26 de octubre de 2012

Corea del Sur - Jinan - Parque Provincial de Maisan - Lago Tapyongje - Templo Geumdangsa



Para chuparse los dedos

La visita al Parque Provincial de Maisan en teoría se ha terminado con la realizada en el increíble y casi imaginario mundo pagodístico del Templo Tapsa. No volvemos por dónde entramos, con lo que nos evitamos una subida por la montaña, sino que continuamos ruta andando, hay que recordar que estamos en un parque natural y los coches no deben ni pueden circular aquí aunque alguno ha entrado.

El camino pasa junto al lago Tapyongje, con el bonito paisaje de las montañas orejudas de caballo como fondo. 



En el lago, que no es excesivamente grande, una actividad lúdica que parece que les encanta en Asia, los patinetes con forma de patos para navegar, aunque por lo que se ve hoy no es un buen día para hacer ejercicio ya que están todos los patos en fila preparados para ser abordados. 


Cualquier lugar es apropiado, por imposible que parezca, para establecer un templo, al que con seguridad sólo se llega tras una agradable caminata por ese bosque y esa montaña.


El camino llega hasta el Templo Geumdangsa, construido el año 814, gobernando la dinastía Shilla. Durante la ocupación japonesa sirvió como base para una guerrilla coreana de oposición establecida en la zona de Jinan. 

El santuario principal destaca por su tejado dorado, reluciente, brillante y deslumbrador, con el sol ayudando a brillar más. 


El tejado recuerda la proa de un barco surcando el cielo coreano. 


Ante la entrada a la tienda de artículos budistas, artesanías y souvenirs una figura a la que echaba de menos, ese Buda gordito y feliz. 


No en todos los templos hemos visto las tejas a la venta como donación y colaboración, pero supongo que en todos ellos se podrá hace; al igual que la fe mueve las piedras de las pagodas también las tejas de pizarra. 


Saliendo del recinto principal del templo, que no del recinto completo, surge un sendero repleto de restaurantes y tiendas. Son sólo las 12 de la mañana pero nuestros ojos se paran en un restaurante en particular, fuera están preparando un manjar que huele que alimenta y su visión es un canto a la gula. 


No existe mejor reclamo alimentario que el que nos penetra en la pituitaria, y que además nuestros ojos admiran con devoción mientras nuestras papilas gustativas segregan saliva sin parar. Sentido y hecho, Sonia nos pregunta si queremos comer, y nosotros encantados de ello, a pesar de ser temprano se nos ha abierto el apetito. 

Al igual que anoche en Jeonju toca comer sentados en el suelo, y aquí hay mesas con sillas en el exterior, pero a pesar de los ventiladores el calor no es agradable, y en el interior funciona el aire acondicionado. No es la mejor postura para mis rodillas, cada año más maltrechas, así que aunque pueda parecer una falta de educación no me queda más remedio que moverme continuamente para estirarlas alternativamente ante la mirada preocupada de Sonia.


La carta está en coreano y en inglés, lo difícil es entender los precios, pero como llevamos a Sonia ella se encarga de pedir lo que hace falta para los tres. 

Hoy vamos a comer galbigi, costillas (galbi) de cerdo negro adobadas a la brasa; supongo que la calidad de la foto está directamente relacionada con las ansias de hincarle los dientes a la carne. Supuestamente las costillas son de cerdo negro, que supongo se asemejan a la alimentación de nuestros cerdos ibéricos y por eso su tonalidad, pero Sonia no supo explicarnos ante nuestras explicaciones.

A este cerdo negro nos lo volveremos a comer en la isla de Jeju-do.





Nuestro surtido de platillos acompañantes banchan. Esta foto sale bien porque de donde no había que quitar ojo ni manos era de las costillas.


Sonia elabora un bibimbap sin carne, que para eso están ya las costillas, al que no le añade demasiado gochujang, salsa picante de pimientos rojos, por aquello de que somos occidentales...si llega a probar la cena de anoche hoy le pone toda la salsa. 








Nos comemos con auténtico placer gastronómico estas exquisitas costillas y sí, nos chupamos los dedos y no nos da vergüenza reconocerlo, además, los volveríamos a hacer encantados. 

Continuamos andando por la carretera con tiendas y restaurantes a ambos lados. 


Se venden raíces para elaborar infusiones, bayas secas parecidas a las famosas bayas de Goji del Himalaya, y jengibre (o eso creo). 




Algas secas, yo no las reconocería como tal dado el mundo vegetal por el que estábamos rodeados, que tienen aspecto de regaliz. 


La típica manzanilla, que desprende buen olor; lo que se encuentra al lado más parece serrín que material para realizar infusiones, pero su destino final era el segundo.


Las barbacoas de los restaurantes siguen trabajando, que los turistas están bajando de su paseo y seguro que lo hacen hambrientos.


Hay una tienda donde fabrican unos espectaculares, y en ocasiones extravagantes, muebles de madera; algunos nos parecen verdaderas obras de arte. 


Un cartel anuncia los productos estrella de alimentación de la zona de Jinan: cerdo negro (animal que yo sólo lo tenía registrado en la isla de Jeju-do), del que provenían las riquísimas costillas, un gallo, parece que peleón, y el ginseng (producto extendido por todo el país y que ahora encuentro en herbolarios como milagroso, eso sí, de procedencia coreana para que el milagro sea más efectivo). 


Nos volvemos a encontrar con las larvas de gusanos de seda, beondegi,  en pleno proceso de cocimiento, y nos sigue sin apetecer probarlas. Las conocimos más crujientes en el mercado de Namdaemun.

Salimos al aparcamiento sur del Parque Provincial de Maisan por la puerta que anuncia el templo de Geumdangsa.

  
La ruta completa desde el aparcamiento norte al aparcamiento sur pueden ser unos 3 km, y a nosotros nos ha llevado dos horas aproximadamente, entre la subida, mirar, hacer fotos….para que hagáis un cálculo aproximado de lo que puede llevar esta visita completa, teniendo en cuenta además que mi ritmo de subida en general y más en este viaje, no ha sido precisamente óptimo, más bien ha sido tirando a pésimo para mi desgracia ansiolítica de turismo y conocimiento. 

Esta no es la única ruta que se puede realizar en el Parque Provincial de Maisan, en él hay más rutas de senderismo, pasando por otros lugares de paisajes o templos, y en ese enlace las podéis encontrar.