4 de octubre de 2011

Australia - Sydney - Wooloomooloo Bay - Potts Point - Elizabeth Bay House - Apartments Del Rio


Arriba y Abajo

Desde Circular Quay ahora nos vamos hacia la derecha, pasando por The Domain para llegar a Wooloomooloo Bay (me encanta este nombre, se te llena la boca al pronunciarlo tal y como se escribe). En sus antiguos muelles edificios de viviendas, donde vive Russell Crowe, y frente a ellos barcos de la marina australiana.


Aparte de por la casa de Russell y por los interesantes restaurantes que hay en los muelles, otra “institución gastronómica” se alza en esta pequeña bahía, el Harry’s Café de Wheels, con fotos de sus clientes en sus paredes. 
 

Sirven comida "diétetica": grandes y contundentes pasteles o tartas de carne (los pie, de los que son unos auténticos creadores los australianos por la gran variedad) y los más ligeros hot dogs que se pueden aderezar con multitud de ingredientes dejando de ser ligeros, aunque nosotros pedimos el clásico. 


Este chiringuito es un lugar de concentración de moteros ya que su propietario ofrece recorridos en Harley Davidson por la ciudad y los alrededores (todo un negocio por el país se ha montado con la idea). 


Desde esta bahía nos adentramos en el barrio de Potts Point, un barrio de casas victorianas que tiene al tiempo un aire de alto nivel con unos contrapuntos de carácter bohemio, una mezcla curiosa; por un lado Potts Point se asoma a Wooloomooloo Bay por otro a Elizabeth Bay, ¿será por bahías en Sydney?

En el callejeo dudamos y una señora que nos ve plano en mano nos pregunta si necesitamos ayuda, ¡muchas gracias señora, creo que lo tenemos!, nos gustan los australianos, son muy amables y afables.

No nos queda de otra que subir por unas escaleras, McElhone, para salir a la zona que queremos, o era afrontar estas escaleras o dar una vuelta por toda la bahía, que suponemos nos llevaría más tiempo. Lo curioso es que a medio camino por estas escaleras hay entradas de casas y yo me pregunto ¿subir y bajar esto todos los días?

Aparte del paseo por el barrio nuestro objetivo es visitar una casa, si en The Rocks estuvimos en Susannah Place para conocer cómo vivía la gente trabajadora, aquí conoceremos como vivían los de la clase alta, entramos en Elizabeth Bay House (7 Onslow Avenue), a la que llegamos siguiendo un cartel que indicaba el camino, por unas calles raras, como calles traseras, para dar con la casa con vistas por supuesto a Elizabeth Bay. Coste de la entrada según la web, 8AU$ (con dudas, porque no conservo el ticket y creo que realmente fueron 10). 


La casa fue construida entre 1835 y 1839 para Alexander Macleay, secretario colonial de Nueva Gales del Sur, en estilo greek revival, bajo la dirección del arquitecto John Verge, pero la construcción está inacabada ya que la depresión que se sufrió en la colonia en 1840 llevó a tener dificultades financieras a Maclealy, no llegando a realizarse una arcada con columnas dóricas en la fachada como estaba diseñado. 

Hasta 1907 vivieron los descendientes de Maclealy, a partir de esta fecha ha tenido diversos usos, como refugio de artistas (okupas), salón de recepciones e incluso fue convertida en apartamentos, hasta que en 1977 fue restaurada y abierta como museo. 

Según se entra a la izquierda se encuentra el comedor, con sus puertas cerradas, cosa que me extraña pero pensamos que quizás hubiera otra puerta de entrada. Frente al comedor, a la derecha, la sala de estar, la sala para después de cenar. 


Desde el vestíbulo hacia el frente se entra en la zona más valorada de la casa y al tiempo se considera la obra maestra de Verge, la sala abovedada con la escalera para acceder a los pisos superiores. 


Lo curioso de esta escalera es que termina en un pasillo voladizo, con una puerta cerrada y creo que era hasta falsa. Sin lugar a dudas diferente esta escalera pero espectacular. 

