26 de octubre de 2016

Uzbekistán - Tashkent - Chorsu Bazaar


Por secciones bien organizadas

Desde el complejo Khast Imom en coche nos acercamos hasta Chorsu Bazaar, que no está demasiado lejos como para hacerlo caminando, pero ya que disponemos de transporte, lo mejor es utilizarlo, a no ser que se quiera disfrutar de la ciudad en su naturalidad. Antes de entrar al gran mercado, curioseamos por las tiendas que hay en la acera de enfrente, Oyott quiere comprar los pinchos metálicos para hacer brochetas, nos ha quedado muy claro que esta comida es una de sus debilidades.


Lo que más nos llama la atención son las cunas de madera, que tienen un curioso agujero. 


Resulta que es un invento para el pipí de los bebés, diferenciando el método aplicado entre niños y niñas. 



Siempre y cuando se pueda encontrar al bebé tras el cortinaje y las sábanas que cubren la cuna, una dura decoración y un exceso total a nuestros ojos.


Tras esta pequeña excursión con adquisición de conocimiento incluido, entramos al gran mercado Chorsu Bazar, una gran cúpula bajo la que hay una fuente central, alrededor de la cual se distribuyen los puestos de venta. Oyott nos deja curiosear por nuestra cuenta y nos da una hora para encontrarnos junto a la fuente. ¡A explorar!




Por primera vez en un bazar vemos puestos de carne de pollo y de ternera (no ha salido ninguna fotografía medianamente buena de estos alimentos), ambos con buena pinta gracias a los mostradores refrigerados, tantas que hasta daban ganas de pedirse un filete para llevar. También hay un surtido de puestos de requesón y de pasta cocida en diferentes formas, así como platos ya elaborados. 





El mercado no es solo esta cúpula central, también hay otros edificios; todo muy organizado por productos, incluso con un edificio cúpula algo más pequeño que alberga restaurantes, un fast food a la uzbeka. 


Así entramos en la sección de frutas y verduras, algunas de estas últimas ya limpias y cortadas para evitarnos trabajo. 




Llegamos hasta la sección de panadería, donde por primera vez vemos los hornos donde se cuecen los ricos panes que hemos podido degustar durante las comidas. 



Por primera vez, por lo menos que seamos conscientes, vemos un puesto tras otro de huevos, donde podemos aplicar la famosa frase de Federico Trillo en el Congreso... ¡manda huevos!


A la hora convenida estamos junto a la fuente, además le hemos pedido a Oyott el mirar una maleta ante la rotura de la nuestra, así que le seguimos a otra zona del bazar, pasando por los puestos de miel y aceite. 



Pasamos junto a puestos de comida con pinchos de carne humeantes, que raro que Oyott en lugar de comprarse uno de estos se decanta por comprarse una bebida de yogur, que tenía que ser algo pesado porque no pudo terminarla. 


También vemos las bolitas saladas de queso, y los palitos que sospecho que son de queso que probamos ayer en el restaurante Besh Chinor


Fuera del recinto del bazar los puestos se alinean junto a la calzada, y además un edificio que parece ser una especie de centro comercial. 


Llegamos a la zona del bazar donde están los puestos de ropa, y también de maletas y mochilas, pero tras varias preguntas, el precio nos pareció demasiado caro y el tamaño tampoco era el adecuado, por lo que decidimos seguir con la rota para el viaje de vuelta. 


Es el bazar más impersonal de todos por los que hemos pasado (el de Margilan, Bukhara y Samarcanda, solo nos ha faltado el de Khiva), el hecho de encontrarse en la capital del país le da ese ambiente, tanto por su tamaño como porque sus vendedores no parecen tan amigables con los visitantes extranjeros (las ganas de vender y agradar aquí no son tan fuertes), pero también es el que mejor está preparado para la exposición de algunos productos perecederos, necesarios de mantenerse en vitrinas frigoríficas.