30 de enero de 2013

Corea del Sur - Busan - Playa de Haeundae



¡Coge tu sombrero y póntelo, vamos a la playa, calienta el sol chiribiribi...!

Con el coche dejamos la zona del mercado de Gukje y del mercado de Jalgachi y sus alrededores bajo la atenta mirada de la Torre Busan


Tenemos que atravesar la ciudad, de oeste a este, y creo que lo hacemos por el increíble puente de Gwangan  o Gwangan Daegyo, de peaje, pero claro, desde el interior es difícil reconocer si además todavía no hemos visto su exterior.


Del caos urbanístico de la zona portuaria nos adentramos en lo que será a no tardar demasiado uno de los skylines asiáticos con más potencia, o eso me pareció intuir. A nuestra izquierda se encuentra la playa de Gwangalli, a la que es imposible tomar una fotografía desde el coche.


A nuestra izquierda, como en todas las ciudades por las hemos pasado durante el viaje, edificios de viviendas en repetición arquitectónica, uno detrás de otro. 


A la derecha nuevos rascacielos en construcción, entre ellos un Hotel Park Hyatt. Se ve bonita esta composición acristalada. 


Bajo estos edificios hay  un pequeño puerto, Busan Yatching Center, que precisamente yates ahora no acoge, supongo que alguno importante llegará y de esos de impresión llegará; en él pueden atracar más de 1.300 embarcaciones, hoy más de pesca que recreativas. Fue conocido mundialmente por los Juegos Asiáticos de 1986 y los Juegos Olímpicos de 1988, ¿falta algo por celebrarse en Corea?. 


Bordeamos la zona del puerto y los edificios de nueva construcción.



Para llegar a la zona donde se localiza el hotel en el que pasaremos dos noches, donde también se están construyendo nuevos edificios, por eso mi sensación de que en unos años habrá en el área un skyline interesante, ya veremos si impactante o no.


El hotel que elegimos, cambiando el incluido originalmente en el tour que era más céntrico, fue el Chosun Westin Busan, y la elección se basó en su localización, al lado de la playa de Haeundae, con la fortuna de que nuestra habitación tiene vistas hacia ella. 


La visión de la playa nos produce una gran sonrisa, y es que sus sombrillas están perfectamente alineadas, pero el mar es el auténtico "mar amarillo" con esos flotadores gigantes que la gente utiliza. Lástima que son las seis de la tarde y no se encuentra en su mayor efervescencia, y que como por las mañanas saldremos temprano para hacer excursiones tampoco la veremos a plena utilización, pero a las doce-una de la tarde tiene que ser un espectáculo digno de verse…si es que se puede ver el mar entre tanto flotador y tanta gente. 


A mí los flotadores me recuerdan a aquellos gigantes de color negro, que yo creo que eran neumáticos, que veía en mi niñez en las Lagunas de Villafranca de los Caballeros, donde lo peligroso para mí no era el agua sino pisar el cieno bajo ella, que parecía que te iba a engullir cual arenas movedizas. 
 

Nos duchamos para salir a dar una vuelta y en este tiempo la playa para su actividad y todo se recoge, las sombrillas se pliegan, los flotadores se apilan, y los bañistas se marchan. 


La playa de Haeundae es la más famosa de Corea, dato cierto por la cantidad de aparejos que se despliegan en ella, tiene una longitud de 1,5 km y durante todo el año se celebran festivales y eventos culturales, pero nosotros en estos dos días no pillamos ninguno. Al año la visitan aproximadamente ¡8 millones!. 

Desde la cercana isla de Dongbaek se tiene una buena visión de la playa desde una zona rocosa, aunque nosotros esta visión la tenemos nocturna. 



Desde la playa se puede acceder a la isla de Dongbaek o viceversa, que es lo que nosotros hicimos. 



Bañistas en el mar no había, pero paseantes en la arena y a la orilla unos cuantos, entre los que nos mezclamos.


Por la mañana temprano la playa comienza su actividad, sobre las siete de la mañana comienza el despliegue de sombrillas en perfecto orden de colocación. 



Música coreana pop para terminar, Mighty Mouth and Soya, ¡¡Fiesta!!, donde nos hacen un guiño a los españoles. Y es que PSY es el que se ha hecho más famoso allá de las fronteras, pero la música en Corea, y en Asia, es otro mundo, es otra cosa.





28 de enero de 2013

Corea del Sur - Busan - Nampo-dong - Gwangbok-dong - Mercado Internacional de Gukje - BIFF (Busan International Film Festival)



¡Manos en el suelo!

Una vez recorrido el mercado de Jalgachi, tanto por el interior como por el exterior seguimos en el ambiente, por las calles Nampo-dong, Gwangbok-dong y por las que las cruzan (mirar mapa). Gwangbok-dong es la calle de la moda en Busan y es muy popular entre los jóvenes, ya que son tiendas de marcas conocidas internacionalmente y supongo que otros serán a nivel nacional. 







Por supuesto no faltan los puestos de comida, y es que comer en Corea es un auténtico placer, aunque yo añadiría que también se puede convertir en un pecado de gula. 


Este puesto en particular debe ser de alguien que se ha ganado una merecida fama, no sólo porque esté la foto de ella sino porque hay fotos de supuestamente conocidos o famosos que han pasado por aquí. 


Si no lo reconozco mal nos reencontramos con las bolitas de pulpo rebozadas de Osaka, y nos volvemos a reencontrar con Dotomburi, con lo que no sólo es que la zona nos la recuerde visualmente, sino también gastronómicamente. En Corea, estas bolas reciben el nombre de takoyaki


También hay instalados unos puestos para leer el futuro, eso sí, cerrados para proteger la información de los interesados a los ojos y oídos de los curiosos transeúntes.



En la zona hay edificios dedicados al ocio, de grandes, pequeños y mayores, que para los videojuegos no hay edad, y ya sabemos que los karaokes (y creo que alguno de los dos pisos superiores puede ser uno de ellos) son un furor en Asia.


Aparte de las tiendas en los edificios, en el centro de la calle  hay un puesto tras otro bajo una legión de sombrillas protectoras.


Como ya he mencionado,  en la calle Gwangbok-dong, con un ambiente más formal y sin puestos callejeros en sus aceras, hay tiendas de marcas conocidas, en este caso no precisamente caras, y arte urbano, como esta escultura con una cámara en mano, muy representativa de una zona que se encuentra al lado. 


Algunas calles están tomadas en el centro por un puesto tras otro de comidas, que están preparados con sus pequeñas banquetas para atender a los clientes. No sé si la fotografía corresponde al callejón que llaman Mokja Golmok, cuya traducción es “vamos a comer”. Sea este callejón o no, realmente un espectáculo gastronómico, en el que además se veía todo muy limpio para ser en la calle, marcando la diferencia con las sensaciones recibidas en Hanoi



Entramos en las calles donde se localiza el Mercado Internacional Gukje, una de las zonas de compras más famosa de Busan, donde el regateo está a la orden. 


El mercado fue creado por los refugiados de la Guerra de Corea y ha ido creciendo y extendiéndose, llegando a convertirse en uno de los más grandes del país. 



Se puede encontrar de todo: ropa, muchos artículos de cuero (más bien, imitando al cuero porque de piel no parecían tener nada a primera vista y a primer tacto), baratijas, juguetes, souvenirs, maletas, muebles...Siendo parecido al mercado de Namdaemun de Seúl, me sentí más a gusto en este mercado de Busan, por ninguna razón en concreto, son solo sensaciones del momento, aunque para comprar en cualquiera de ellos hay que armarse de paciencia para buscar, comparar precios y luego regatear. 





Y siempre la mirada encuentra algo llamativo, como estos cascos para la moto divertidos. 


Tras el callejeo interno, calle arriba, calle abajo, y puede ser interminable, se vuelve a salir a Gwanbgok-dong para encontrar otra simpática escultura, ¡qué alegría da pasear y comprar!, es lo que parece simbolizar.


En algunos puestos, en el momento te preparan una bebida fría para llevar, además las sirven en bolsas de plástico que al terminar se doblan y no ocupan espacio, aparte de ser rellenables y reutilizables con el líquido que más nos apetezca (una buena idea que he visto en algún reportaje de algún país de Sudamérica pero que ahora no recuerdo). 


Al lado de esta zona tan comercial y formando parte de ella se encuentra la zona del BIFF, donde se celebra el Busan International Film Festival anualmente. 



En el suelo, como en el Paseo de la Fama de Hollywood, losetas con las huellas de los famosos que han pasado por el festival, a la derecha la mano de Juliette Binoche, ¡menuda manaza!


A la izquierda de Juliette,un nombre que reconocemos, el del director español Carlos Saura. 


Entre tanto pie pisando por la calle es imposible pararse a buscar más conocidos, además parece que los ojos se posan más en los desconocidos, principalmente coreanos, que en los que nos son familiares, pero allí están las huellas de Jeremy Irons, Kitano Takeshi, Zhang Yimou, Win Wenders, Jeanne Moreau o Enrio Morricone por si queréis buscarles. 

Anunciarse se anuncia la zona, lo difícil es poder ver las baldosas sin pies, pero claro esta no tiene mérito porque no hay mano en ella, no tiene tanta atracción.


