3 de mayo de 2017

Costa Rica - Historia



El país verde paz

Como ya es costumbre, antes de empezar a viajar por el país que hemos tenido la suerte de conocer en la medida de nuestros días, daremos un repaso por su historia, pero antes vamos a situarnos geográficamente. Costa Rica ocupa un lugar privilegiado en el corazón de Centroamérica, con 51.000 km2 de extensión -diez veces menos que la extensión de España para hacernos una idea mejor-; su anchura máxima es de 280 km y de norte a sur no pasa de 480 km. Limita al norte con Nicaragua, al este con el mar Caribe, al sureste con Panamá y al oeste con el océano Pacífico. Está formada por siete provincias, que a su vez se dividen en cantones y estos en distritos colegiados. 



Los primeros habitantes del territorio que ocupa Costa Rica llegaron del norte hacia el 10.000 a.C., pero la región y su escasa población no llegaron a desarrollar complejas estructuras sociopolíticas ni arquitectónicas como las sociedades que se crearon al norte y al sur de ella. Además los pueblos no se unieron, permanecieron enfrentados bajo la autoridad de caciques rivales. 


El pueblo más desarrollado fue el de los chorotega, establecidos en la actual Guanacaste, que eran originarios del norte de México. Tenían una avanzada cultura agrícola, disponían de escritura y calendario, hablaban el nahua (lengua azteca), tenían un rígido sistema social con aristócratas y esclavos, y un sangriento culto religioso –con sacrificio de vírgenes cada plenilunio-. 


Los corobicí se organizaban en pequeños grupos de cazadores y agricultores, que dominaban el Valle Central. Llegaron a ser excelentes orfebres y establecieron la única ciudad precolombina de cierta importancia, Guayabo, al pie del volcán Turrialba. 


Los cabécar y los guaimí vivían más al sur, en Talamanca, siendo recolectores. 


Los boruca, los chibchas y los diquis habitaban en el sudoeste; los bribrí, los caribes y los kekoldis vivían en la costa caribeña. Estas tribus eran cazadores y pescadores seminómadas. 


Cristóbal Colón fue el primer europeo que llegó a lo que hoy es Costa Rica, fondeando junto a la costa caribeña el 18 de septiembre de 1502, durante su cuarto viaje, obligado a fondear cerca de la actual ciudad de Puerto Limón porque un huracán dañó su barco. Colón llamó a la región La Huerta, y llegó a abrigar grandes esperanzas en cuanto a su riqueza, ya que durante sus incursiones en la zona afirmó que había visto “más oro en dos días que en cuatro años en La Española”. Finalmente, Colón bautizó el litoral que va de la actual Honduras hasta Panamá como Veraguas. 


El primer intento de asentamiento fue en 1506, y fue desastroso. Colón pidió a la corona española que le nombrara gobernador de estas tierras, pero decidieron nombrar gobernador a Diego de Nicuesa, rival de Colón, enviándole al frente de una expedición para tomar posesión de la costa caribeña, y además descubrir el oro indígena. La flota zozobró junto a la costa de Panamá, y la expedición tuvo que seguir el viaje hacia el norte por tierra, a través de la selva, y cuando llegaron al destino, el recibimiento no fue cordial, sucumbiendo ante las tribus, el ambiente malsano de las ciénagas y las enfermedades tropicales. 


El término Costa Rica apareció por primera vez en 1522, cuando el capitán Gil González Dávila partió de Panamá en misión colonizadora y llegó a la región; a su encuentro salieron dignatarios indígenas con adornos de oro, por lo que el conquistador asoció estas adornos con riqueza y llamó al lugar Costa Rica. La expedición de Gil González Dávila terminó corriendo el mismo destino que la de Diego de Nicuesa. 


A partir de 1513, cuando Vasco Núñez de Balboa descubrió el océano Pacífico, los españoles se concentraron en la exploración de esta costa. Balboa reclamó el océano y los territorios limítrofes para el rey de España. En 1524, Francisco Fernández de Córdoba estableció una colonia en la costa cerca de la actual Puntarenas. 



