30 de mayo de 2014

Chile - Valoración y enlaces



El país delgado (Pablo Neruda)

El viaje a Chile ha resultado espectacular, por su variedad de paisajes de norte a sur, desde la región de Atacama a las cumbres nevadas y los glaciares de la Patagonia. Una de las cosas buenas de los viajes, y normalmente siempre nos ocurre, será por nuestro optimismo viajero, es que la realidad supera a lo esperado, porque aunque viajemos informados a nuestra medida o a nuestros gustos, cuando lo vives en el destino todo resulta mejor, más especial, y eso a pesar de las maravillosas fotos que circulan por la red y que ya te hacen desear viajar más todavía.


Hacer un recorrido por el país a través de la carretera Panamericana y luego desviarse por las comarcales, eso sí, con mucho tiempo para dedicarle, tiene que resultar una experiencia maravillosa, porque a pesar de haber sido nuestro viaje intenso en lugares y sitios, sólo hemos podido conocer una mínima parte de todo lo que ofrece este país delgado, como lo llamaba Pablo Neruda. Un compañero de viaje llamaba al recorrido "los grandes éxitos", porque realmente hemos viajado por las zonas más viajadas del país, pero es que no teníamos más tiempo para desviarnos y conocer lo básico también es importante.


Santiago ha sido una bonita y agradable sorpresa, no será una megaciudad como seguramente lo sean Buenos Aires o México D.F. (no las conocemos), pero nos ha parecido muy interesante, y al trabajo de reconstruirla con bastante continuidad debido a los terremotos se une el trabajo de mantener sus edificios, ya sean emblemáticos o no, en buen estado y libre de las pintadas que tanto parecen gustar en Chile. 


Isla de Pascua, uno de nuestros mitos viajeros que finalmente hemos podido visitar, es el misterio, y ha sido increíble poder llegar a conocer parte de ellos y de la isla. No solo son moái, que son muchos y todos ellos maravillosos, también es un precioso paisaje de mar, y sobre todo, que nos ha aportado mucha paz y tranquilidad, con lo que si viviéramos en Santiago podría ser un perfecto destino de relax. 


San Pedro de Atacama y su desierto, la sequedad y la sal, pero también la vida en un medio aparentemente hostil, en el que te encuentras mucho más que arena y roca. Colores, naturaleza, fauna y flora. 


Puerto Varas y alrededores, el agua y el verde, infinitos los dos, un lugar donde practicar deportes o a aventurarse a practicarlos, o sencillamente disfrutar de sus paisajes con tranquilidad y calma, a gusto del consumidor. 


El sur patagónico, la maravilla de la fuerza de la naturaleza, Torres del Paine y los glaciares del Campo de Hielo Sur, no hay palabras para describirlos, ni siquiera las fotos pueden transmitir todo lo que se siente en esta naturaleza salvaje y nada agreste a pesar de sus picos y su frío. 

Algunas páginas que me sirvieron para recopilar información y mapas. 

Meteorología:



Enlaces para Chile en general: 







 Enlaces para Santiago:


Autobús hop on-hop off y excursiones a los alrededores de Santiago (no utilizamos ni el autobús ni contratamos sus tours, así que no sé su efectividad o calidad)


Enlaces San Pedro de Atacama:






Enlaces para Región de Los Lagos  (Puerto Varas y alrededores):





Enlaces para Patagonia:



Enlaces para Isla de Pascua:







28 de mayo de 2014

Chile - Vuelo de Santiago a Madrid



Volviendo a casa

El camino desde el restaurante La Vaquita Echá al aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez de Santiago se complicó más de lo que le hubiera gustado a Luis, nuestro conductor y ya casi amigo, porque tomó una carretera que pensaba estaría menos colapsada que la que suele tomar generalmente para este trayecto y resultó todo lo contrario, una caravana de coches infinita, así que cuando salió a la autopista no tuvo de otra que correr un poquito más, pero tampoco como para ir preocupados por nuestra seguridad, con lo que llegamos a nuestra hora sin problemas, que era mi preocupación cuando reservamos la excursión, si incluir comida o no, pero es que cuando se está pasando un buen rato cuesta mucho cortarlo, y Luis ha sido nuestro chófer pero también ha resultado ser una excelente compañía. 


Facturamos las maletas sin problemas, no están sobrecargadas de peso, y no tenemos sorpresas con nuestros billetes, tal y como se emitieron el día anterior se mantienen, nada de overbooking o cambios de asientos como en el vuelo de ida, pero claro, es que ayer los emitimos en el aeropuerto y ya sería demasiado que nos los volvieran a cambiar. 

No tenemos que pasar demasiado tiempo en el aeropuerto, y el que tenemos lo aprovechamos para cambiarnos de ropa y para refrescarnos la garganta, que en esta ocasión ni preguntamos por las duchas de la sala VIP, aunque no me pareció verlas. Una sala VIP de las más tristes que hemos conocido, y escasas en todo, incluso la del aeropuerto de Siem Reap de Camboya le daba unas cuantas vueltas; y por ello no hay fotografías de la sala, porque ni siquiera pensé en la entrada del blog (tengo que apuntar en mi cabeza hacer fotografías de más lugares). 


Con unos minutos de retraso, el vuelo estaba programado para las 18.05, salimos de Santiago y nos despedimos de Chile. 


Ya en el avión nos pedimos el último pisco sour chileno. 




