31 de agosto de 2011

Australia - Sydney - Harbour Bridge


¡Nos gustan los puentes!

Retrocediendo a esta visita adelantada a Susannah Place, la zona de The Rocks está más o menos vista, siempre hay lugares por los que no hemos pasado, detalles en los que no nos hemos fijado, pero en términos generales ha sido una visita bastante completa y como no estamos todavía muy cansados decidimos ir al Harbour Bridge, si realizamos ahora este paseo nos adelantará para los siguientes días. 


El puente está considerado como una maravilla arquitectónica y de ingeniería, siendo además durante 30 años la estructura más alta de la ciudad. Fue construido según un proyecto de J.J.C. Bradfield, comenzando su construcción en 1923 y terminando en 1932, en plena depresión económica. En él trabajaron 1.400 trabajadores, 16 de los cuales murieron; el dato curioso es que Paul Hogan (Cocodrilo Dundee) trabajó en él como pintor. Antes de su construcción para acceder al centro de la ciudad desde la orilla norte era en transbordador o dando una vuelta de 30 km por una carretera que cruzaba cinco puentes. 


Fue levantando por partes en Milsons Point, en Luna Park (antes del payaso), terminando de pagarse el préstamo solicitado para su construcción, de 6,25 millones de libras australianas, en 1988. Durante su construcción fue conocido como Iron Lung, el pulmón de hierro y popularmente es conocido como the coathanger, la vieja percha. 
El puente tiene una longitud de 503 m, en su momento el más largo del mundo, una anchura de 48,8 m y el arco central está a 134 m sobre el agua. Tiene ocho carriles, con dos vías de ferrocarril, un paseo peatonal y un carril para bicicletas, completo sí que se pensó. 
Estar en el puente es un premio en sí mismo, sentir su estructura, el trabajo de levantarlo, pero este premio va acompañado de nuevas recompensas, las increíbles vistas de la bella bahía de Sydney, que no deja de dejarnos con la boca abierta y con la que todavía tengo felices sueños.




Vemos el Circular Quay, y el edificio de la terminal de cruceros, la entrada en barco seguro que es de las que no se olvidan jamás. 




Por supuesto destaca ella, la espectacular Opera House, con un nuevo book fotográfico a realizar.




No realizamos el recorrido completo, no pensamos entrar en la orilla norte ni en su parque de atracciones (zona que luego se haría famosa en las noticias, el barrio de Mosmann, en North Shore, por el secuestro de una joven, hija de millonarios, a la que le pusieron un collar bomba en el cuello, pero no llegamos a entender el desarrollo completo de la historia, que afortunadamente tuvo un final feliz), ya que el camino de vuelta será por el mismo carril, el otro como ya comenté es para bicicletas, con lo que a pesar de que las vistas nuevas de la bahía y lejanas de la Opera House seguro que merecen la pena, emprendimos la vuelta. Sin lugar a dudas los puentes son para caminarlos. 

Para caminarlos o para escalarlos como en este caso, gracias a la empresa Sydney Harbour Bridge Climb. El ascenso se realiza sujeto a un arnés, provisto de equipo proporcionado por la empresa (traje, botas). Nos hubiera gustado subir a él, pero el recorrido dura tres horas, demasiado tiempo para dejar de ver lugares interesantes, y además mi tobillo derecho me dará problemas con lo que no sería la mejor forma de darle descanso…pero esto queda apuntado para una próxima visita. No es que las vistas que vayamos a contemplar sean mejores que las que hemos disfrutado y vamos a disfrutar, pero me parece curioso y simpático hacerlo, aunque barato no es claro. 


Ya que no escalamos el puente nos conformamos con subir al South Pylon, a 88 m de altura, por el más módico precio de 11AU$. En su interior cuentan por medio de fotografías y vídeos detalles de su construcción. 


Desde su mirador una más amplia panorámica sobre la bahía, y como ya tenéis muy vista la Ópera (aunque no creo que nadie se pueda cansar de admirarla), una de una de las zonas residenciales y de los barquitos que afortunados navegan por estas aguas. 


También se puede contemplar el arco del puente.


Y se puede ver la anchura y los carriles de su estructura.


