21 de febrero de 2012

España - Fuentespalda/Fondespala (Teruel)


 Conociendo la comarca

Cómo no todo va a ser dormircomer, ya que estamos en la comarca del Matarraña y del Maestrazgo turolense nos dimos un paseo por alguna de sus localidades, improvisando sobre la marcha en ruta y con la información que nos encontrábamos en ellas, porque en esta ocasión no llevábamos ni guía escrita, esa guía diabólica que tanto teme mi marido. 

Como el hotel se encuentra en el término municipal de Fuentespalda, comenzamos por aquí por cercanía. En sus inmediaciones se han encontrado restos arqueológicos que permiten confirmar la ocupación de estas tierras desde la Prehistoria. De época histórica son los yacimientos de Vila Vella, siendo uno de los pocos yacimientos romanos, de los siglos I-III, conocidos en el Matarraña y que debió ser el núcleo antecesor de la población actual.

En tiempos de la Reconquista, en el siglo XIII, la localidad aparece mencionada como una aldea o caserío perteneciente al territorio de Peña Aznar Lagaya, que fue dado en feudo en 1175 al Obispo y a la Iglesia de San Salvador de Zaragoza. En 1232 se concedió la Carta de Población, con habitantes procedentes en su mayor parte de la zona norte de Lleida. 

En 1295, a pesar de ser una aldea dependiente de Valderrobres, obtuvo el privilegio de tener jurados y justicia propios, hecho que si bien significaba su independencia como municipio, no impidió que durante varios siglos la Villa pagara impuestos, diezmos y primicias al Obispado de Zaragoza. 

En 1659 se hizo la partición de los términos de Fuentespalda y Valderrobres. 

Durante la Edad Moderna y contemporánea, tras haberse liberado del sometimiento al Obispado de Zaragoza, la población y sus tierras, como en general las poblaciones del Matarraña, sufrieron los efectos devastadores de varias guerras y conflictos armados que provocaron su lento desarrollo. Este hecho, unido a la falta de buenas comunicaciones (poco a poco subsanadas por lo que hemos podido ver) y a una importante emigración, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, han contribuido a reforzar un carácter netamente rural.

Empecemos la visita de este pueblo en la Plaza de España, antes Plaza Mayor -muy curioso el cambio de nombre, que lo normal es a la viceversa-, donde se sitúa la Iglesia de El Salvador, de origen gótico, construida bajo el mecenazgo de los arzobispos de Zaragoza, época de la que se conserva el ábside así como el primer tramo de la nave con sus dos capillas. 

En el siglo XVII se llevó una amplia reforma reorientando el edificio, abriendo una nueva portada en el antiguo ábside, construyendo una gran espadaña y en el interior se levantó un gran coro; todo ello con elementos barrocos. También se amplió el templo construyendo un nuevo tramo y un nuevo presbiterio. 


Por desgracia, como será la tónica en todas las iglesias por las que pasemos, sus puertas están cerradas y no hay horario de visitas ni de misas, no hay que olvidar que estamos en días de diario y laborales. Nos impresiona en tamaño y arquitectura la iglesia. 

A un lado de la plaza se encuentra la bonita Casa Belsa, un gran edificio palaciego que es un soberbio ejemplo de arquitectura civil privada. Muestra dos fachadas, la principal y la lateral izquierda, ambas realizadas en piedra sillar y rematadas con un alero de madera (alero que es una constante en las construcciones del Matarraña). La inscripción con la fecha de 1546 sobre su escudo, el escudo familiar de los Pastor, ayudan a datar el edificio, construido por esta familia que más tarde pasó a los Belsa a raíz de un matrimonio en 1558, fecha desde la que estado unida a esta familia. 


De nuevo sus puertas cerradas, supongo que por ser residencia privada, y ninguna información sobre su visita. 

Gracias a Sergio, que leyó esta entrada, podemos realizar una visita por su interior de manos de un programa de AragónTV, La llave maestra. 

Un detalle muy bueno de agredecer y que ayuda en la visita por la comarca del Matarraña es que en todos sus pueblos hay paneles ilustrativos de los monumentos, contando los detalles más interesantes de la construcción y donde además hay un mapa donde ver el resto de los lugares visitables de la localidad. Todo un punto positivo para la organización turística. 

No son pueblos grandes así que es bueno callejear por ellos, tanto si sus calles llevan a algún lugar determinado como por el hecho de disfrutar del paseo y la arquitectura. Muchas de sus casas mantienen a duras penas el color azulón o añil que las recubría, como una característica de la zona.


