibición de descalzarse y entró con zapatos, enfadando (aunque supongo que el verbo es otro)  a los monjes, que los desalojaron a la fuerza; cuatro de estos monjes fueron condenados por un tribunal colonial (Birmania estaba bajo el dominio británico) y su líder, U Kettaya, fue condenado a cadena perpetua. 



El rey Pagan Min la ordenó construir en 1847, en el lugar donde vivió hasta trasladarse hasta Amarapura. Su estupa está recubierta de pan de oro, y supongo que por esta razón es la más bella, creo que el dorado está sobrevalorado en el país, aunque es bonita y estilizada.




Nos resulta imposible acercarnos a la estupa, el suelo arde y las plantas de los pies se nos queman, ¿Dónde están las alfombrillas verdes que tanto ayudan para evitar este sufrimiento? Nos conformamos con verla de lejos, con sus chinthes y sus puestos planetarios, así como la decoración en sus diferentes partes. 








Intentamos caminar por el complejo, buscando la sombra aunque de vez en cuando tenemos que salir a abrasarnos los pies, estamos buscando una estatua de Buda especial, que es la segunda razón de haber venido a esta pagoda, pero Myo no sabe donde se encuentra y nosotros menos. 






Myo pregunta a uno de los fieles y/o cuidadores, que otra cosa hubiera sido intentar preguntar nosotros. El preguntado sale pitando, andando sobre el suelo abrasador como si nada, y nosotros tres detrás de él pegando gritos internos porque nuestros pies parecían lonchas de tocino a la barbacoa. Finalmente llegamos a un pabellón donde se sitúa la imagen de Buda realizada con calcedonia, protegida por una verja, que amablemente nos abren. Y la cosa es que supuestamente la calcedonia tenía que ser translúcida, y la imagen que nos encontramos es un Buda de color negro, pero no es de este color por la piedra, que en la base explica que es de onyx (una variedad de la calcedonia, por lo que está claro que esta es la imagen), pero que desgraciadamente lo que tiene encima es una capa de ¡pintura negra!, en teoría nos cuentan que es para protegerla…totalmente desconcertante todo (supongo que el color natural de la piedra es el negro y que por motivos desconocidos han uniformado el color de la imagen). Lástima que el folleto sobre la pagoda que nos entregan es en birmano, y no era cuestión de hacer que Myo lo tradujera entero. 


La visita en general ha merecido la pena, por la estupa, la insólita imagen y el birmano que nos ayudó con una gran sonrisa (ayuda que agradecimos con un donativo al lugar). Salimos del complejo y nos dirigimos al último lugar de la ciudad para visitar, la reconstrucción del palacio real

Y ahora os hablo de las motos en Myanmar, que son ocupadas al estilo asiático, como en Vietnam por ejemplo, pero de un modo menos brutal, no sé si por legislación o por sentido común, pero por supuesto que tres personas en ellas resultan de lo más normal.