El día de la inauguración el puente estaba lo que se dice “abarrotao” (foto tomada de la exposición del South Pylon)


Con este paseo por el puente y esta subida al pilón hemos consumido las fuerzas, las horas de viaje y vuelo ahora comienzan a pesar, con lo que emprendemos la vuelta al hotel, y en esta vuelta es cuando volvemos a pasar por Susannah Place para visitar las casas. 
Desde nuestra ventana del hotel disfrutamos del atardecer, que sería más bonito en directo, pero que desde aquí no desmerece en absoluto. 


Deshacemos las maletas, no por completo, sacamos la ropa que previsiblemente podremos utilizar estos días en Sydney, aunque el calor de hoy nos ha trastocado los planes, no esperábamos un frío intenso pero si un aire fresco saludable para ser invierno en las antípodas, y en lugar de eso hemos ido en manga corta, con temperaturas de 25º. Algo de descanso y bajamos a cenar al restaurante del hotel, nada de excursionar para buscar un lugar cercano, que lo que tenemos que intentar es dormir, para mañana toca madrugón, aunque haré un salto temporal en el relato y este día lo contaré después de la visita completa a Sydney; aprovechando el buen tiempo que parece reinar iremos a las Blue Mountains



El título de esta entrega, ¡nos gustan los puentes! hace referencia a que en New York (ya sabéis las ciudades "nuestras" por su nombre) tenemos la costumbre de pasear por el de Brooklyn, es como un ritual para nosotros, y en la segunda visita en la ciudad paseamos por el de Manhattan, poco a poco iremos conociendo todos bajo nuestros pies, sean más llamativos o menos, más conocidos o menos, más estéticos o menos, a veces nos sorprenden y las vistas que se obtienen desde ellos seguro que merecen la pena el paseo. Pero New York es otra historia a contar, con calma y corazón. 

30 de agosto de 2011

Australia - Sydney - The Rocks - Arglyle Place - Garrison Church - Hero of Waterloo - Argyle Cut - Gloucester Walk - Playfair Street - Rocks Square - Argyle Terrace - Rocks Discovery Museum - Suez Canal - Nurses Walk - Susannah Place


En el corazón de las rocas

Bajamos de la Observatory Hill Hill por otro camino, afortunadamente tiene dos, y salimos al cruce de Lower Fort St con Argyle Place, este último es un pequeño parque al que todos los australianos tienen derecho a llevar su ganado a pacer, aunque nosotros no vimos paciendo ningún animal (ni de cuatro ni de dos patas). Aunque lo que resulta realmente encantador no es el parque sino la hilera de casas que lo bordean. 


A esta zona es a la que deberíamos haber salido desde Hickson Road en Millers Point, pero en su lugar hemos dado un rodeo, que no ha estado mal del todo. 

Enfrente se encuentra la Garrison Church, la Iglesia de la Guarnición, que fue la primera iglesia militar de la colonia. Se colocó la primera piedra en 1840 siendo, supuestamente, porque creo que este título me lo he encontrado en varios lugares del país al confeccionar la guía, la iglesia más antigua de Australia.



Su interior es sobrio pero muy cálido, no sé si lo digo mal pero muy british, donde destacan las vidrieras, el púlpito, las insignias y escudos de las tropas, el atril donde se lee la Biblia, el tríptico detrás del altar, el altar en madera de cedro. Detalles que un panel informativo a la entrada de la iglesia nos hace reparar en ellos.



Continuando por Lower Fort St, en una esquina se halla el pub más antiguo de la ciudad, el Hero of Waterloo, de 1844, que era el local favorito de las tropas de la guarnición (de la iglesia al pub o viceversa).



Una de las historias de marineros y de este pub en particular es la del crimping: los crimps llevaban a los recién llegados al pub para emborracharlos, eran dejados caer por una trampilla al sótano, arrastrados por un túnel y al despertarse se encontraban en alta mar navegando, habían sido reclutados involuntariamente. El sótano y el túnel también eran utilizados para el contrabando de ron.


A estas horas de la mañana no apetece una cerveza, pero con nocturnidad, a pesar de que la zona se ve demasiado tranquila para llegar y salir caminando, el ambiente tiene que animar a beberse más de una…y tentar la suerte.