Hemos terminado las visitas concertadas, y es que somos rápidos y además no compramos demasiado, y cuando lo hacemos vamos directos a por nuestra presa, no damos muchas vueltas. 

En el coche Sonia nos pregunta si nos gustaría ver algún sitio de la zona, y en esta zona sólo se me ocurre uno que me pareció interesante,40 Gyedan-gil, las 40 escaleras, donde se recrea la vida de los refugiados durante la Guerra de Corea, que se encuentra por detrás del Parque Yongdusan, donde se encuentra la Torre Busan, pero habla con el conductor y le dice que aparcar por allí no es fácil, que no hay sitio. La solución sería que nos dejaran lo más cerca posible y nosotros iríamos al hotel por nuestra cuenta, pero hay un pequeño problema, las maletas están en el coche, y no sería justo que ellos cargaran, mejor dicho, las descargaran en el hotel para ir nosotros de turistas “chupiguays”, cada cual tiene que ser responsable de sus cosas. 

Busan es una ciudad caótica en el urbanismo, pero también lo puede ser en el tráfico, con lo que ir a cualquier otro lugar que no fueran estas escaleras, sería atravesar media ciudad o toda la ciudad y eso ya marcaría las seis de la tarde en el reloj, hora más o menos en que los servicios de guía y chófer finalizan, con lo que decidimos que vamos al hotel, nos registramos, nos encargamos nosotros de las maletas y nos damos nuestra ducha de tarde, que ya decidiremos si hacemos algo o no. 


25 de enero de 2013

Corea del Sur - Busan - Alrededor del Mercado de Jalgachi



Espectáculo visual y olfativo

Frente a un lateral del mercado de Jalgachi (mirar mapa), a la orilla del puerto, se extiende otro mercado, el de los puestos callejeros, igualmente bien estructurados y organizados, que nos recuerdan, pero sin tanta organización, a los de Hanoi, Hoi An y  los terrestres, un caos total, del delta del Mekong. Aparte de la organización, la principal diferencia es que a pesar de ser puestos callejeros se nota la higiene, la limpieza, con lo que se acrecientan las ganas de comprar en teoría con mayor segurida.


Con unas almejas de ración individual, que luchan por salir de sus conchas carceleras como previendo su destino. 


No solo de pez vive el hombre, del cerdo se aprovecha todo.


Estos podrían ser los pulpitos que se comen vivos, aunque me parecen grandes para meterlos en la boca y además no se movían, estos ya estaban finiquitados. 


Estos lomos tienen una pinta estupenda, para comerlo como si fueran solomillo, marcado por fuera y en su punto por dentro o como un buen sashimi


Los peces se presentan de forma impecable, les colocan un palo para que se mantengan abiertos y se pueda ver la limpieza, el color y la frescura del producto. 


Con dos de estos casi que se come. 


Pero también los hay de tamaños más pequeños. 


A la gallega estos pulpos estarían para chuparse los tentáculos humanos.


Estos en un vuelta y vuelta a la plancha tienen que saber a gloria bendita. 


Este mercado callejero se extiende por dos calles cubiertas de sombrillas multicolores, en una especie de arcoíris marino. 



En pescados desecados hay variedad de especies y tamaños; algunos de ellos los hemos probado en los banchan de las comidas, con mejor o peor fortuna para nuestros paladares. 



Las gambas se presentan en altas montañas y dan ganas de comerlas como si fueran pipas.


Son planchas de pescado desecado pero no sé a qué pez pertenecen, y más parecen tortitas (pancakes) pasadas de fecha. 


Los pulpos desecados se quedan como planchados, además los tentáculos grandes se separan…¿y se pueden chupar como caramelos?


Para acompañar las comidas ¿pan?, no preguntamos, solo vimos y fotografiamos. 


También se puede comer sobre la marcha o comprar el pescado a la plancha para llevarse a casa (de la segunda foto me gusta la tetera que se ve tras los pescados). 


 

Algunos cocineros visten como auténticos chefs. Y no hay que perderse el dibujo publicitario del local, estos anime me ganan el corazón y me sacan una buena sonrisa.


También se venden algas, que las hacen encurtidas y principalmente las utilizan para sopa y como banchan, o por lo menos eso es lo que me ha parecido ver en más ocasiones. 


Para finalizar el recorrido terminamos con el postre, un caramelo para endulzar.


Si no se quiere cocinar se puede recurrir a los restaurantes, cuya publicidad nos recuerda de nuevo a Osaka, a la calle Dotomburi y sus figuras exteriores, aunque en Japón eran de mayor tamaño. 


La zona del mercado está fielmente representada en algunas baldosas de las aceras con las figuras de peces y aljumas