Andando desde la plaza llegamos al cercano Portal de la Calle Mayor o Portal de la Virgen del Carmen, pero sobre él no hay una capilla como los arcos con nombre de santo suelen tener, sino una vivienda privada. Si había alguna estatua de una virgen no la vimos y no la recordamos.


Como curiosidad el Ayuntamiento no se encuentra en la Plaza de España, y por ello no posee lonja, característica común como íremos viendo, de los ayuntamientos de la comarca. Fue construido a finales del siglo XVI, destacando su gran portada de medio punto y las ventanas adinteladas con alféizares de piedra. A pesar de no albergar la lonja, en su planta baja se emplazó la carnicería y la cárcel. 

En esta ocasión sus puertas estaban abiertas pero al ser organismo público no nos pareció adecuado entrar, si hubiéramos visto el símbolo de información nos hubiera facilitado el acceso pero entrar a molestar en horario de trabajo no nos gusta (siempre hay que ponerse en la piel de los demás, y eso que a mí personalmente me gusta entrar en todo edificio en el que se puede). Alberga un importante archivo histórico con documentación desde el siglo XIII de las localidades de todo el feudo que constituía Valderrobres, al que pertenecía Fuentespalda. 


De ese interior que no llegamos a ver destaca en el salón de plenos una talla gótica de San Miguel que tiene a sus pies una oca, cuando siempre se le ha representado con un dragón, de ello se deduce que la talla es de origen templario, ya que para ellos era un animal sagrado, aunque ha sido manipulada al incorporarle unas cabezas de dragón (este dato lo desconocía allí si lo hubiera sabido hubiéramos entrado con total seguridad pero este viaje ha sido improvisado como ya he mencionado y gracias a esos paneles informativos hemos encontrado más de lo previsto). 

El Ayuntamiento ha sido declarado Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés.

Llegamos hasta la Plaza del Horno del Concejo, que como su nombre indica en ella se encontraba el horno de la localidad, que se conserva, así como la parte superior del arco de acceso. 


En la Edad Media, la construcción y explotación del horno era un derecho del señor, en este caso del Arzobispo de Zaragoza, escudo que se conserva sobre el arco. Una persona se encargaba del horno, siendo su retribución variable: por ejemplo, un pan por cada treinta que cociese. Las mujeres amasaban en sus casas, donde solían disponer de una habitación para tal uso, el pasador, que luego llevaban al horno y hacían los panes que luego vendía el panadero. 


El control de calidad (suena raro para la época) tanto en la venta como en la producción estaba estipulado por ley y hacía referencia a la obligación de utilizar la harina en buenas condiciones y ser justos tanto en el peso como en el beneficio obtenido (increíble este control de calidad, para que luego creamos que nos inventamos cosas nuevas como “eso” llamado ISO). 

Los pueblos de esta zona tienen elementos comunes como ya vamos conociendo y viendo, pero uno de ellos, que para el turista puede resultar un hándicap es la construcción en alto, lo que implica calles en cuesta constantemente, en algunos casos algunas más pronunciadas que otras, pero una prueba de resistencia sin duda



En la parte de la localidad más alta se encuentra uno de los portales de acceso,  el Portal de San Antonio de Padua, ahora sí, con una capilla construida en el siglo XVIII y reformada en 1983. 


De los portales nos dejamos pendiente el supuestamente bonito Portal de San Francisco pero lo dejamos para el final del paseo y al final se nos pasó ir a su encuentro. 

Cerca del Portal de San Antonio se encuentra la construcción llamada La Torreta, un gran torreón de vigilancia probablemente del siglo XV, que formaría parte del recinto amurallado que protegía a la población, aunque algunas fuentes hacen referencia a una posible construcción musulmana anterior. El edificio tiene forma prismática y planta rectangular, siendo construido con sillería y mampostería y apenas tiene ventanas. 

El edificio fue utilizado desde el siglo XIX como cárcel, conservándose en su interior unos grilletes como muestra de su pasado carcelario. La cárcel es una de las que se pueden visitar (en mejor época que en invierno para acceder a su interior por aquello de los horarios de fines de semana en invierno) en los pueblos de la comarca del Matarraña. 

La reciente rehabilitación ha añadido un mirador cubierto sobre el torreón pero tenemos el síndrome de las puertas cerradas, que es normal, es difícil que  el turismo inunde sus calles en esta semana en la medida suficiente como mantener un empleado continuo; y es una pena no disfrutar de las vistas aunque hay otros lugares desde donde hacerlo. 

En la actualidad la Torreta alberga el Centro de Interpretación de los Torreones del Matarraña. 


Como en los paneles informativos hemos visto una foto más completa de La Torreta, desde la parte de atrás, caminamos en su busca. 


Encontrando detalles, que en estas localidades todo son detalles, y no tienen porqué ser bellos, sino sencillamente llamar nuestra atención, y es que si las cosas no se cuidan se nota el paso del tiempo...lo mismo que con las personas.


Tenemos que salir del pueblo, como casco, para contemplar La Torreta desde el otro lado, desde los campos. 


Aunque para tener una mejor vista de ella habría que caminar más allá y se vería mejor, buscando alguna altura para abarcarla. 


En el campo de nuevo los detalles y el transcurrir del tiempo, que también habla del pasado y el presente agrícola de la comarca. 


Antes de salir de Fuentespalda nos queda un lugar por conocer, y en el camino para llegar unos símbolos que me recuerdan al logo de UCD, pero tiene un color muy vivo, muy actual, con lo que nos queda la duda de su significado cierto. 


Donde queremos llegar es al cementerio medieval. En el interior del Fossar Vell o cementerio viejo se ha recreado un espacio funerario aprovechando antiguas estelas funerarias en forma de disco, siendo uno de los conjuntos más completos de este tipo de señalización funeraria de la Comunidad Aragonesa, que fueron posiblemente realizadas entre los siglos XVI y XVIII. 

Varios de los motivos de estas estelas hacen alusión a la muerte, en concreto a la vanitas mundi, la igualdad de todos ante la muerte, incluso de los poderosos (y es que la parca viene a por todos). No pudimos entrar para verlas de cerca y disfrutar de estos detalles. 


Al salir del pueblo vemos un cartel que señala el camino de la Coveta de L’Aigua y decidimos seguirla, aunque ya sospechamos que no podremos entrar, pero aun así decidimos aventurarnos. En coche solo se accede a la parte baja de la pequeña montaña, para el resto hay que caminar, más bien subir por una escalera y luego camino bien acondicionado, incluso con barandilla.


Como siempre que se alcanza altura lo que se obtienen son vistas. 


En las estribaciones del Sistema Ibérico, junto a los Puertos de Beceite, se halla el macizo montañoso Sierra Molinera-Fuentespalda, en el interfluvio de los ríos Tastavins y Pena, ambos afluentes del Matarraña. En esta formación caliza con rocas de alta permeabilidad, con el fluir del agua y del tiempo se ha originado un paisaje kárstico y un laberíntico entresijo de cavidades, la Coveta de L’Aigua. 


Tras la cueva el camino continúa hasta una fuente y un mirador, pero yo no subí, tengo un problema en mi pie derecho que actualmente me tiene algo fastidiada y me hace controlar el desgaste físico, con lo que a pesar de que la subida hasta aquí no son más de diez minutos me hizo desistir de intentarlo, no así mi marido que subió y disfrutó de las vistas de la localidad y los alrededores, donde existe una antigua torre de vigilancia.


Haciendo un zoom sobre Fuentespalda destacan dos de sus construcciones, la Torreta y la Iglesia de El Salvador con su espadaña airosa.


Terminada la visita por Fuentespalda y saliendo de ella por la A-1414, otro nuevo cartel nos hace desviarnos, en esta ocasión hacia la Ermita de Santa Bárbara, situada sobre una pequeña colina. Ya desde el camino de acceso su arquitectura nos subyuga, no es pomposa ni espectacular, pero tiene un halo muy especial, semiescondida entre los árboles, con una forma peculiar de trébol. 



La ermita fue construida en estilo barroco en el siglo XVIII en mampostería y sillería. 


Se cree que Santa Bárbara nació en Nicomedia, a orillas del mar Mármara, alrededor del siglo III d.C. Rechazó sus creencias paganas para abrazar el cristianismo y su padre, un hombre rico y poderoso llamado Dióscoro, la encerró en una torre y la torturó. Al no poder convencerla de abrazar el cristianismo la ejecutó y justo después él fue fulminado por un rayo.

En la ermita se celebra la misa con ocasión de la festividad de Santa Bárbara el domingo posterior al día marcado por el santoral, el 4 de diciembre. 


Hacemos de mirones por la rejilla de la puerta, que es lo único que podemos hacer para ver su interior.


Es gratificante descubrir los pueblos de la geografía española, que no todo se encuentra en el ancho y grande mundo.