3 de abril de 2019

Zimbabwe - Victoria Falls - Crucero por el río Zambezi

Gran farolillo rojo

Desde que comenzamos este viaje el día de ayer a las 17 h con el primer vuelo de los tres hasta que aterrizamos en el aeropuerto de Victoria Falls sobre las 13 h ha sido un no parar: la cola para el trámite del visado, llegar al lodge Elephant Camp, escuchar las posibilidades de actividades y apuntarnos a ellas, deshacer las maletas en busca de ropa para tres días, ducharnos y poco más. Hemos llegado al lodge a las 14 horas y a las 15.30 h estamos preparados para hacer la primera excursión que tenemos contratada desde Madrid. Así comienzan unas buenas vacaciones de descanso y placer.

Vamos a realizar un crucero por el río Zambezi (Zambeze en castellano), en busca del atardecer y si hay suerte nos encontraremos con algún animal. El barco es el elegante Zambeze Royal, de Wild Horizons (la misma compañía del lodge) y ya han llegado algunos pasajeros. El viaje incluye bebidas (todo lo que quieras, es tu responsabilidad si quieres terminar bebiéndote hasta el agua del río) y canapés. 


Al llegar al embarcadero un grupo de hombres canta canciones que suenan increíblemente armoniosas, y como parte del espectáculo (y de su cultura) van vestidos con sus trajes tradicionales, que hasta puede ser que solo usen en estas ocasiones, y a lo mejor en alguna celebración familiar si tienen las raíces bien fuertes. La verdad es que el momento resultó entrañable. 


Comenzamos el viaje brindando con dos copas de vino espumoso, Durbanville Hills, un sauvignon blanc de Sudáfrica, que resultó estar muy rico, y es que los vinos de Sudáfrica son un mundo desconocido listo para ser descubierto sorbo a sorbo. 


Navegamos lentamente, disfrutando del paisaje y de las bebidas. El río Zambezi es el cuarto más largo de África (tras el Nilo, el Congo y el Níger), con una longitud de 2.574 km; nace en Zambia, cruza Angola, Zambia, Namibia, Zimbabwe y Mozambique, donde desemboca en el océano Índico formando un enorme delta. El curso del río se ve interrumpido por numerosos rápidos y cascadas, entre ellas las famosas cataratas Victoria, las mayores del mundo, con 1.708 m de extensión. 


Unos frutos secos dulces y unas galletas saladas tamaño gigante para empezar los aperitivos. 


Empanadillas de carne, samosas de verduras y brochetas de carne de cocodrilo. A lo mejor es que ya teníamos hambre, pero estaba bueno todo, y el cocodrilo muy hecho, quizás demasiado y por eso nos pareció viejo. 


Miniquiches de tomate, albóndigas de ternera y alitas de pollo a la barbacoa. Pues el surtido está bien escogido. 


Yo bebo dos copas de espumoso, pero para la tercera copa cambio a un cóctel, me ha llamado la atención la lista de ellos y sus bonitos nombres, elijo el Zambezi Sunrise, que tenía que ser sunset (atardecer) pero como no existía este pues me conformo con el amanecer: un cocktail de vodka con especias, limón y granadina, que como era previsible por el vodka resultó algo fuerte. 


De forma muy breve vemos hipopótamos, pero es imposible hacerles una buena foto, tan rápido como los vemos y nos acercamos a la veranda del barco ellos desaparecen bajo el agua. Pero al menos los hemos visto, que es toda una experiencia nueva para nosotros sin ser en un zoológico. 

Es bonito el paisaje que vemos, con pequeños istmos o islas en el río, en los que hay pequeñas playas de arena blanca y fina, que mejor no utilizar con este fin…



El sol comienza su propio espectáculo, que es a lo que hemos venido: contraluces, amarillos y sobre todo un rosa pálido se van apoderando lentamente del cielo. 


Vemos una de las razones por la que es mejor no hacer uso de esas aparentemente idílicas playas del río, un gran cocodrilo descansa en las cercanías de la orilla. 


Las aves acuáticas no faltan, aunque yo pensé que veríamos más, también es posible que sea más fácil verlas a primeras horas de la mañana. En este caso, un cormorán negro de destellantes ojos rojos, como si estuviera poseído. 


También vemos una simpática espátula común, spoonbill en inglés porque su pico tiene forma de cuchara. Ahora aprendemos que para ver este ave no necesitamos ir tan lejos, aunque nunca viene mal viajar, ya que reside de forma permanente en Doñana, y para en la ruta de su migración a África en las lagunas de Villafáfila o en el delta del Ebro. 


Por fin unos hipopótamos se dejan ver, un grupo más o menos numeroso en el que casi todos deciden sumergirse y dificultarnos las fotos. 



Un vídeo corto de cómo los hipopótamos se sumergen a gran velocidad, eso sí, de forma muy suave. 


Un ave muy común en los ríos y humedales es el bonito y pequeño martín pescador (puede medir hasta 13 cm), en este caso vemos un ejemplar de martín pescador malaquita, con preciosos y llamativos tonos de azul, y un pico semirrojo. Muy bonito el pajarito. 


El sol sigue desplegando su magia sobre el agua, convirtiéndola en agua plateada o dorada según los reflejos. 


Y en el cielo, inundándolo de colores maravillosos, únicos, una paleta de suaves colores pastel llenos de luz. 


Sobre las rocas de la orilla del río vemos una familia de lindos y coloridos abejarucos de frente blanca


El sol comienza a convertirse en una gran bola naranja tornando a rojizo. Es un espectáculo mágico y maravilloso.


Unos hipopótamos salen a saludarnos, para alegría y alboroto de los pasajeros del barco, que nos colocamos respetuosamente para que todos podamos fotografiarles y verles. 



El sol sigue su despliegue de colores, con la suerte de ver su estela en el agua. 


Todo a nuestro alrededor se torna naranja y rojizo, estamos realmente impactados. 


El sol y un pájaro se unen para que podamos tener una de esas imágenes soñadas. 


Finalmente el sol es como un gran farolillo, una inmensa esfera completamente roja, a la que ahora echamos de menos en nuestro ciudad de cielos grises y contaminados. 


De vuelta al embarcadero tenemos la suerte de ver a nuestra primera familia de elefantes bebiendo agua en el río, que no es la mejor fotografía del viaje, pero sí uno de los primeros recuerdos de animales. 


Y también vemos una de las que dicen imágenes insólitas, un grupo de hipopótamos fuera del agua, uno de ellos uno pequeño, que nos produce mucha ternura, ¡ohhh, a baby! se escucha en todo el barco en tono de suspiro. 


Así termina nuestra travesía por el río Zambezi con el mágico atardecer africano.