22 de octubre de 2014

Canadá - Montréal - Vieux Port - Tour de l'Horloge


En el viejo puerto 

Después de nuestro tour de excursión por la ciudad, pasando por el Oratoire Saint Joseph, el Parc Mount Royal y la Île Sainte Hélène, terminamos en la place Jacques Cartier, desde donde cada uno tomará su camino para seguir conociendo la ciudad. Nosotros consultamos con Ángel, el guía, si nos recomienda subir a la torre de la Chapelle de Notre Dame de Bonsecours o a la Tour de l’Horloge, y es que las dos no pueden ser, tiene que ser una de ellas, y él nos recomienda la segunda, que está más alejada.

Pasamos por la fachada trasera y marítima de la Chapelle Notre Dame de Bonsecours y por la del Marché Bonsecours, en la Rue de la Commune


Nos dirigimos hacia el Quai de l’Horloge, donde se sitúa la Tour de l’Horloge, (entrada gratuita, que a lo mejor también fue uno de los motivos para que fuera el mirador elegido por Ángel), construida en 1922, que tiene 45 m de altura. Por detrás se ve el pont de Jacques Cartier


Lo que nos sorprende en el muelle es la existencia de una playa artificial, aunque el baño en esta zona no nos parece nada recomendable con tanto barco atracado, pero el sol es un bien preciado en sí mismo.  


Llegamos a la torre, a cuya izquierda se encuentra la entrada a la playa, que creo que era de entrada libre pero no lo aseguro. 



La torre se construyó como homenaje a los marinos que murieron en la Primera Guerra Mundial, homenaje posteriormente ampliado a los de la Segunda Guerra Mundial (podría ser eterno esto de la ampliación con el panorama mundial que vivimos). Además la torre sigue la estela de otras torres construidas en los países de esfera británica, aparte de en la propia Inglaterra, como en Malasia (Kuala Lumpur) e incluso en Argentina (Buenos Aires).


Para tener vistas hay que subir 192 escalones a pie. 



El reloj que le da nombre a la torre es un mecanismo de alta precisión realizado en Inglaterra por la empresa Gillett y Johnston, intentando hacer una réplica del famoso Big Ben. 


Y por fin las vistas, hacia delante, a la derecha, la sucesión de muelles en el río Saint Laurent (río que parece un mar) y al fondo el puerto; a la izquierda la Cité du Havre, donde se localiza el edificio de viviendas Habitat'67 -el malecón donde se ubica termina en una punta donde hay un bonito pabellón del que desconocemos su uso, posiblemente un mirador con vistas tras un agradable paseo-. 



Hacia la derecha, vistas de la ciudad, lo antiguo y lo nuevo.  


Hacia detrás, el pont Jacques Cartier y su unión con la Île de Sainte Hélène


Desde la torre también hay vistas de la playa artificial, pero por respeto a sus usuarios no publico las fotografías.
Una vez que hemos bajado de la torre paseamos por la pasarela junto al río St Laurent, en el Quai de l’Horloge, desde donde vemos aparecer entre la boscosidad la fantástica Biosphere


Y sobre todo disfrutamos del gran río Saint Laurent, un río de algo más de 3.000 km de longitud –el río más grande de Canadá es el Mckenzie, en los Territorios del Noroeste, con 4.000 km de longitud-, y una anchura que va desde los 600 m en su parte más estrecha, a los 80 km en la más ancha (los números desde luego que son impresionantes). El río apenas tiene 5.000 años de antigüedad, surgido en la última glaciación, la de Wiscosin.  


El Vieux Port, que durante el siglo XIX fue uno de los puertos interiores más importantes de Norteamérica, entró en declive a principios del siglo XX con la aparición de los grandes cargueros y del avión; trasladándose la actividad a Vancouver, en la costa este, con mayor facilidad para el comercio con Asia, y a New York, en la costa este. A finales de la década de 1980 comenzó su transformación y se ha reconvertido en una zona de ocio, con paseos junto al río que son agradables de disfrutar.  


Del Quai de l’Horloge se pasa al parc du bassin Bonsecours, con vistas al Marché Bonsecours


En este parque se encuentra el pavilion du bassin Bonsecours, de reciente construcción, 1991-1992, y que nos pareció ser un lugar de realización de eventos, y posiblemente de copas nocturnas.  


El parque y el bassin (estanque) están rodeados por una pasarela de madera que lo comunica con el quai Jacques Cartier, pasarelas por la que caminamos sintiendo el frescor del rio, que se agradecía un montón por el día caluroso.  



En el bassin Bonsecours se pueden alquilar patinetes para pasar el rato, que no es que se muy grande el estanque pero para las familias puede resultar simpático.  


Hacia detrás dejamos la Tour de l’Horloge, el pont Jacques Cartier y el parque de atracciones de la Île de Sainte Hélène.  


Y hacia nuestra derecha, la Chapelle de Notre Dame de Bonsecours, desde esta visión más marinera todavía. 


Entramos en el Quai Jacques Cartier, el corazón del viejo puerto, donde se realizan diferentes actividades lúdicas y donde se pueden comprar los tickets para realizar travesías por el río, como la que haremos en el Bateau Mouche. En este muelle se sitúa el pavilion Jacques Cartier, construido en 1991-1992, una zona de tiendas y restaurantes, así como punto de información, desde el que se tienen buenas vistas del río y de la ciudad, pero no subimos para comprobarlo.


El muelle está frente a la place Jacques Cartier