12 de septiembre de 2011

Australia - Bahía de Sydney - Fort Denisson - Shark Island - Anzac Bridge


En Sydney hay que navegar

Desde Bondi Beach el autobús nos lleva a Darling Harbour, una zona de ocio recuperada de los antiguos muelles donde vamos a subir a un barco turístico para navegar por la bahía.

El puerto de Sydney, Port Jackson, fue llamado así en honor a un secretario del almirantazgo británico, y es el valle hundido de un río que se fue transformando a lo largo de millones de años. Realmente la bahía no es una sola bahía, como ya habéis ir podido viendo, es una sucesión de bahías. 

Lo primero que hacemos es ir al buffet, no sólo hay que darle gusto a los ojos, el estómago también necesita lo suyo. En el crucero está incluida la comida, que resulta buena, con gran variedad para elegir. De nuevo tomamos cervezas, que siguen siendo un acierto. 


Salimos a disfrutar de la navegación cuando hemos pasado Harbour Bridge por debajo y entramos en las aguas de Sydney Cove, con la visión de la terminal de cruceros y el skyline financiero y de hoteles.


Comienza de nuevo el festival visual de la Sydney Opera House, un referente a diario, pero ya no desde el punto terrestre, ahora es marítimo, lo que ofrece percepciones diferentes. 


Ahora son tortugas amontonadas (no vayáis a ser mal pensados).


¡No!, son naves espaciales.


No importa lo que parezca (ahora cascos de armaduras o como comentó un amigo, cascos de ciclistas), es realmente espectacular y única.


Se ve los bonitos Royal Botanic Gardens, así tenéis una idea mejor de su espléndida situación. 


Vemos nuestro primer canguro en Australia…en unos barcos de la Marina Australiana (sin contar el de la compañía aérea Qantas claro). 


Se estima que más de 70 km de orilla del puerto se han perdido como consecuencia de los grandes proyectos de reclamación de terreno al mar que se produjeron en 1840. El hecho de que de las 13 islas que existían cuando llegó la First Fleet en 1788 sólo queden ocho es una señal de la transformación geográfica que se ha realizado. 

Una de estas islas es Fort Denisson (visitable), que era un fuerte donde enviaban a los reclusos que se portaban mal (rematadamente mal porque no me los imagino precisamente buenos). Los tiburones y las corrientes de la bahía eran los mejores carceleros. La pequeña isla donde se encuentra fue llamada Rock Island y se apodó Pinchgut (estómago vacío), seguramente a causa de los pocos alimentos que les entregaban a los presos. En 1796, Francis Morgan, acusado de asesinato, fue ahorcado en la isla y su cuerpo quedó abandonado a su suerte, pudriéndose durante tres años para escarmiento de los demás recursos (la cosa no tenía que ser una bonita visión y el olor tremendo). 


La torre Martello del fuerte fue construida entre 1855 y 1857 para defender Sydney contra un posible ataque de buques de guerra rusos durante la guerra de Crimea. Más tarde le cambiaron el nombre a Denisson por el entonces gobernador de Nueva Gales del Sur. En la torre hay tres cañones de ocho pulgadas, que no pueden ser retirados sin desmontar las piedras sobre los que se encuentran. A la una de la tarde disparan salvas para ayudar a los marineros a fijar los cronómetros de sus barcos; pero ninguno de los que estábamos allí este día escuchamos los cañonazos, como sí lo habíamos oído nosotros desde el Observatorio. 

La torre sufrió daños en mayo de 1942 cuando un submarino japonés entró en el puerto, traspasando las redes antisubmarinas, siendo disparado por el USS Chicago, y una salva secundaria la golpeó. 

Mientras una competición muy especial se desarrolla ante nuestros ojos, juego de velas. 


Al frente la inmensa, azul y maravillosa bahía.



Un pequeño faro se encuentra cerca de la inquietante de nombre Shark Island, dentro de Rose Bay. El nombre no lo recibe en vano ya que la cercana Shark Bay en Vaucluse está repleta de tiburones, aunque curiosamente leo que Shark Beach es una playa familiar.


Harbour Bridge parece sostenerse sobre tierra firme y no sobre el agua.


En la bahía también hay jet boats (barcas rápidas de diversión y no solo de navegación) como en Nueva Zelanda, pero creo que por esta preciosa bahía mejor una navegación calma que con adrenalina, además en Nueva Zelanda los paisajes parecían incitar a ello, pero es una actividad más de las que se pueden realizar.


Vamos hacia el Harbour Bridge de nuevo y ahora sí vemos cómo pasamos bajo él. 


Hacia delante tenemos la visión del ANZAC Bridge, en estilo algo Calatrava. Es el puente más largo en Australia con 800 m, que quizás queda ensombrecido por el pulmón de hierro.


Divisamos un edificio conocido, el Sydney Observatory


En el camino de regreso de nuestro viaje tenemos la oportunidad de bajarnos en Circular Quay, cosa que hacemos, o en Darling Harbour, que de momento sigue siendo territorio inexplorado. Con una de las parejas nos dirigimos al Jardín Botánico para terminar su visita en el Tropical Garden. Ellos también se quedan con la boca abierta con la invasión de los zorros voladores, y no se debería por si acaso con estos okupas vampiros.En lugar de ir por el Writer's Walk subimos a un ascensor desde el que disfrutamos nuevas vistas, y por un camino algo más corto llegamos a los Royal Botanic Gardens. 


En la bahía hay muchas compañías y ferries que realizan paseos, pero una buena alternativa pueden ser los barcos hop-on hop-off, para subir y bajar en diferentes lugares, como los que ofrecen Captain Cook, pero ni los recomendamos ni dejamos de hacerlo porque no los probamos, solo cogimos la información y nos pareció una alternativa interesante.