30 de agosto de 2016

Uzbekistán - Samarcanda - Observatorio y Museo de Ulugbek


El sultán astrónomo

Después de las visitas en las afueras de Samarcanda, al Mausoleo de Ismail Al Bukhary y a la fábrica de papel de seda, volvemos a la ciudad, cargados con nuestras compras, que afortunadamente podemos dejar en el coche y no tenemos que cargar con ellas, que sería un auténtico incordio. Atravesamos la ciudad para llegar al Observatorio de Ulugbek, donde nos recibe su estatua, custodiada por una pintura del sistema solar, que me parece que tiene un estilo graffitero. 



Ulugbek sucedió en el trono a su padre Shahrukh Mirza, el menor de los hijos de Amir Timur, tras algunas luchas y guerras con sus sobrinos por detentar el poder (con masacres incluidas). Finalmente, Ulugbek, tras solo dos años en el trono, fue asesinado por órdenes de su hijo mayor durante un viaje a La Meca, alentado por un imán al que no le gustaba la dedicación de Ulugbek a la ciencia y el estudio (me abstengo de hacer algún tipo de comentario o paralelismo de situaciones actuales, pero el dato está ahí). Tras su muerte, el imperio timúrida comenzó a fraccionarse, hasta que en 1857 se disuelve totalmente con la llegada de los británicos. 

Unas escaleras conducen a una explanada situada en una pequeña colina. 


El terreno elevado de esta explanada proporciona vistas de la ciudad, pero no son muy destacables, a pesar de distinguir la mezquita de Bibi Khanym


Por un lado, está  el Museo del Observatorio de Ulugbek, con una arquitectura clásica, con el uso de azulejos azules. 


En el interior del museo, por supuesto no falta un retrato de Ulugbek. 


Llama nuestra atención el libro La ruta de Samarkanda, escrito por el español Ruy González de Clavijo, embajador del rey castellano Enrique III, que llegó a Samarcanda para establecer una embajada, con la intención de crear una alianza contra los turcos. Clavijo partió del Puerto de Santa María el 22 de mayo de 1403, en compañía de un fraile y un escudero, y tras pasar por Rodas, Constantinopla y Trebisonda (ciudad de Turquía situada junto al Mar Negro), desembarcó aquí para proseguir el viaje por tierra a través de Turquía, Irak e Irán, llegando a Samarcanda en septiembre de 1404, viendo partir a Amir Timur en su campaña contra China, en la que perdió la vida. Tras la muerte de Amir Timur, los presentes que Clavijo había llevado para agasajarle fueron confiscados en la lucha interna por el poder, y finalmente la embajada castellana resultó un fracaso. Clavijo emprende el viaje de vuelta y llega a Castilla en marzo de 1406, estableciéndose en Madrid, donde murió, si bien antes escribió su viaje bajo el título de Embajada a Tamorlán (así llamaba a Tamerlán, Amir Timur), una de las joyas de la literatura medieval castellana, comparable al escrito un siglo antes por Marco Polo, El libro de las Maravillas.

Yo me pregunto, ¿por qué nadie nos contó nada sobre Clavijo en el colegio?, me parece todo un personaje y su viaje toda una aventura. Menos mal que viajar te aporta conocimientos y te rellena las lagunas mentales. 


Un mapa con las campañas emprendidas por Amir Timur en la expansión de su imperio, en él se puede ver la expansión que consiguió. 


El libro de astronomía escrito por Ulugbek, un catálogo de 1018 estrellas. 


También se exhiben dibujos realizados en papel de seda, instrumentos musicales y astronómicos, instrumentos que suelen ser reconstrucciones ya que no queda ninguno original.


Hay varias maquetas, destacando la del mausoleo Gur-e-Amir y la del Observatorio que construyó Ulugbek en 1420 en este lugar. 


También queda parte de una columna del observatorio. 


Frente al museo, lo que se puede ver del observatorio, que a pesar de no quedar rastro de su construcción, ha quedado parte de la instalación del impresionante instrumento astrológico que contenía. 



Se trata de parte de un cuadrante con un radio de 40 m, utilizado para medir la altura de los astros. Y aquí volvemos a asombrarnos por no conocer nada de Ulugbek, y partir nuestra historia astrónoma con Copérnico -siglos XV-XVI-, Tycho Brahe y Johannes Kepler -de mediados del siglo XVI-, y Galileo –mediados del XVI a mediados del XVII-, todos ellos europeos. Ulugbek se adelantó a todos ellos y la historia occidental tiene una deuda con él en el tema astronómico, así nos lo parece, ya que no hace quitar méritos a nadie, sino repartirlos bien.