En Costa Rica los españoles no encontraron ni plata ni oro, por lo que se dedicaron a esclavizar a los indígenas para que trabajaran en las minas, y con ello estos pueblos iniciaron su decadencia. Pero a pesar de esta actividad minera no llegaron a establecer una colonia permanente. 


En 1543 se creó la Capitanía General de Guatemala, o Reino de Guatemala, que abarcaba los territorios desde el istmo de Tehuantepec, en Yucatán, hasta los cenagosos llanos del sur de Panamá, incluyendo Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y el estado mexicano de Chiapas. 


En 1562, Juan Vázquez de Coronado fue nombrado gobernador y fundó la ciudad de El Guarco, a orillas del río Reventazón, que luego se llamó Cartago, que fue la primera capital de Costa Rica. Coronado usó más la diplomacia que las armas con los indígenas, y El Guarco fue la base desde la que se exploraron los territorios al sur y al oeste. Costa Rica se convirtió en una provincia del Virreinato de la Nueva España, que comprendía los territorios del imperio español en América del Norte, Central, el Caribe y Asia. 


En los años siguientes al gobernador Vázquez de Coronado, los soldados españoles recibieron en propiedad vastas fincas, llamadas encomiendas, en las que sometían a los indígenas, que sucumbían a las enfermedades europeas –viruela, paperas y tuberculosis-. La gran pandemia de 1610 a 1660 fue un último golpe para la población indígena, y los supervivientes huyeron a las montañas del interior, de modo que los colonos españoles se encontraron sin mano de obra para crear grandes haciendas como hacían en otros lugares. La excepción de esta situación se encontró en los llanos de Nicoya, la actual Guanacaste, que pertenecían a la misma jurisdicción que Nicaragua, donde se establecieron haciendas ganaderas, donde trabajaban los chorotega. 


En 1723 el volcán Irazú entró en erupción y destruyó la ciudad de Cartago. En 1737 se funda la ciudad de San José y entra en rivalidad con Cartago por la capitalidad del país, que culmina en una guerra civil que terminó en 1823, con la victoria de la primera. En general,  el resto de los asentamientos fundados eran escasos y modestos, con pequeños propietarios. 


Situación especial se dio en los llanos caribeños. Piratas y mercaderes ingleses, holandeses y franceses incursionaron durante tres siglos en la zona, y a causa de esta piratería, los españoles cerraron el puerto de Limón, ahogando el comercio legal, favoreciendo el contrabando y la creación de puertos clandestinos ingleses. 


Costa Rica era como una Cenicienta entre las colonias españolas, recibiendo escasa atención oficial, por lo que no llegó a sufrir los rigores del poder colonial, manteniéndose al margen del movimiento independentista que creció en toda América desde finales del siglo XVIII. 


La Guerra de la Independencia de España de 1808, con los vacíos de poder durante este tiempo, llevó a España a perder casi todas sus posesiones coloniales. Cuando el 15 de septiembre de 1821 América Central accede a su independencia, a la zaga de México, la noticia tardó un mes en llegar a Costa Rica, donde un consejo provisional aprobó la unión con México. 


En 1823, las provincias de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua formaron una federación, las Provincias Unidas de Centroamérica, con capital en la ciudad de Guatemala, pero manteniendo la autonomía de cada uno de estos estados (en aquel momento Panamá formaba parte de Colombia). Esta federación provocó una breve guerra civil en Costa Rica, donde los dirigentes de Cartago y Heredia eran partidarios de mantener la unión con México, mientras que los dirigentes de San José eran federalistas. El 5 de abril de 1823 los federalistas vencieron en la batalla de Ochomongo y Costa Rica se incorporó a Las Provincias Unidas de Centroamérica. 


Si América Central se sumió en un torbellino de guerras civiles bajo el dominio de las elites locales, Costa Rica fue un escenario diferente, ya que las diferencias de clase eran relativamente poco acusadas, surgiendo instituciones que hicieron posible la resolución de las tensiones sociales a través de reformas. 


Para rematar el clima tenso en América, la Doctrina Monroe declara formalmente las intenciones de EEUU de ser el país dominante en el hemisferio occidental, a pesar de las protestas europeas. 


En 1824, en Costa Rica se elige al maestro Juan Mora Fernández como el primer Jefe de Estado, y durante su liderazgo se promovió la construcción de la nación, con nuevas poblaciones y carreteras, la publicación de un periódico y la acuñación de la moneda. En este mismo año, la región de Nicoya Guanacaste se separa de Nicaragua y se une a Costa Rica, aunque la voluntad de la región desde entonces es ser independiente de ambos países. 


Las tensiones en las Provincias Unidas condujeron a su disolución en 1839, un año después de que el dictador Braulio Carrillo, impuesto como Jefe de Estado por los militares de San José, se retirase de la federación y declarase la independencia. 


En aquellos tiempos, la moda de beber café hacía furor en Europa. Las condiciones climáticas y el suelo del Valle Central hacían del terreno un lugar ideal para el cultivo del café, y tanto Mora como Carrillo lo impulsaron mediante la concesión de parcelas a inmigrantes europeos, con los que llegaron las ideas liberales de la época. Costa Rica fue la nación pionera en cultivar café, transformando al hasta el momento empobrecido país en el más rico de la región. En 1830, el café, llamado ya “el grano de oro”, ya era la principal exportación del país. Con el tiempo, este rentable comercio quedó concentrado en manos de unos pocos cafetaleros, que empezaron a dominar la escena política, y en 1849, depusieron al primer presidente del país -ya la República de Costa Rica, proclamada en 1847-, el progresista José María Castro y colocaron a Juan Rafael Mora, uno de los suyos, y pariente de Juan Mora Fernández. 


Al principio los productores de Costa Rica exportaban su cosecha a Sudamérica, donde se procesaban los granos y de ahí se enviaban a Europa, pero en la década de 1840 los comerciantes ya disponían de instalaciones adecuadas y el gran paso llegó cuando convencieron al capitán del HSM Monarch para que transportara cientos de sacos de café a Londres. 


El café de Costa Rica llegó y triunfó. Las posibilidades de negocio atrajeron a una oleada de empresarios alemanes, que dieron un nuevo impulso técnico y financiero al sector. Hacia finales del siglo XIX, más de una tercera parte del Valle Central se dedicaba al cultivo del café, que suponía además más del 90% de las exportaciones y el 80% de las ganancias del país en moneda extranjera. 


Con el auge del café surgió una elite cafetalera que se llevaba los beneficios de la exportación, pero que carecían de tierras. Los pequeños agricultores se convirtieron en los principales productores, y los barones monopolizaron el procesamiento, la comercialización y la financiación, por lo tanto, los subsodichos beneficios. Esto fue diferente al resto de América Central, donde además una pequeña elite controlaba grandes fincas con campesinos arrendatarios. 


Los mandatos de Juan Rafael Mora estuvieron caracterizados por la prosperidad económica y por un curioso episodio. El presidente de Estados Unidos, James Buchanan, se proponía abrir a través de Nicaragua un canal entre el océano Pacífico y el Atlántico, pero el presidente nicaragüense pedía un precio exorbitante. Así que ni corto ni perezoso, Buchanan respaldó la iniciativa del aventurero William Walker, que en junio de 1855 desembarcó con sus mercenarios en Nicaragua, llegando a deponer al presidente y se autoproclamó presidente del país aprovechando la guerra civil que vivía el país. En noviembre de 1856, Walker invadió Guanacaste, aunque Mora había adivinado sus intenciones y reunió un ejército de 9.000 voluntarios para combatirlo, que vencieron a los filibusteros de Walker en Santa Rosa. Walker huyó a la localidad nicaragüense de Rivas, refugiándose en un fuerte, pero el tamborilero costarricense llamado Juan Santamaría dio su vida para incendiar su refugio, y de esta manera ascendió a la categoría de héroe póstumo. 


Esta pequeña guerra dio paso a un periodo de militarismo, durante el que los cafetaleros utilizaron a los generales para mover los hilos del poder. Mora fue derrocado por su cuñado después de que este propusiera crear un banco nacional independiente de los grandes cafetaleros. 