Volvemos hacia atrás, hacia Garrison Church y enfilamos Argyle Street, donde se encuentra Argyle Cut, un túnel abierto en la piedra por presidiarios usando picos y martillos, tardando 18 años en construirse, desde su comienzo en 1843, necesitando de explosivos para terminarlo.


Bajando por la calle nos encontramos con unas escaleras, Argyle Steps, que decidimos explorar y salimos a un pasaje en alto, Gloucester Walk, con unas bonitas vistas sobre los tejados y chimeneas de las casas de The Rocks, que dan ganas de saltar y ponerse a cantar Chim Chiminey….tal cual Mary Poppins…nos sorprende y cautiva la ciudad con sus pequeños rincones.




Salimos a George Street, por el tramo final de la calle, donde los fines de semana se celebra un mercado, el Rocks Market, pero estamos a lunes y no hay nada. Bajamos por la calle en busca de Playfair Street, donde se encuentra la escultura First Impression, un memorial a los convictos, soldados y colonos que llegaron y construyeron The Rocks, representados en las tres caras de la escultura. 











Por Playfair Street entramos en una pequeña plaza, The Rocks Square, con una fuente algo más que curiosa y original



Decidimos repostar algo de comida, con un bocata de un Subway, es demasiado temprano para comer en serio, pero puede ser demasiado tarde si nos pega un bajón de jet lag, con lo que es más una solución de emergencia que de hambre propiamente dicho. 

Frente a la plaza la Argyle Terrace, un conjunto de bonitos edificios de los años 1875-1877 con bonitos balcones de hierro forjado, en los que se han instalado tiendas diversas



Salimos a Harrington St, donde nos encontramos un lindo pajarito, nuestro primer animal en libertad del país, un Ibis, que campa por la calle como si fuera suya buscando algo que llevarse a su grande y curvado pico.



Entramos en un conjunto de casas sin techo, como un pequeño laberinto, donde se puede sentir la humedad de las piedras, el moho…y las ratas pululando como a principios del siglo XX durante la epidemia de peste. Desconozco su nombre, su localización exacta (creo que una zona entre Mille Lane, Kendall, Lane y George St) y supongo que serían edificios que han sobrevivido parcialmente a la demolición y al paso del tiempo, pero es algo especial caminar entre sus muros.



A la salida de estos edificios nos topamos con el Rocks Discovery Museum, instalado en una casa de postas de 1850, con una suponemos interesante colección de objetos e imágenes que desgranan la historia de The Rocks, pero decidimos saltarnos esta visita, es lo que tiene el tiempo, que hay que intentar controlarlo lo mejor que entendemos, y preferimos pasear por las calles de la zona, que ya nos cuentan su historia que entrar en el museo, pero estoy convencida que su visita debe ser instructiva, porque además se ha contado con los aborígenes para contar la historia completa.



Por George St seguimos bajando para encontrar Suez Canal, un callejón pequeño (tan pequeño que a la que te descuidas te lo saltas si no andas en su búsqueda y sabes por dónde se localiza) que era conocido Sewer’s Canal, la cloaca, que ya con el nombre no incita a verlo pero ya no estamos en 1880 y todo está limpio, con las figuras recortadas de habitantes de la zona contando sus historias.



De este callejón salimos a Nurses Walk, otro callejón dedicado a las mujeres convictas que fueron reclutadas para trabajar en los hospitales de la ciudad.


De este callejón a Harrington St  y por una serie de escaleras, cuyo lado izquierdo se mantiene con escalones desnivelados por el tiempo y la humedad alcanzamos la parte trasera de una serie de casas, Susannah Place. 


Desafortunadamente está cerrado, es la hora de comer, y no podemos visitarlas, como era nuestra intención. Para intentar dar continuidad a esta zona de The Rocks vamos a entrar ahora, ya que esta visita la realizamos después.

Lo primero que hacemos es entrar en la encantadora tienda donde venden los tickets, 8AU$, donde nos atiende una simpática mujer de pelo cano, mirada dulce, sonrisa agradable, más parecía que nos iba a invitar a tomar una taza de té que a vendernos las entradas y a enseñarnos este museo. 

