16 de marzo de 2014

Chile - Parque Nacional Torres del Paine - Lago Sarmiento - Torres del Paine - Laguna Amarga - Cascada Paine



Las tres torres

Después de nuestra visita didáctica a la cueva del Milodón continuamos viaje. Vamos al Parque Nacional Torres del Paine (18.000 CLP), creado el 13 de mayo de 1959 con una extensión de 181.414 hectáreas, que antes formaban parte de una estancia de ovejas, con una sobreexplotación de pastos, bosques y fauna, y que a día de hoy ocupa 227.242 hectáreas, siendo uno de los parques nacionales más extenso de Latinoamérica y uno de los más visitados también. La Unesco lo declaró Reserva de la Biosfera en 1978. 


El parque dispone de más de 250 km de senderos, incluido el clásico circuito llamado “W”, que se recorre entre cuatro y siete días (depende de las fuerzas y el ritmo de cada persona para unos 50 kms), y dispone de refugios donde acampar, aunque en temporada alta seguramente estén completos y una tienda de campaña será necesaria. 


En el paisaje hacia el parque vamos viendo grandes extensiones de pasto, ocupadas por estancias, muchas de ellas ofrecen alojamiento y excursiones a caballo, y es que hay que ampliar el negocio ganadero, y como alternativa a los visitantes creo que puede resultar interesante.




Vamos por la llamada Ruta Fin del Mundo, nombre que parece más especial de lo que lo es en realidad; imposible sacar el cartel con este rotulo con nitidez suficiente. Creo que la carretera por la que circulamos bordea el lago Toro, el más grande los lagos del parque, pero el guía no lo mencionó, por eso mis dudas, aunque por la ruta del mapa así lo parece. 




Por el camino seguimos viendo más estancias, con su ganado en los pastos, vacas y ovejas. 





Hacemos una parada en Cerro Castillo para tomar café, las evacuaciones necesarias, y si se quiere, también se pueden comprar souvernirs o ropa. 




Aquí se encuentra uno de los muchos pasos fronterizos de Chile con Argentina, el del Río Don Guillermo. 




Continuamos el viaje hacia el parque nacional y vemos una granja con ñandúes, poco a poco la fauna de Chile se va dejando ver. 




Y poco a poco las increíbles cumbres del Paine se hacen más cercanas. 




Paramos en el lago Sarmiento, que tiene un sistema cerrado, es decir, hay afluentes pero no hay drenaje, lo que provoca un ambiente salino (aumento de la concentración de aniones y cationes) en el que las cianobacterias (algas azules verdes) realizan el proceso de la fotosíntesis y precipitan calcio, produciendo esqueletos de calcio parecidos a los corales que reciben el nombre de microbialitas, y dentro de ellas los trombolitos, que se encuentran a orillas del lago. Estas estructuras comenzaron a formarse tras la última glaciación, hace 10.000 años, por lo que todavía no se pueden considerar como fósiles, deben superar esta edad (poco le queda). Como no nos acercamos al lago no vimos estas formaciones, pero en cambio disfrutamos del espléndido paisaje al frente. 



Las estrellas desde este mirador son las imponentes torres del Paine, y estamos de suerte porque en muchas ocasiones las nubes tapan su visión, y a pesar del día, que si ahora con sol, que sí ahora nublado, se dejan contemplar. 




El parque nacional recibe su nombre del macizo del Paine, un grupo de cumbres y agujas junto al Campo de Hielo Sur, entre la cordillera de los Andes (es un macizo independiente de esta cordillera) y la estepa patagónica. El macizo es producto de la erosión de los glaciares, el viento y la lluvia hace doce millones de años. 


Paine es una palabra tehuelche que significa azul, azul como los glaciares, icebergs, ríos y lagos que se encuentran en el parque. 