Siguiendo en el piso de abajo, a la izquierda de la escalera se encuentra la bonita de nombre, sala de desayuno, que era para este menester y también para las comidas informales de la familia. Para mí hoy unas tostadas solamente y un té de jazmín de mi jardín, que se ve a través de las ventanas. 



Hacia la derecha de la escalera se halla la biblioteca, donde destacan no sólo los libros sino las colecciones de insectos disecados, ya que Macleay fue un ávido coleccionista de ellos, creando una de las colecciones privadas más grandes de Europa, que viajó desde allí hasta Sydney. 


Entre la sala de la escalera y la sala de desayuno semiescondida se encuentra la antecocina, que era el lugar de trabajo del mayordomo, el lugar de transición entre la cocina (ala que fue demolida y que se encontraba en la parte posterior), las bodegas y el comedor. Esa plata en la mesa nos lleva a la estupenda serie británica Arriba y Abajo, aunque no estamos tan abajo. 
 

Esa plata en la mesa nos lleva a la estupenda serie británica Arriba y Abajo, aunque no estamos tan abajo. 


Al fondo de este primer piso se encuentra la puerta de salida al jardín y de acceso a las bodegas, que eran un submundo. Eran dos grandes habitáculos con entradas independientes, y cada una de ellas separada en varias dependencias: despensa, almacenes varios, habitación para lácteos, y por supuesto las bodegas como tal.



Subamos ahora por esa magnífica escalera al piso superior, donde hay varias habitaciones a las que no se puede entrar, utilizadas como oficinas, en otras hay exposiciones pero sin demasiada gracia. Hay una sala matinal, de tamaño más pequeño que las que hemos visto en la planta inferior, que ha sido decorada como una sala de costura. 


Al lado de ella se encuentra un aparador, el de la ropa blanca (si, como ese que hemos visto en casa de nuestros abuelos, como un armario empotrado).

También se visita el dormitorio de la Srta Macleay, con una pequeña habitación anexa para uso de lavabo.


Y el dormitorio de la criada, pequeño él por supuesto, pero la historia adyacente a esta criada es de las buenas: llegó a Sydney condenada por el robo de 200 libras de joyas en la casa donde trabajaba, entró a trabajar en la casa de los Macleay y se casó con el mayordomo, otro exconvicto -seguridad no estoy convencida de que tuvieran los señores-.

Pero lo realmente sorprendente en este piso es el dormitorio de los Sres. Maclealy, con una magnífica cama inglesa con dosel. Los colchones que usaban eran ¡tres!, rellenos de paja, pelo de caballo y plumas, con lo que la cama quedaba muy alta, o jugaban a saltar para subir o no había manera, pero estamos en una casa de señores, con lo que tenían un accesorio más acorde para ir (subir) a dormir. 


Hemos terminado la visita y cuando nos íbamos a marchar me fijo que la puerta del comedor está abierta, con lo que decido ir a visitarlo y la sorpresa es mayúscula, ¡se está celebrando una fiesta de cumpleaños!, es como entrar en Alicia en el País de las Maravillas con todas esas niñas con sus altos sombreros, y solo falta el Conejo Blanco, pero claro él llega tarde. Estas niñas las encontramos visitando la casa pero pensamos que eran de un colegio que después de haber estado pintando y realizando actividades manuales con sus vestidos y sombreros habrían venido a conocer la casa, pero habían venido a algo mejor. Con permiso de las madres les hice una foto, pero no me concentré en el comedor como habitación. Este es uno de esos momentos que se recuerdan y no por el lugar solo, es más por la situación y el detalle, así como por la generosidad de las mamás con nosotros. 


Frente a la casa, que está más alta en situación, se encuentra el bloque de apartamentos Del Río, cuya característica es que en su construcción hay influencias del estilo misionero español, que llegó desde California en el primer cuarto del siglo XX.



Callejeamos un poco por el barrio de Potts Point, por Challis Avenue, Rockwall Crest y Victoria St, disfrutando de su arquitectura victoriana o sencillamente de sus calles, en las que hay una pequeña animación de vida natural, quiero decir de gente que vive aquí, no como ocurre en los alrededores de Circular Quay donde está nuestro hotel, que es gente que trabaja allí.