La razón de entrar es porque es la posibilidad de conocer cómo se ha vivido en The Rocks a lo largo del tiempo, y porque fue como un déjà vu de New York y sus edificios de inmigrantes del Lower East Side.

Susannah Place es una hilera de casas construidas en 1844 que han albergado a trabajadores desde esta fecha hasta 1990. Cada casa tiene dos habitaciones en la planta baja, que servían de sala y comedor, dos en la superior, los dormitorios, una cocina y una bodega en el sótano. 

Nuestra visita es en ingles, con lo que la señora se esforzó bastante para que la entendiéramos, aunque en muchas ocasiones nos perdimos, pero lo básico creo que lo captamos (con este inglés habría que trabajar mucho y duro). No hacemos fotos, no recuerdo si porque no se podía o sencillamente porque estábamos concentrados en el idioma. 

Para preservar su estructura no se realizan reparaciones a no ser que sean estrictamente necesarias, con lo que se nota perfectamente el paso del tiempo en desconchones, humedades, agujeros…aun así es curioso que nos dejan sentarnos en las sillas, sillones y sofás que decoran las casas, es más, nos incita la buena señora continuamente a ello, con lo que claramente son elementos puramente decorativos, que se han añadido para dar algo de vida al interior, y como el edificio estos muebles también tienen sus desperfectos. 

Lo que finalmente nos cuentan estas casas es la lucha de la supervivencia, y ellas mismas han quedado como supervivientes y memoria del pasado trabajador de las familias que las habitaron y que ayudaron a construir, a su modo, el Sydney actual. 

Un mapa de The Rocks para situarnos mejor:


26 de agosto de 2011

Australia - Sydney - Millers Point - St Philip's Church - Sydney Observatory


Para ver hay que observar

Una vez que hemos llegado al final de Campbell Cove decidimos que en lugar de adentrarnos a The Rocks vamos a girar por el paseo del mar y dar la vuelta por Dawes Point, pasando debajo del puente, para salir a Hickson Road, no por nada en especial, sino sencillamente porque el paseo por la bahía estaba resultado perfecto y nos encontramos con una escultura bastante llamativa. 


Así llegamos a Millers Point en la Walsh Bay, donde los muelles se dice que fueron construidos a prueba de ratas. Los muelles han sido recuperados tras un largo período de abandono y ahora forman parte del corazón teatral de la ciudad, con compañías de danza y teatro alojados en ellos. Frente a ellos se encuentra el Sydney Theatre

 
Además descubrimos unos pequeños muelles con viviendas que parecen de alto standing y unos yates aparcados. Una zona muy tranquila para vivir aunque también se nota cierto ajetreo empresarial.



El arte se puede encontrar en cualquier lugar, solo hace falta imaginación y ganas. 


Cometemos (cometo en honor a la verdad) el error de no tomar unas escaleras que desde Hickson Road llevan a Ken Street, por falta de ganas y por no tener claro que saldríamos bien, eso de subir para bajar todavía no está en nuestra mente y continuamos andando por la zona de muelles, que no ofrece ya mucho más, aunque siempre hay edificios nuevos construidos que llaman nuestra atención. Pensábamos que más adelante habría otro paso sin escaleras, pero no fue así, con lo que después de una caminata innecesaria salimos por Napoleon St a la mencionada Ken St y York St, donde se encuentra St Philip’s Church, iglesia construida entre 1848 y 1856 que fue uno de los edificios principales de la zona, y ahora se encuentra entre edificios de oficinas y una autovía que conduce al Harbour Bridge


La iglesia no parecía estar abierta con lo que no hicimos el intento de cruzar para comprobarlo, y al final el error del camino largo no fue tanto, ya que si hubiéramos atajado por las escaleras casi con toda seguridad no hubiéramos pasado por aquí a pesar de no visitar el interior.

Subimos por la antes pasada de largo Kent St para encontrarnos con las Glover Cottages de la que no tenía referencias, construidas en 1820.