Continuemos con las torres, son tres: la central, con 2.460 m, la norte o Monzino, de 2.260 m, y la sur o de Agostini, de 2.500 m. Con las alturas hay cierto jaleo, veo diferentes números en varias fuentes (la oficial marca con 2.800 m la torre central, 2.248 m la norte, y 2.850 m la torre sur), y aunque sólo son cuarenta metros de diferencia entre las torres central y sur, la central al ojo y a la cámara nos parece más alta, y así figuraba también en algunas fuentes. 


A medida que avanzamos las torres asoman algo más entre el resto del macizo. 




Dejando aparte las alturas, son tres torres hermosas, como de un castillo de cuento (posiblemente pertenecía a la bruja) a las que nos hubiera gustado acceder de otra manera, no escalarlas porque no somos escaladores ni lo pretendemos a estas alturas de nuestra vida, pero sí realizar una caminata que llega hasta un mirador donde poder contemplarlas de manera más cercana, y con un gratificante paseo, pero siendo invierno, y sopesando las posibilidades, fue finalmente descartado por la meteorología que podíamos encontrarnos, así que nos hemos conformado con un recorrido por el parque en minivan parando en lugares emblemáticos con vistas maravillosas. 


Hacemos una parada rápida para conocer de cerca a uno de los camélidos que nos faltaba por conocer, a los bonitos guanacos (creo que entre las llamas, vicuñas y guanacos, su cara es la más dulce, se asemejan más a un peluche grande), cuyo pelo es de de color canela claro (marrón claro diríamos nosotros a lo bruto). Se les nota acostumbrados a la presencia humana porque solo se alejan un trecho corto de nosotros, y siguen con su comida y su paseo. 




Los guanacos estuvieron a punto de extinguirse por la llegada de los colonizadores europeos, pero tras más de una década de protección han conseguido su supervivencia, ¡afortunadamente!


Continuamos el camino en la minivan hasta la siguiente parada, en la laguna Amarga, cuyo nombre lo recibe por su alta concentración salina. La laguna forma parte de la misma parte cerrada por morrenas que el visto anteriormente lago Sarmiento, que reciben aportes de flujo pero no tienen drenaje. En esta laguna hay estructuras llamadas estromatolitos, formadas por algas verdeazuladas, que construyen un esqueleto en bicarbonato cálcico. En general, los estromatolitos tienen laminaciones de formas diversas, pero no los vimos ni los buscamos y por lo tanto no los fotografiamos. 





Complementariamente a la importancia geológica de la laguna, para estos ojos vuelve a ser imponente la visión de las torres del Paine





Continuamos el viaje por el parque, pena que sea motorizado para abarcar el mayor número de lugares aunque sea desde la lejanía, y seguimos encontrando más estancias en el camino, que por su apariencia exterior y arquitectónica están ancladas en el siglo XIX y principios del XX, por lo que a mis ojos tienen cierto carácter romántico y aventurero, extirpando la realidad histórica de la exterminación de los indígenas que por su implantación tuvo lugar. 


Las torres continúan acaparando el protagonismo. 




Nuestro guía Julián nos ofrece hacer un pequeño desvío para ir a la cascada Paine, cuya visita no estaba concertada en la excursión, y todos accedemos muy contentos, cuanto más veamos, mejor para nosotros. 





La cascada se encuentra entre la laguna Amarga, vista anteriormente, y la laguna Azul, a la que no llegaremos. Más que el propio salto de agua, que no es de gran altura, lo que llama la atención es la labor de erosión del agua en la especie de isla central, y los niveles de estratos que se pueden ver en ella. 






Aparte de verlas también podéis oír el sonido del agua. 


Aunque esto suene a repetitivo, ellas son las estrellas del parque, y por las que éste recibe su nombre, las torres, cuya torre sur ahora asoma algo más. 




Por supuesto que el mejor modo y medio de llegar a la cascada es por un sendero caminando. Nosotros continuamos la excursión motorizados. 



Proseguimos nuestra visita por el Parque Nacional Torres del Paine.

Un mapa del parque con detenimiento se puede encontrar en la página del propio parque, pero uno de situación de lugares visitables con claridad, sin necesidad de topografías: