3 de septiembre de 2012

Corea del Sur - Vuelo a Seúl



Hi Seoul! 

Al programar este viaje lo primero era plantearse la línea aérea con la que volaríamos, nuestra agente de viajes lo tenía claro, Korean Air, que tiene vuelos directos a Seúl, compañía que ella había probado y que además la había convencido. La salida es a las 11.15 h de la mañana, el vuelo dura doce horas, y la llegada prevista es a las 6.15 h. La diferencia horaria con España es de siete horas a sumar en Corea.

Un nuevo destino, una nueva compañía aérea a probar. 


Ya que estamos en vuelo-marcha nada mejor que comenzar con la gastronomía coreana, de comida nos ofrecen a elegir entre tres opciones, y la nuestra es clara, bibimbap, que aunque en comida de avión no será tan buena como en comida terrestre, de algún modo hay que comenzar el contacto coreano. El bibimbap es una mezcla de verduras, carne y arroz, en el que en ocasiones se coloca un huevo encima, pero esta no es una de esas ocasiones. Todos estos ingredientes se colocan en un plato hondo según los cinco colores primarios de alimentos coreanos (teoría dixit): blanco (arroz), amarillo (huevo), verde (verduras), rojo y negro. La carne no tengo claro en el grupo de colores en el que se incluiría y según la foto la variedad de colores es bastante contradictoria. 


Faltan dos colores a explicar, el negro supongo que viene dado por uno de los ingredientes básicos en la cocina coreana (y hay varios aparte del consabido arroz), que es el aceite de sésamo, y el rojo por otro de ellos, el gochujang o salsa de pimientos rojos picantes (y a fe que en algunos casos picaba más de lo que te hubiera gustado). 


Como se puede ver en la foto otro elemento que casi nunca falta en una mesa coreana es un bol de sopa, que en esta ocasión y no como nos ocurrió en Japón con la odiosa sopa de miso, tienen una auténtica y rica variedad de ellas, de calientes a frías, de verduras, de carne, de pescado, de pepino…

Otro de los alimentos que nunca, pero nunca de nunca, falta en la mesa y que no se puede ver en la foto de la comida en el avión, es un plato muy especial, que a fuerza de probarlo nos hemos convertido en unos auténticos expertos en diferenciar los buenos de los malos (claro, según nuestro paladar inocente e inexperto), pero a él llegaremos más adelante una y otra vez, comida tras comida, el kimchi

Durante el vuelo me distraigo de varias maneras: leyendo la guía confeccionada del país, principalmente de Seúl, nuestra primera parada; viendo una película que me gustó y me hizo reír, con una crítica entre velada y directa hacia el sistema funcionarial y político, aunque el final no me terminó de cuajar del todo, La pesca del salmón en Yemen; y controlando la ruta del vuelo, que esto de pasar sobre Mongolia te incita a un viaje próximo y creo que lleno de aventuras aunque con toda seguridad habría un amplio debate marital sobre este destino y creo que tengo todas las de perder. 

Supongo que una premisa básica de este recorrido de vuelo es no violar el espacio aéreo norcoreano.


Al amanecer y antes de la hora prevista comenzamos a divisar tierra coreana. Me gusta ver los amaneceres desde el avión, sobre todo al inicio de los viajes, es la alegoría de un nuevo destino.


Aterrizamos en el aeropuerto de Incheon, al que no conoceremos más en profundidad hasta nuestra partida, por lo que no le hago la valoración ahora, y eso que ha sido considerado en el 2012 como el mejor aeropuerto del mundo, galardón que ha logrado desde el año 2005 según la ACI (hay muchos ratings de aeropuertos, con lo que depende de la encuesta el ganador del año y no soy tan entendida para saber cuál de ellas es la más realista, aunque lógicamente yo tengo mi propia opinión en esto de los aeropuertos).

Tras recoger las maletas, que afortunadamente salen sin una larga espera, antes de salir del aeropuerto cambiamos euros a wons, la moneda nacional, al cambio de 1.328W por 1€, con lo que te conviertes literalmente en millonario al cambiar 600€.

De la salida del aeropuerto no había fotos interesantes que hacer, de los edificios en el exterior había alguno destacado pero no teníamos tiempo ni la posición adecuada para realizarla ya que nuestro transporte estaba esperando nuestra llegada y nos hizo correr algo detrás de él con nuestras maletas cargadas de ropa para este periplo de dieciocho días. 


El aeropuerto se encuentra a 52 km de Seúl, conectado por una amplia y buena autopista (este es uno de los detalles que nos ha gustado en Corea, su estupenda infraestructuras de carreteras, que además van mejorando y ampliando). No es que se circule rápido pero es bastante difícil conseguir una buena foto de lo que nuestros ojos van encontrando, del paisaje, que todavía no nos ha cautivado pero ya lo hará rápidamente, de los millones de edificios de viviendas todos iguales que inundan las ciudades coreanas, con sus números escritos en el exterior.

La que sí sale es la foto de una de esas industrias que en teoría contaminan el ambiente con sus malos humos, pero sin embargo, en Seúl, comparado con Tokio, no se utilizan tanto las mascarillas en la calle, y es que estos malos humos dicen que se producen más en China y que llegan hasta aquí. 


También comenzamos a ver la escritura del idioma coreano, aunque sinceramente hemos aprendido bien poco del mismo, más que nada hemos afianzado lo que ya llevábamos aprendido para saludar y agradecer. El hangul es el alfabeto instaurado por el rey Sejong el Grande en 1443 y desarrollado por un grupo de eruditos que se basaron en la interpretación de los sonidos hablados, cuando  anteriormente se utilizaban caracteres chinos. Está considerado como uno de los sistemas de escritura en uso más simples, concisos y científicos del mundo.  En el año 2000 se realizó la nueva romanización de 24 letras (resultado escueto con algunos ejemplos, la p pasa a ser b pero se sigue pronunciando como p, hecho que también ocurre con la k, que pasa a ser g, con la t que pasa a ser d y con la ch que pasa a ser j, pero se siguen pronunciando como antes…según nuestra guía se pronuncia como en inglés, pero ni por estas me cuadra este lío de consonantes escritas y pronunciadas).

Un ejemplo claro con una palabra muy repetida: la dinastía Chosun ahora es Joseon (gran cambio y no solo de consonantes, pero su pronunciación sigue siendo con ch). Lo peor es el jaleo con el nombre de las ciudades y su pronunciación hasta que tu mente adapta a no pronunciar como se escribe.

 
Durante el viaje hasta nuestro hotel nos vamos asombrando de la inmensidad de puentes que cruzan el río Han, ninguno parece más llamativo en arquitectura, aunque alguno sí que nos gusta más, pero éstos no fueron captados por la cámara. 



En esta foto se puede ver lo que comentaba de los edificios de viviendas, torres todas iguales, aunque no se distinguen los números de sus fachadas.


Estamos viajando por la orilla sur del río Han o Hangang (gang significa río) y desde aquí divisamos una de las insignias de la ciudad de Seúl, la torre Namsan


Y así, distraídos con el paisaje llegamos al hotel con los ojos bien abiertos y sin ganas de dormir.