Frente a ellas se encuentran las típicas casas victorianas con enrejados de forja en barandillas y balcones, en Agar Steps, una auténtica preciosidad la de estas casitas, que nos iremos encontrando dispersas por la ciudad. 
Con lo que llevamos visto de la ciudad a estas alturas Sydney ya se nos ha ido metiendo en el corazón, como las grandes raíces de los árboles que nos vamos encontrando. 

 
Desde Kent St subimos al Observatory Hill, el punto más elevado del centro de la ciudad, a 44 m de altura, donde se alzó un fuerte, del que parece que quedan unos cañones como recuerdo, un molino de viento, una estación de telégrafo y desde donde se obtienen unas bonitas y estupendas de la ciudad, principalmente de la bahía, que es una auténtica belleza. 



Y del Harbour Bridge, con dos pintoras concentradas en él.

 
En esta pequeña colina se sitúa el Sydney Observatory, construido en 1858. Durante 125 años ha sido el centro de investigación y observación de los astros, pasando a ser museo astronómico en 1982. Durante el siglo XIX el observatorio fue conocido en todo el mundo al tomarse desde él las primeras fotografías del cielo austral. 


Una de sus características es la bola del tiempo instalada en la torre, que cada día a la una se desliza hacia abajo al tiempo que se dispara un cañón en Fort Denisson, situado en una pequeña isla de la bahía; esto se realizaba para indicar la hora exacta a las embarcaciones cercanas al puerto para ajustar sus cronómetros. 


Decidimos entrar al museo (entrada gratuita), para encontrarnos con multitud de instrumentos astronómicos, maquetas con las que jugar del sistema planetario, exposiciones interactivas, telescopios pequeños y grandes…un paraíso para entrar en conocimiento con esta ciencia (más que difusa para mí) y al que debería haber prestado más atención. 

Por las noches hay visitas nocturnas, que ya no son gratuitas, que incluyen un teatro espacial en 3D y la posibilidad de mirar por los telescopios. 


No siempre hay tiempo de tomarse un descanso, en esta ocasión fue pequeño, lo justo para la típica foto de recuerdo, "yo estuve allí". 


25 de agosto de 2011

Australia - Sydney - The Rocks - Cadman's Cottage - Sailor's Home - Campbell's Storehouse - Bond Stores


Los orígenes de Sydney

Sydney tiene una población de unos cuatro millones de habitantes y una extensión de 12.500 km2, ¡veinte veces más grande que Madrid! La región de Sydney era el hogar de los aborígenes eora, que fueron privados de sus derechos sobre el territorio, siendo encarcelados, expulsados o asesinados. 

Tras una ducha reparadora y un té reconfortante estamos preparados para el primer asalto a la ciudad. Una cosa es preparar la guía, otra imaginarse por dónde comenzar y otra es comenzar, con lo que una vez allí y con la guía y el mapa se cambian las ideas.

Tomé la decisión de salir al Circular Quay para afrontar la Sydney Cove por  la parte izquierda de su paseo marítimo y nuestra primera visión de la ciudad, que ya comienza a entrarnos favorablemente por los ojos y nuestros sentidos es esta, en la calle George Street; casi siempre suele haber un momento que se capta como comienzo del conocimiento de una ciudad, y en esta ocasión así fue. 

 
Enfrente de estos edificios se halla el First Fleet Park, un pequeño parque en memoria de los primeros colonos de la nación. Frente al parque está el Museum of Contemporary Art en un edificio art déco, pero ni nos fijamos demasiado en su aspecto exterior ni entramos a visitarlo, aunque sus exposiciones que van más allá de lo considerado vanguardia, y por lo tanto de lo que los profanos consideramos arte, son todo un aliciente para conocerlo y criticarlo…o no.

En el paseo marítimo nos encontramos con la figura, quizás no tan altanera como en las películas se nos hacía ver y creer, del capitán Bligh, el de la rebelión en la Mounty.


Estamos en la zona conocida como The Rocks, entre George Street y el mar, el barrio histórico de Sydney, cuyas calles fueron famosas por ser las más peligrosas de Australia, donde acechaban rateros y matones, donde los residentes vivían entre cloacas y callejones insalubres, entre prostitutas y marineros borrachos, los cuales peleaban a todas horas. El barrio recibe su nombre de los acantilados que existían en la zona. 