Aparte del último periódico nacional chileno también me pido la versión chilena del ¡Hola!, algo de prensa rosa para conocer quién es quién en la alta sociedad chilena aparte de los clásicos nacionales e internacionales. No me preguntéis porque no recuerdo a nadie, es lo que tiene esta prensa, que es insustancial. 




Vuelvo a disfrutar de un bonito atardecer con sus colores anaranjados y rojizos. 





Nos despedimos de la casi siempre compañía aérea de las montañas nevadas. 





Llega la hora de la cena, y en el primer plato hay diversidad de opiniones: para él, sopa de puerros al vino blanco; para ella, salmón ahumado con ensalada de zucchini (calabacín), pepino y mango





En el segundo hay unanimidad, pappardelle con salsa de funghi porcini, prosciuto y aceitunas verdes



No recuerdo si tomamos vino para acompañar la comida, pero creo que él se decantó por la cerveza y ella por simple y natural agua. 


Terminada la cena es hora de intentar dormir, y me encuentro con que mi asiento se queda atascado en una posición intermedia… ¡cielos, menudo viajecito me espera!... a mi llamada viene la azafata y con cuatro meneos y cuatro tirones consigue colocarlo en su posición de asiento y luego en su posición  cama… ¿volverá a su posición de asiento? Pues lo consiguió otro asistente de cabina porque volvió a quedarse atorado al intentar colocarlo en su posición para el desayuno, con lo que este asiento necesita una buena revisión porque gastarse el dinero para ir tumbado y que no se pueda hacer conllevaría reclamaciones, que no tengo yo muy claro que se consiguiera mucho. 


A las 13.30 comenzamos a sobrevolar los alrededores de Madrid, sobrevolando si no me equivoco el embalse de El Atazar.




Y diez minutos más tarde aterrizábamos en el aeropuerto madrileño de Barajas. 




No recuerdo si en algún momento, si en algún viaje, he comentado que me gusta la arquitectura de la T4, quizás el exterior es excesivamente plano, roto por la ondulación del tejado, pero la sensación del interior, su amplitud, luminosidad, y el hecho de caminar entre “árboles” de colores, que son lo que me parecen las columnas,  provoca estar a gusto, eso sí, cuando no hay retrasos, porque entonces se suma el cansancio y la mala “baba”. 



Chile, gracias por todo lo que nos has ofrecido, gracias a las personas que se han encargado de hacerlo. Para despedirnos una gran canción de Violeta Parra, Gracias a la vida.








26 de mayo de 2014

Chile - Pirque (Santiago) - Restaurante La Vaquita Echá



La Vaquitá Echá y los turistas apurados

Después de la visita a la bodega Concha y Toro, en teoría todavía tenemos tiempo para comer, este es uno de esos detalles que no dejamos atados por si acaso el horario era demasiado justo, pero como Luis considera que hay tiempo suficiente nos lleva a un restaurante cerca de la bodega, en la localidad de Pirque, que es utilizado precisamente por los grupos de turistas que pasan por ella, La Vaquita Echá.


 


El día es tan bueno que podemos comer en la terraza exterior. En un guiño al valle del Maipo, a sus viñedos y a sus bodegas, en algunas de las mesas las sillas son barriles de vino acondicionados como sillones, ¡una buena idea!




Luis nos acompaña durante la comida, con lo que podemos seguir manteniendo las interesantes, amenas e instructivas conversaciones con él, descubriendo que es un gourmet del vino, confesándonos que él nunca hubiera elegido la visita a la bodega Concha y Toro, que por productos hubieran estado otras mejores, a lo que le respondemos que era una cuestión histórica, que para otra ocasión nos gustaría realizar un tour vitivinícola más extenso e intenso por la región, para lo que esperamos contar con él, si llega el caso de volver a Santiago, y a Chile. 


Como en el restaurante elaboran su propia cerveza artesanal , en lugar de pedir vino pedimos de esta bebida, pero no me di cuenta del tamaño de las botellas, que son de medio litro, sí, una pinta, pero yo no quería beber mucho para que la espera en el aeropuerto y el viaje no fueran a resultar pesados, con lo que al final bebí más de lo que quería. 


Pedimos una cerveza Kölner Lager y una Doppelbock Lager Fuerte, por aquello de probar diferentes sabores, estando las dos buenas y alcohólicas. 





Para compartir pedimos un pastel de choclo, no nos podíamos marchar de Chile sin probarlo, y casi por un pelo lo hacemos, así que aprovechamos la ocasión y menos mal que lo hicimos, porque resultó estar delicioso. Está compuesto principalmente de un relleno de carne picada (allí lo llaman pino de carne) que se sofríe y luego se cubre con la pasta de maíz (choclo) para gratinarlo; por si os animáis a hacerlo, esta es la receta, donde además encontraréis otros platos chilenos.




De plato principal una parrillada de ternera, no recuerdo el tipo de corte, pero nuevamente nos volvimos a poner las botas. La carne iba acompañada de una cama de patatas enteras asadas, que untadas con la salsa pebre estaban buenísimas. 




De postre me despido de Chile con un Dulce Patria, ya que me gustó en el restaurante Boulevard Lavad, y mientras disfrutaba de él ya Luis estaba poniéndose de los nervios, el tiempo había corrido demasiado deprisa y a él, y por supuesto a nosotros, no le gustaría llegar tarde al aeropuerto, con lo que todo fue muy rápido y ni siquiera hay foto.