En 1870, mediante elecciones, llegó a la presidencia el general Tomás Guardia, de talante reformista, estableciendo un gobierno central viable que controló a los cafetaleros y a sus militares, que invirtió los ingresos generados por los impuestos del café en obras públicas y favoreció la construcción de un ferrocarril para unir San José con el Atlántico, para facilitar el comercio del café. 


En 1889, el presidente Bernardo Soto convoca las primeras elecciones limpias del país, demócratas y con participación popular, en las que se presentó a la reelección, pero que dieron la victoria a su oponente, al que se negó entregar el poder y el pueblo se lanzó a la calle, movilizados en parte por la Iglesia. 


La línea férrea, que conectaba las tierras altas centrales con la costa caribeña, Puerto Limón, no fue inaugurada hasta 1890. El tendido de la vía fue un desastre, la malaria y los accidentes mataron a muchos obreros: costarricenses, reclusos estadounidenses, sirvientes chinos y esclavos jamaicanos liberados. El proyecto fue llevado a cabo por Minor Keith, un aventurero estadounidense, al que el gobierno le cedió 3.200 km2 de terreno adyacentes a la vía, y además le ofreció una concesión de 99 años para la gestión del ferrocarril. Keith comenzó a plantar bananas junto a las vías como fuente de alimentación barata para los obreros, y como negocio paralelo, envió unos cuantos plátanos a Nueva Orleans que fue todo un éxito. A principios del siglo XX los plátanos superaron al café como exportación más lucrativa, y Costa Rica se convirtió en el primer exportador de bananas del mundo, pero sus beneficios no se quedaron en el país, salieron fuera de él. 


Keith se unió a otro importador estadounidense para fundar la United Fruit Company, que dominó la economía y la política de América Central durante varias décadas. La compañía atrajo una oleada de inmigrantes de Jamaica, lo que alteró la composición étnica del país y provocó tensiones raciales. 


Mientras tanto, el proceso democrático del país se veía entorpecido por presidentes que cercenaban la Constitución o mandaban al exilio a sus rivales. Cuando en 1917, el presidente Alfredo González Flores propuso un sistema fiscal progresivo, los cafetaleros propiciaron un golpe de estado encabezado por el ministro de la Guerra, Federico Tinoco, que suspendió la Constitución, pero el pueblo salió a la calle y el dictador fue derrocado sin incidentes. 


El cambio llega con el presidente Rafael Ángel Calderón, que promulgó una serie de reformas, incluyendo la fiscalidad progresiva, un sistema de seguridad social y un código de derechos de los trabajadores, con el establecimiento de un salario mínimo y una jornada de ocho horas. Antes de su llegada a la presidencia, en 1934 las condiciones impuestas por la United Fruit Company condujeron a una sangrienta huelga de cuatro años. Calderón se encontró con la oposición de la aristocracia rural a los cambios, incluidos los cafetaleros de origen alemán, cuyas tierras confiscó cuando Costa Rica declaró la guerra a la Alemania nazi. El programa de gasto público de Calderón combinado con el estancamiento de la economía condujo a la inflación, perdiendo con ello el apoyo popular. 


En las elecciones de 1944 Calderón intentó una alianza con los comunistas y la Iglesia, formando el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), unión del Partido Republicano Nacional y del Partido Vanguardia Popular; mientras los dirigentes sindicalistas pactaron con las elites empresariales y rurales, a los que se unieron los intelectuales urbanos, formando el Partido Socialdemócrata. 


Calderón elige como sucesor para la presidencia a Teodoro Picado, que ganó las elecciones, aunque Calderón se vuelve a presentar en las de 1948, elecciones que gano un tercer aspirante, Otilio Ulate, pero Calderón las impugnó por fraude: el edificio donde estaban depositados los votos fue incendiado y el parlamento, de mayoría calderonista, anuló las elecciones. La guerra civil estalla el 10 de marzo de 1948. 


Tenemos que retroceder en el tiempo para introducir la figura de José María Figueres Ferrer, hijo de cafetaleros catalanes, que tras estudiar en Boston, a su regreso a Costa Rica, fundó una plantación de café en una utópica comunidad socialista. Criticó abiertamente al presidente Calderón, la policía le detuvo mientras realizaba una entrevista en la radio, y fue deportado a México, tiempo en el que formó la Legión del Caribe, una asociación de rebeldes democráticos de toda América Central, decididos a derrocar a todos los dictadores militares de la región. 


José Figueres es conocido como “Don Pepe”, y cuando pudo regresar en 1944 a Costa Rica, volvió a sus críticas contra el gobierno y a intentar deponerlo. Fundó un variopinto ejército, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, que se entrenaba en su finca situada en las montañas, en Santa María de Dota. Tras el escándalo de las elecciones de 1948, los insurgentes tomaron Cartago y Puerto Limón. El gobierno, confiado, solo opuso una fuerza de hombres mal entrenados –reclutados entre los macheteros de las plantaciones de banano- y peor armados –armas obtenidas del gobierno nicaragüense de Somoza-. Durante 40 días, las dos fuerzas libraron numerosas escaramuzas, dejando más de 2.000 muertos. Cuando los hombres de Figueres se disponían a tomar San José, las penosas fuerzas gubernamentales se rindieron. 


Figueres constituyó la Junta Fundacional de la Segunda República, que gobernó el país durante 18 meses, tras lo cual Figueres convocó a Otilio Ulate y le cedió el poder. 


En las elecciones de 1953 ganó José Figueres como líder del Partido de Liberación Nacional (PLN), partido fundado en 1951. Asombró al mundo cuando disolvió el ejército y declaró la neutralidad de Costa Rica citando a H.G. Wells, “El futuro de la humanidad no puede incluir las fuerzas armadas”. Figueres era un cruzado contra el comunismo y la corrupción, ilegalizó el Partido Comunista, redactó una nueva Constitución e inició una serie de reformas sociales, construyendo un Estado del Bienestar; derogó las leyes de discriminación racial, concedió el voto a las mujeres, nacionalizó la banca y las compañías de seguros, estableció impuestos para los ricos, impuso limitaciones a los mandatos presidenciales y creo la corte electoral, un organismo independiente para supervisar las futuras elecciones. Hoy, su régimen es considerado la base de la democracia sin armas de Costa Rica. 


Figueres se ganó las iras de su enemigo, el presidente nicaragüense Somoza, y los dos países tuvieron un breve conflicto en 1955, cuando tropas nicaragüenses atacaron Guanacaste y fueron derrotadas en La Casona, tal y como ocurrió anteriormente con el filibustero estadounidense William Walker en 1856. 


La posguerra se caracterizó por la estabilidad política y la prosperidad económica. Los gobiernos del PLN aplicaron programas conservadores, favorables a los empresarios; y los gobiernos socialdemócratas impulsaron el Estado del Bienestar. En la década de 1970, los funcionarios públicos constituían una cuarta parte de la población activa, se produjo un estancamiento económico por la gran devaluación de la moneda, se padeció una inflación devastadora, todo ello sumado a la tremenda caída de los precios mundiales del café, los plátanos y el azúcar. La crisis económica se vio empeorada por la crisis política nicaragüense, que consumió a la región durante una larga y sombría década. 


Durante las décadas de 1970 y 1980, la soberanía de los países de América Central quedó cercenada por EEUU, que utilizó la “diplomacia” del dólar, además de las armas, para acabar con el ascenso político de los socialistas, principalmente en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. 


En la década de 1970, el nicaragüense Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) declaró la guerra al régimen derechista de Somoza. El gobierno costarricense del presidente Rodrigo Carazo permitió a los sandinistas establecerse en Costa Rica, y cuando las fuerzas aéreas de Somoza empezaron a realizar incursiones a través de la frontera, Carazo intentó clausurar los campamentos sandinistas, pero también rompió relaciones diplomáticas con Nicaragua y confiscó las fincas que la familia Somoza poseía en Guanacaste. 


Un dato importante es que en 1977 se aprueba la Ley Indígena, que reconocía a las comunidades indígenas como propietarias de sus territorios, pero hasta 1994 no tuvieron derecho al voto. 


El 19 de julio de 1979 los sandinistas entraron en Managua y los partidarios de Somoza, respaldados por EEUU, se exiliaron en Costa Rica, donde encontraron apoyo en los grandes hacendados de Guanacaste. Los exiliados formaron el Frente Democrático Nicaragüense (FDN), más conocido como La Contra. Los EEUU, Con Ronald Reagan de presidente, alarmados por los vínculos sandinistas con la URSS y Cuba, decidieron que había que intervenir, y bajo el mando de Oliver North ayudaron a La Contra a instigar la guerra civil en Nicaragua (guerra que "supuestamente" además fue financiada con el tráfico de droga, con el consentimiento de North). 


El presidente de Costa Rica en 1982, Luis Alberto Monge Álvarez, intentó permanecer neutral, pero la situación económica del país era bastante crítica, y los EEUU lo presionaron para apoyar a La Contra. La CIA construyó pistas de aterrizaje y bases de aprovisionamiento junto a la frontera nicaragüense, y EEUU envió asesores para militarizar a la policía costarricense (recordar que el país no tenía ejército). 


La fuerza área sandinista bombardeó las bases de La Contra, mientras que grupos paramilitares costarricenses cometieron atentados en el país, que pretendieron atribuir a los sandinistas. Costa Rica se estaba desviando de la neutralidad. 


La guerra nicaragüense y sus consecuencias en Costa Rica polarizaron el país. Los conservadores pretendieron restablecer el ejército, por supuesto con el apoyo de EEUU, y así unirse a la cruzada anticomunista. En mayo de 1984, más de 20.000 personas se manifestaron en San José para pedir la paz. 


En febrero de 1986 se celebran elecciones, que gana Óscar Arias, intelectual reformista al estilo de Figueres, su mentor político. Arias expulsó a La Contra, y los escolares plantaron árboles en las pistas de aterrizaje de la CIA; además trabajó intensamente por la paz en la región (El Salvador y Guatemala también vivían sangrientos conflictos). En febrero de 1987, Arias presentó un plan de paz, que firmaron los cinco presidentes centroamericanos a pesar del boicot de la administración Reagan; y por ello Arias recibió el premio Nobel de la Paz en 1987. Sabias palabras de Arias fueron: “convencido de que los riesgos que corremos en la lucha por la paz siempre serán menores que el coste irreparable de una guerra”. 


La guerra de Nicaragua produjo que entraran en Costa Rica alrededor de 250.000 refugiados nicaragüenses, suponiendo un coste económico tremendo para el país. La confianza internacional se resintió, se produjo una fuga de capitales  y una caída del 60% del comercio. El país estaba en bancarrota, y entre 1960-1980 Costa Rica financió su desarrollo contrayendo una enorme deuda externa; aunque en 1981 fue el primer país en incumplir sus pagos, lo que suscitó una crisis bancaria en toda América. En 1989, con una deuda de 5.000 millones de dólares, Costa Rica tenía el dudoso mérito de ser el país del mundo con mayor deuda por habitante, y se imponía una fuerte dosis de austeridad económica para devolver al país estabilidad y progreso económico. 


En febrero de 1990 asume la presidencia Rafael Ángel Calderón Fournier, hijo del anterior presidente Calderón, que tomó medidas para reducir el déficit y la enorme deuda externa del país; y además tuvo que hacer frente en 1991 a un gran terremoto. Su sucesor fue José María Figueres, hijo de Figueres, que presionado por el FMI y el Banco Mundial siguió practicando la austeridad, y en 1995 se produjo la mayor manifestación en el país, saliendo más de 100.000 personas a las calles. Para seguir empeorando las condiciones, en julio de 1996 el huracán César devastó el país, ya que entró por el Caribe y salió por el Pacífico. 


En 2006, Óscar Arias vuelve a ser presidente, y en 2007 ratifica el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Centroamérica. De 2010 a 2014 es elegida Laura Chinchilla, la primera mujer presidente de Costa Rica y la quinta de América Latina. En 2014 es elegido Luis Guillermo Solís, al retirarse su rival de la campaña durante la segunda vuelta, ya que dio por pérdida la votación. 


Como dato final sobre la presidencia de Costa Rica, de los 47 presidentes que han gobernado desde 1970, 33 han sido descendientes de las mismas tres familias.