A principios de 1900 una epidemia de peste bubónica que acabó con la vida de unas cien personas hizo derribar muchas de los edificios, plagados de ratas. Otros edificios fueron demolidos en 1920 para la construcción de una vía hacia el Harbour Bridge y de una autovía. En la década de 1970 se pretendió hacer desaparecer el viejo barrio para construir altos edificios de oficinas pero una tenaz campaña de oposición paró afortunadamente el proyecto. 

La Cadman’s Cottage (110 George St) es la casa más antigua de Sydney, fue construida en 1816 sobre una playa sepultada como un barracón para la tripulación de los barcos del gobernador. El nombre lo recibe de Cadman, un recluso que fue condenado en 1798 por el robo de unos caballos, que en 1813 era timonel de un barco y más tarde lo fue de las embarcaciones del gobierno, siendo absuelto en 1827 y nombrado superintendente, cargo que ostentó hasta 1845, trasladándose a vivir durante este tiempo a esta casa. Se casó con otra reclusa que fue condenada a siete años por el robo de un cepillo para el pelo. 

 
La casa ya no se encuentra al lado de la orilla por la sucesiva ampliación del paseo y de la ciudad, y en ella se encuentra el centro de información de los Parques Nacionales y el Servicio de Fauna del país. Aunque no se vaya a pedir información se puede entrar, no sólo al mostrador de información, sino que hay una zona habilitada como pseudo-museo donde se contemplan las tuberías de cerámica de la casa. 

A su lado se encuentra la Sailor’s Home (106 George St), construida en 1864 como hospedería para marineros, uso dado hasta 1980. En un primer momento se instaló un centro de información turística en ella pero fue trasladado y ahora sus dos primeros pisos los ocupa un restaurante tailandés, al que decidimos no explorar por la hora tan temprana, pero en el que parece ser que se han respetado algunos cubículos de los dormitorios tal y como eran en el siglo XIX. 


Hacia el otro de la bahía, a nuestra derecha, se encuentra el edificio emblema de la ciudad, la Opera House, que no hay palabras para describirla, hay que verla allí, plantada en el Bennelong Point, y desde todos los ángulos que el paseo nos va ofreciendo, impresionante, mucho más allá de las fotos, y eso que hay muchas y muy buenas en la red, pero la Ópera produce muy buenas vibraciones, aunque ya llegaremos a visitarla y conocerla mejor. 


El otro emblema de la ciudad, el Harbour Bridge también llama nuestra atención continua, es un no parar de asombro, y una preciosa postal para los ojos lo que se contempla en este paseo marítimo.



En este momento podéis suponer el book fotográfico que tienen estos dos elementos arquitectónicos, a cada paso que dábamos un nuevo ángulo, una nueva fotografía.

Seguimos en dirección al puente, pasamos al lado de la Overseas Passenger Terminal, donde atracan las grandes embarcaciones y supongo que afortunadamente los pasajeros de los cruceros, ¡¡menuda entrada a la ciudad!! y no lo digo por el edificio sino por la situación en la bahía.

Más adelante se encuentran las Campbell’s Storehouse (7-27 Circular Quay West), unos almacenes construidos por el escocés Campbell para guardar té, azúcar, licores y telas que importaba de la India. Actualmente acogen restaurantes con variedad de cocina: australiana, china, italiana…un buen lugar para una comida o una cena, aunque ahora no se nota el movimiento que tienen por la noche. 

 
En la parte izquierda de la foto se intuye un edificio, la fachada principal de los almacenes de la ASN, de claro estilo holandés, que eran conocidos como Bond Stores, construidos en 1884.  En el piso bajo de los edificios hay instalados galerías de arte aborigen, que aprovechamos para comenzar a conocer, y sobre todo comienza a gustarnos mucho, aunque no es hora de compras, primero habrá que ver más para decidirse a comprar. 



Frente a nosotros, cruzando el Harbour Bridge, se halla la bahía de Lavender, con Milsons Point, donde se encuentra el Luna Park, un pequeño parque de atracciones con una entrada entre divertida y terrorífica, ese payaso más parece el de la película It que al afable Charlie Rivers.