15 de octubre de 2014

Canadá - Montréal - Rue Saint Amable - Rue Saint Vicent - Rue Saint Paul - Cours Le Royer


Tiendas y almacenes     

Después de nuestro paseo por Rue Saint Paul Est  y aledaños, visitando el Marché Bonsecours y la Chapelle Notre Dame de Bonsecours volvemos a la place Jacques Cartier, desde donde sale la pequeña Rue Saint Amable, en cuya esquina se sitúa la Maison Viger, y a continuación de ella, con fachada a la plaza, la Maison del Vecchio (separadas por un muro de piedra en el tejado -creo que actúa de cortafuegos-).    



La Rue Saint Amable es pequeña y algo más estrecha, que en el momento de nuestra visita se encontraba más desierta porque la lluvia hizo su aparición con fuerza y los visitantes se vieron abocados a buscar refugio (nosotros lo hicimos dentro y fuera del Marché Bonsecours, fuera porque pensamos que había pasado y llegó la segunda y más fuerte tromba de agua, con lo que buscamos protección en un saliente protegido del mercado). 



La Rue Saint Amable sale a la Rue Saint Vicent, que a su vez sale a la Rue Saint Paul Est.  



En la Rue Saint Vicent se localizan dos casas del tipo que se construían en la época de la ciudad fortificada, conocidas como Mansión Beaudoin, de las cuales una de ellas fue construida en 1785 para el sheriff Gray, y es el segundo nombre por el que se las conoce.   


En estas calles hay varios edificios que albergaron almacenes, y uno de los que buscamos era el que presuntamente J.J. Astor, el magnate neoyorkino, alquiló durante una temporada, situado en la esquina de la Rue Sainte Thérése con la Rue de Vaudreuil y que pertenecía a unos socios propietarios de la Compagnie du Nord-Ouest -competencia de la Hudson's Bay Company-, McTavish, Frobisher & Company.    

 
Para aliviar tanta piedra y tanto nombre, una matrícula canadiense delantera, que curiosamente no es tal matricula ya que no es obligatoria llevarla y ningún coche la lleva, sólo es obligatoria la trasera (un ahorro de costes según nos explicaron); en este coche claramente se ha colocado por diversión.  


Volvamos hacia la place Jacques Cartier para tomar la Rue Saint Paul Est pero ahora hacia el oeste (recordar que el este y el oeste de las calles comienza a partir del Boulevard Saint Laurent).  


Rue Saint Paul es la tercera de las calles principales, con Rue Saint Jacques y Rue Notre Dame, que sigue el trazado original de la década de 1670. Esta calle habría que pasearla alternándola con la Rue de la Commune, porque los almacenes construidos entre estas dos calles se usaban como tales por la parte trasera de la Rue de la Commune, junto al puerto, y como tiendas por sus entradas principales de la Rue Saint Paul, pero nosotros solo caminamos por esta última en este momento.  

 


La magia del sol o la lluvia en las fotografías se debe a pasar en diferentes días por ella, y de alguna manera al Vieux Montréal le ocurre como a Santiago de Compostela, la lluvia le da un carácter especial y bonito. Rue Saint Paul es una calle muy animada, que en el tramo hasta el Boulevard Saint Laurent suele estar atestada de público visitante. 


Las galerías de arte (algunas con piezas muy interesantes de arte indígena e inuit), restaurantes y tiendas se alternan local tras local. Aprovechamos para comprar nuestros primeros regalos para la familia, atrapasueños para todas ellas (hay que colocarlo cerca de la ventana del dormitorio por donde sale el sol, las pesadillas se quedan atrapadas en la especie de telaraña de la parte superior y con el sol se queman, los buenos sueños se quedan en las plumas que cuelgan, de modo que cuando sopla el viento, se recuerdan; bonito ¿no?). 




En la esquina de Rue Saint Paul con Rue Saint Jean Baptiste un almacén con la esquina redondeada, forma que se encuentra con bastante asiduidad.  



Continuamos por la Rue Saint Paul y en el cruce con la Rue Saint Dizier, hacia la izquierda una calle pequeña y estrecha que baja hacia el puerto; hay una placa en homenaje a Marguerite Bourgeoys, que estableció la primera escuela de Ville Marie en un lugar cercano a este lugar.   


Tomando Rue Saint Dizier hacia la derecha se llega a Cours Le Royer, el mayor complejo comercial construido durante la fase de industrialización de Montréal, erigido por el arquitecto Victor Bourgeau, en los terrenos del primer hospital de la ciudad, el Hôtel Dieu, hospital fundado por Jeanne Mance en 1644 que también servía como refugio en caso de ataques, por lo que también hay una placa homenaje a ella -como en la place d'Armes-. La fachada principal de Cours Le Royer da a Rue St Paul, pero sinceramente la pequeña plaza interior es más bonita.  


La zona es sumamente coqueta y tranquila, una plaza con árboles, setos y bancos. A finales de 1970, los edificios se transformaron en apartamentos, oficinas y tiendas, tiendas a las que no pasamos porque el tiempo ya corría, como siempre nos ocurre a pesar de nuestras buenas intenciones, en nuestra contra.  


Nuestro paseo termina en la esquina de la Rue St Paul con la Rue Saint Sulpice.  


El tiempo apremia, tenemos una reserva en el restaurante Toqué!, así que por la Rue Saint Sulpice subimos hasta la Place d'Armes para tomar el metro y volver al hotel, bajando en la bonita estación de la Place des Arts, que ahora sí vemos y disfrutamos -y es que que diferente puede ser una estación de metro según se va por un sitio o por otro-.  




Esta zona pertenece a la ciudad subterránea, por lo que se puede acceder al teatro Salle Wilfred Pelletier sin necesidad de quedarse helado durante el invierno.  


Además tenemos la sorpresa de encontrarnos con el interior de la escultura que tanto nos había llamado la atención en la Place des Arts, El artista es el que muestra el otro lado de las cosas, obra del escultor Bettinger. 


La plaza está más animada, han colocado un ajedrez gigante y aparte de los jugadores estamos los curiosos.   


Situación de las pequeñas calles al comienzo del paseo: