11 de julio de 2017

Costa Rica - Arenal (La Fortuna) - Puentes Colgantes Místico



Caminando sobre los árboles

Comidos, descansados, aseados, a las 14 h estamos de nuevo en la recepción del hotel Nayara Springs para realizar la segunda excursión del día, que haremos en compañía de una familia estadounidense (creo que quieren reforzar y aumentar nuestro nivel de inglés de forma indirecta). Desde la furgoneta volvemos a ver el volcán Arenal, que parece más destapado de nuebes que esta mañana en el Parque Nacional Volcán Arenal, pero estas son más extensas y grisáceas, de las que preceden a la lluvia.


Llegamos a los Puentes Colgantes Místico, vamos a caminar por puentes sobre los árboles. A la entrada del complejo una pareja de indígenas nos reciben, cada uno con una mascota, lo que parece ser un mono y una iguana.



El sendero a recorrer tiene una longitud de 3,2 km, por lo que no es una gran distancia, y está siendo adecuado en algunos tramos para que las sillas de ruedas también puedan acceder en gran parte del camino (muy bien hecho).

La vegetación es uno de los objetivos, y ahí están las bonitas heliconias, en esta ocasión peludas.



¡A caminar!



De nuevo una bola de pelo ante nuestros ojos, un perezoso en un árbol, pero ahora mi tristeza por no verlo la comparto con otra española que no se cree que el animal esté allí, pero yo soy más crédula y confío en la veracidad del guía, además de distinguir con el objetivo de la cámara la bola de pelo, así como confío en que algún momento podremos ver uno entero, con su carita, y esta suerte la tendremos  en la Reserva Biológica Bosque Nuboso de Monteverde y en el Parque Nacional Manuel Antonio. .



A falta de animales, más vegetación, un impresionante árbol, pero a nuestro guía no parece que la botánica le apasione y no nos lo presenta formalmente. Esto de los guías es una lotería, pueden ejercer de meros acompañantes o pueden disfrutar del bonito arte de la comunicación y la sabiduría, de modo que ellos enseñan y tú aprendes; cierto es también cada visitante es un mundo aparte.

 

Comenzamos a cruzar puentes, cada uno con su nombre, de animal o de vegetal o de formación natural, y en su cartel de presentación, la altura a la que se encuentra y su longitud. Además nos piden silencio, no hay que molestar a los verdaderos dueños de este lugar.



No todos los puentes son colgantes, largos y se cimbrean, algunos son bien firmes y cortos.




Sigamos disfrutando de la bonita vegetación que nos acompaña, aunque sigamos desconociendo sus nombres.



¡Anda mi madre! En ese agujero que nos ilumina el guía hay una espectacular tarántula, mejor no molestarla. Debe ser una vieja conocida de los guías y saben dónde encontrarla, en su casa. 



La vegetación es bastante tupida, con árboles muy altos.



Y entre ellos la curiosa palma caminante, que es capaz de moverse por el suelo ¡hasta 2 m!
 


Y así caminando vamos pasando un puente tras otro, en total hay 16.



Las hormigas corta hojas son las más trabajadoras, están suben y bajan por un árbol sin parar.



El primer puente cimbreante es el llamado Puente Vista Arenal, a 45 m de altura y con 75 m de longitud. ¡Vaya que se movía!





¿Su nombre?, pues el volcán ha desaparecido de nuestra vista, desgraciadamente, porque desde aquí sería realmente hermosa, pero allá, tras las nubes, está la bestia durmiente. 





Tras las fotos de rigor, sin volcán, salimos del puente.


 

Seguimos caminando y cruzando puentes, con nuevas vistas.





Hasta que llegamos al puente La Catarata, a 45 m de altura y de 92 m de longitud. Curiosamente no se ve ninguna catarata desde el puente.






 

Desde esta altura lo que se pueden ver mejor son las plantas epifitas. 





Continuamos nuestro paseo, de solo vegetación, porque por no salir no salen ni los típicos monos aulladores, que suelen salir a buscar al visitante y caminan sobre los pasamanos de los puentes.





Llegamos a un punto de bifurcación del camino, unos 45 m para llegar a la mencionada catarata, que recibe el nombre de Morpho Azul, que no es espectacular pero la verdad es que los saltos de agua siempre son agradables de ver, y de oír.





Continuamos el camino y llegamos al puente Hormiguero, a 14 m de altura y de 15 m de longitud.




De nuevo la colorida vegetación que nos rodea.




Cruzamos el puente-túnel Serpiente Mano de Piedra.




En una de las ramas sale a despedirnos un pavón grande.



Hasta aquí llegan las fotografías, porque de repente las nubes descargan todo el agua que contenían con una fuerza arrolladora. Guardamos las cámaras, nos ponemos las capas de agua (menos mal que iban en la mochila) y dejamos de hacer fotos. Pasamos el puente Terciopelo, a 24 m de altura y de 48 m de longitud, y solo nos faltaban por pasar algunos puentes menores y el puente El Tolomuco, a 24 m de altura y 97 m de longitud, que atravesamos corriendo –no recomendable por el cimbreo-, ya no por el agua que caía sobre nosotros, sino por la tormenta eléctrica, que este puente es metálico. Menos mal que llevábamos las capas de agua y son largas, porque la tromba de agua que recibimos en tan poco tiempo fue tremenda y nuestros cortos chubasqueros no hubieran servido de mucho.

Los puentes y las pasarelas sobre los bosques siempre te ofrecen una visión más amplia de los mismos, y este paseo resulta muy gratificante, por lo menos en el aspecto paisajístico y vegetal, que en el animal ha sido escaso en comparación con otros paseos, pero es que los animales ya sabían lo que traían esas nubes grises.