21 de febrero de 2011

Camboya - Angkor - Bakong

Bienvenidos a Hariharalaya

Salimos del templo de Beng Mealea  y en el coche disfrutamos del paisaje que tanto me ha gustado, ha sido un soplo de aire fresco asiático, con sus palafitos más palafitos que nunca. 


Y sus campos de arroz, sus palmeras, la población trabajando, y aunque el contacto no es tan directo como lo fue en el Mekong, las sensaciones son parecidas, con lo que aunque no hayamos ido al lago Tonlé Sap y sus pueblos flotantes estamos viendo y aprendiendo de sus pueblos terrestres. 


De vuelta a la ciudad vamos bien de tiempo y pasamos al lado de los Templos de Roluos, los primeros grandes construidos por los jemeres y que sirvieron de capital para el reino, Hariharalaya.

Alann nos lleva a visitar en este conjunto, que no estaba en los planes con lo que es todo un detalle por su parte nuevamente, el templo de Bakong, construido en el siglo IX. Es el más grande de ellos y constituye un ejemplo hacia los templos-montaña de Angkor.

 
El camino pasarela que lleva hasta el templo está flanqueado por un foso, no demasiado abundante en agua, y para mí ha sido el camino más bonito por el paisaje que lo acompaña de los vistos hasta ahora, independientemente de la majestuosidad de Angkor Wat, que no solo es la belleza del camino sino todo lo que significa entrar en este templo. 


Donde no faltan sus barandillas con nagas, muy altivas ellas.


Por supuesto nos esperan unas escaleras que subir o trepar, y turistas con los que compartir este esfuerzo, pero esa torre central, más loto que nunca, se ve impresionante y parece que tiene imán para acercarte a ella. 


A ambos lados del camino dos bibliotecas, pero de los muros-galerías no queda nada.

 
Rodean el templo ocho torres santuarios dedicados a Shiva y representan sus aspectos: Sol, Luna, Viento, Tierra, Agua, Fuego, Espacio y Alma.


Son cinco niveles en este templo con forma más que ninguno de pirámide, que por supuesto representan al monte Meru.

En los tres primeros niveles destacan las estatuas de los elefantes, la montura de Indra.

 
Como Alann dice que pasar por debajo del elefante tres veces da buena suerte, algunas lo hacen con las sonrisas (risas contenidas) de los turistas que la ven haciendo tamaña tontería.


En el cuarto nivel hay 12 stupas (edificios funerarios), tres por cada lado, que contenían lingas.


Desde el quinto nivel aparte de las vistas que cautivan se toma conciencia del tamaño de las torres del nivel inferior
 


Desde arriba se ve a la izquierda uno de los edificios del monasterio budista en estilo jemer. Este lugar es objeto de peregrinaciones.

 
En el último nivel la magnífica torre santuario con los restos de su decoración. En su interior el linga real, y haciendo uso de una frase que me encontré en un estupendo blog de viajes, incluyendo Angkor:  “y es que Camboya rima con….linga”.

 
Toca la hora de bajar y echar las últimas miradas a este templo que nos ha sorprendido, como todos, que son iguales pero diferentes y mágicos.

 
La estatua que se ve en la foto en primer término no es un elefante sentado, sino Nandi, el buey sagrado, al que ya conocimos en Vietnam y al que hemos visto en Angkor aunque no demasiado. 


Gracias Alann por habernos dado la oportunidad de conocer este magnífico templo.